Han pasado 40 días desde la noticia de que el Rey honorífico o rey emérito Juan Carlos I había interpuesto una demanda contra Corinna zu Sayn Wittgenstein, pero no hay evidencias sobre esa presentación. Fuentes próximas a la examante de Juan Carlos I han señalado a este diario que, según las informaciones de que disponen «no se ha presentado una demanda contra ella y hasta el momento la idea de hacerlo es un ejercicio de relaciones públicas».
La información sobre dicha demanda surgió a rebufo del anuncio de la intención de demandar por vulneración al derecho al honor contra el expresidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, anunciada por la abogada Guadalupe Sánchez. El acto de conciliación preceptivo se celebró el pasado viernes 16 de mayo en Santander, al que acudió el demandado, pero no así el demandante, quien no interrumpió sus actividades en la regata número 6 en Sanxenxo para presentarse al juzgado de Santander «una ciudad a la que hace mucho que no voy», según contestó Juan Carlos I a los medios que le preguntaron por qué no asistió.
Ahora que Revilla se ha ratificado en los dichos por los cuales el Rey emérito se ha sentido ofendido -evasor, apátrida fiscal, presunto corrupto, entre otros- y que ha exigido que «repatríe» el dinero que posee fuera de España, la pelota vuelve a Guadalupe Sánchez, quien tendrá, ante la falta de pacto, presentar una demanda civil, que, se supone, será por vulneración del derecho al honor por una serie de expresiones «injuriosas y calumniosas».
¿Juan Carlos I versus Corinna?
La pregunta siguiente es: ¿qué pasa con la anunciada demanda contra Corinna zu Sayn Wittgenstein? Poco después de la información inicial, varios medios de comunicación han apuntado, citando fuentes del entorno del Rey emérito, que esa demanda también estaría dirigida contra quien fuera uno de los principales abogados de Juan Carlos I en Suiza, Dante Canonica. Y, que, para más inri, Juan Carlos I busca recuperar los 100 millones de dólares (64,8 millones de euros) que le transfirió en junio de 2012 a Corinna zu Sayn Wittgenstein a primeros de junio de 2012.
Ese dinero llegó en agosto de 2008 a Juan Carlos I, desde Arabia Saudí (un «regalo», según el emérito) a una fundación creada exprofeso por Canonica y su antiguo gestor financiero, Arturo Gianfranco Fasana, para recibirlo: la Fundación Lucum, domiciliada en Panamá.
Canonica trabajaba para Juan Carlos I desde finales de 2007 o principios de 2008. Y la recepción y gestión del “regalo” saudí resultó prácticamente su actividad principal para Juan Carlos I. Fue él quien elaboró en junio de 2012 el contrato de «donación irrevocable» de 64,8 millones de euros, cuando se resolvió, para terminar con la “bomba de relojería” -palabras de Canonica– que suponía una cuenta bancaria del Rey en Suiza, traspasar el dinero a una cuenta de Corinna en Bahamas, cuenta que formalizó Canonica en el banco Gonet.
Pero también pasó Canonica a asesorar a Corinna, quien se convirtió en una clienta importante de su despacho helvético, para la cual creó un grupo de sociedades ‘off shore’ (en paraísos fiscales, o con ventajas de menor o nula tributación).
El hacedor del tinglado
Canonica es un actor incómodo que Juan Carlos I situaría ahora, según diversas fuentes, en el “bando” de Corinna. ¿Por qué? Porque en 2014, después de su abdicación en junio de aquel año, Juan Carlos I comienza a viajar a menudo a Londres. Y pide dinero a Corinna, «a cuenta de los 64,8 millones de euros»; ella se niega a dárselo: no puede hacerlo -explica- so pena de convertirse en testaferro o representante fiduciario del emérito.
Llama Corinna entonces a Canonica. Le cuenta la situación y le invita a mantener con ella y Juan Carlos I una reunión en Londres. Juan Carlos I, Corinna y Canonica celebran un encuentro el 16 de septiembre de 2014 en el Hotel The Connaught en Londres.
Fue allí donde se pone sobre la mesa la historia de recuperar «el regalo». Juan Carlos I sostiene: o me lo devuelves o lo pones a mi disposición. Según el relato de Corinna a los jueces del Tribunal Superior de Justicia de Inglaterra y Gales, “Canonica [autor del documento de donación] visiblemente sorprendido por las peticiones de Juan Carlos I le dice que nunca le ha dicho que [la donación] tuviera como propósito otra cosa que un regalo irrevocable, que preparó el documento sobre esa base y que no hubiese autorizado la transferencia [de los 64,8 millones de euros] sobre otras bases en su condición de administrador de la Fundación Lucum. Señaló que era legalmente irrevocable y que no podía ser usado en beneficio de Juan Carlos I».
Corinna añadió: «Juan Carlos I se mostró extremadamente molesto por el asesoramiento de Canonica«.
En el procedimiento civil helvético, cuando se trata de dos personas que pleitean y viven fuera de Suiza lo primero (a diferencia de España donde lo primero es la conciliación) es presentar la demanda. El juez busca si es posible el acuerdo y si ello no tiene lugar autoriza que siga adelante el procedimiento, da al demandante un plazo para confirmar si desea continuar y abonar cierta cantidad de dinero. Si no se produce esa confirmación en plazo o si no se transfiere el pago previo, se paraliza el procedimiento. Los actos jurídicos se transmiten mediante asistencia internacional civil.
Por tanto, sabremos pronto si la demanda, ‘haberla hayla’, y cuáles son las exigencias de Juan Carlos I: ¿»Ejercicio de relaciones públicas», como dice el equipo de Corinna? ¿O lanzamiento del emérito a la piscina judicial?
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