En lugar de un partido respetable, el PSOE parece ahora una pajarería. Así lo revela el intercambio de guasap entre Pedro Sánchez y Ábalos, Iscariote de la mensajería. Tal es el tratado de ornitología: el presidente, desposado con una pichona, llama pájara a Margarita Robles, quien por mor de ministra del Aire debería considerarse un avión zapador. Lambán es un chorlito y Paje un charrán, por su acercamiento al discurso de la gaviota conservadora. En los mensajes de marras, Susana Díaz queda tiesa como una lechuza y el estulto Pablo Iglesias alcanza la categoría de pardillo común.
No queda claro qué especie avícola dibuja mejor la psicología alcahueta de Ábalos, si el pájaro chogüí, al que en Hispanoamérica llaman también celestino o celestón; o tal vez el verderón serrano, que gusta acompañarse del chochín, anidando en los ventanales de los Paradores.
¿Qué conoceremos en la próxima entrega de mensajes entre el caído en desgracia y su amado líder? ¿Qué la cotorra es la ministra portavoz? ¿Qué la vicepresidenta de Sumar trina como una chova piquirroja? ¿Cómo denominará Sánchez en sus charlas con Ábalos a los arribistas que manejan en la sombra la sucesión del plenipotenciario? ¿Treparriscos? ¿Correlimos? ¿Cernícalos?
Miedo da que se aluda a Barbón en alguna de esas conversaciones de pájaros de cuenta. ¿Será el presidente asturiano para el jefe supremo el xilguerín parleru asturiano o el carbonero común?
De lo que no hay duda es que por las garras que exhibe y el pico afilado que se gasta, el presidente del Gobierno se antoja la viva estampa del quebrantahuesos.
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