Dos frases pronunciadas por el propio Carlos Alcaraz definen el estado de forma pletórico al que ha llegado a la semana de arranque de Roland Garros. Tras ganar su semifinal en Roma contra Lorenzo Musetti se enorgulleció de haber un jugado «un tenis inteligente» y de haber estado «fuerte mentalmente». Después de arrasar a su archienemigo Jannik Sinner en la final del Masters 1000 italiano, opinó que había sido «el mejor partido táctico que he jugado en toda mi vida».
Las dos reflexiones inciden en la parcela de su juego que más se había resentido en los meses anteriores a la gira de tierra que ha cerrado con arrollador éxito: el cerebro. Él mismo lo reconocía en el documental de Netflix que vio la luz hace unas semanas, explicando sus dificultades para encontrar la motivación y la estabilidad mental necesarias tres su exigente verano de 2024, que clausuró perdiendo la final olímpica contra Novak Djokovic.
Le siguieron a la cita parisina un buen puñado de meses en los que Alcaraz estuvo desconocido, irascible sobre la pista, desconectado de los partidos en muchos momentos. Acumuló actuaciones decepcionantes en el Abierto de EEUU, en las ATP Finals y en los Masters 1000 de Cincinnati, Shanghái y París-Bercy. La victoria en la final de Pekín (ATP 500) contra Sinner, su último enfrentamiento hasta este domingo, había sido un oasis en el desierto.
La racha de Alcaraz en tierra batida
Hay, sin embargo, un hilo de continuidad irrompible para Alcaraz, el que se dibuja sobre tierra batida. En el último año natural, acumula una portentosa racha de 27 partidos ganados y solo dos perdidos sobre la superficie en la que mejor impone sus características como tenista. En este tiempo, el tenista español ha ganado Roland Garros y los Masters 1000 de Montecarlo y Roma. Sus únicas derrotas fueron la final olímpica, ante un Novak Djokovic que impuso su necesidad de lograr el único título que le faltaba en su inigualable carrera; y la final de Barcelona, en la que Holger Rune se aprovechó de unas molestias físicas que le forzaron a renunciar al Mutua Madrid Open.
Carlos Alcaraz, con el título de Roma. / Felice Calabro/IPA via ZUMA Pres / DPA
«Ahora mismo disfruto cada momento, intento pasármelo lo mejor posible allá donde voy. Lo más positivo que saco es la manera que he estado en momentos previos a los partidos. Antes tenía unos nervios extra que hoy no he tenido. En otro momento, con los dos ‘set points’ me hubiera sentido ahogado. Lo llevo ahora de otra manera, más positiva, más tranquila», resumía Alcaraz en la sala de prensa del Foro Itálico, tratando de eludir las preguntas referentes a Roland Garros, torneo en el que debutará en unos días (entre el domingo y el martes) y en el que defenderá corona con la etiqueta de favoritísimo.
Ahora mismo disfruto cada momento, intento pasármelo lo mejor posible allá donde voy. Lo más positivo que saco es la manera que he estado en momentos previos a los partidos
Los grandes rivales de Alcaraz
Porque en esta gira de tierra batida, ningún otro tenista se ha acercado a su nivel. El más regular ha sido Lorenzo Musetti, finalista en Montecarlo y semifinalista en Madrid y Roma, pero ahora mismo juego en otra liga. Jannik Sinner regresó de su sanción a la carta por dopaje alcanzando la final de Roma, pero el golpe moral que le asestó Alcaraz fue muy fuerte. Y queda el asterisco de Novak Djokovic, que ha hecho una primavera desastrosa (un solo partido en Montecarlo y Madrid)… pero que no deja de ser el mejor tenista de todos los tiempos. Se va a probar el serbio esta semana en un torneo de cuarta fila, el ATP 250 de Ginebra, con el objetivo de ser competitivo en París. Veremos.
Recuperado este mismo lunes el segundo puesto del ranking ATP, adelantando a un Alexander Zverev que no se reencuentra con su mejor versión desde que perdió la final del Abierto de Australia, Alcaraz se asegura no cruzarse con Sinner hasta una hipotética final en París. Y el italiano parece, en estos momentos, el único hombre capaz de evitar que el Carlos se apunte su quinto ‘grand slam’.