En ‘Legado’, la ‘Succession’ española de Netflix, el patriarca al que da vida José Coronado protagoniza una cruenta guerra con sus hijos por controlar el imperio empresarial familiar. Sobre todo con el mayor, Andrés. Le da vida Diego Martín, actor que vive a medio camino entre Madrid y París y que ha participado en una buena ristra de series: ‘Policías’, ‘La que se avecina’, ‘Hermanos y detectives’, ‘Doctor Mateo’, ‘El alienista’, ‘Velvet’, ‘Supernormal’, ‘Élite’ y ‘Muertos SL’, entre muchas otras.
¿No es Andrés el hijo más díscolo en el pique con su padre?
No sé si el más díscolo, pero sí el que, como primogénito, se ha encontrado el destino un poco marcado, casi predeterminado desde antes de nacer. Yo siempre tenía la fantasía de que, de haberle dejado elegir, no habría hecho nada de esto: ni habría sido periodista, ni se habría ocupado del diario ni habría continuado la obra de su padre.
De todas formas, luego no teme empantanarse para sacar adelante el periódico.
Él considera que es un poco el precio para existir. Hay un momento en el que tiene que decidir si tiene que aceptar pagar ese precio, que pasa por mancharse las manos y entregarse a inmoralidades. Con eso traiciona todos los principios esenciales del periodismo, la credibilidad, la veracidad… Cuando su padre enferma le deja un marrón y no es capaz de imaginarse otra salida que hacer trampas.
Las comparaciones con ‘Succession’ son inevitables: los protagonistas tienen una empresa dedicada a los medios, el padre no acaba de retirarse y dar el relevo, lo que provoca el choque con sus hijos…
La comparación es bastante obvia, sobre todo para alguien que se acerque a la serie con ese argumento y no entre en ella. Pero luego ‘Legado’ va por otros caminos. Creo que es una serie muchísimo menos farsesca y afilada en el horror de los personajes. ‘Succession’ mira a los personajes desde un pedestal que hace que cueste identificarse con ellos, mientras que aquí los creadores han intentado que la serie se acerque a esta familia de forma diferente.
Tampoco son tan malhablados como los Roy, que soltaban tacos en cada frase.
Ni tan malhablados ni, en el fondo, tan malvados. Nuestras ruindades son otras. Creo que hay una cosa más humana, hemos querido dar también claros y no solo los oscuros. Porque hay veces que en ‘Succession’ parece que todo es un festival de la miseria y, cuanto más ruines son los personajes, más nos divertimos. Nosotros no tenemos tan acusada esa parte circense.
José Coronado, rodeado del resto de protagonistas de ‘Legado’ / Mirta Rojo / Netflix
De hecho, ‘Legado’ tiene toques de humor, sobre todo el personaje que hace Belén Cuesta.
Sí, hay humor, aunque en una primera capa no lo parezca. En Andrés hay muchas escenas en las que su patetismo bordea la comedia. Y el de Belén también está cargado de humor, sobre todo con la pareja que forma con Gustavo Salmerón. Hay momentos en los que los tres hermanos tienen una relación muy infantil. A pesar de todo el boato, la importancia y el poder que tiene esta familia, al final son tres hermanos pegándose por el juguete.
Precisamente hace poco le hemos visto en un papel cien por cien cómico, el de ‘Muertos SL’. Su personaje, Chemi, es completamente diferente al de Andrés de Legado.
Te diría que de eso es de lo que se trata, pero tampoco nos vamos a engañar: uno hace lo que puede con lo que le ofrecen. Me siento muy afortunado de que estas dos últimas series que he hecho tengan las cuerdas del arco tan absolutamente opuestas. Tampoco me siento responsable de ello. Ojalá uno pudiera elegir siempre lo que hace, a pesar de que creo que el valor que le damos a hacer algo diferente es un poco excesivo. Yo me conformo con hacer cosas de calidad. Luego si encima son muy distintas, fenomenal.
Vive a caballo entre Madrid y París. ¿Qué diferencias hay entre las dos industrias?
En Francia la gente, en general, considera la cultura algo indispensable, un patrimonio, y, sobre todo, más allá de trincheras políticas. Aquí en cambio hay veces que parece que hay gente que se siente ajena a ella. Eso implica también cambios a nivel presupuestario. El cine quizá es mucho más potente como industria, resiste más que en España, que da un poco la sensación de que solo hay francotiradores más allá de tres o cuatro nombres grandes.
¿Y la televisión?
No es que sea una segunda división, porque se produce mucho, pero en España parece que se ha instalado y está mucho más anclada en el imaginario popular ya desde hace años. Incluso antes de las plataformas, aunque el éxito mundial de dos o tres producciones españolas también ha ayudado. En España no hay prácticamente actores que puedan decir que viven exclusivamente del cine, y en Francia sí. Al margen de todas esas disquisiciones, que al final son propias de la idiosincrasia de un país y de cómo funciona, la manera de trabajar y de estar en un rodaje es muy parecida. En EEUU he rodado menos, pero al final un actor, si es capaz de expresarse en otra lengua, se siente más o menos en casa en un rodaje.
¿Los tiempos son similares?
El dinero da tiempo, el tiempo da mayor preparación… En España somos más proclives, y también más potentes, en todo lo que tiene que ver con la improvisación. Somos capaces de hacer las cosas más rápido. En otros sitios, con los tiempos que nosotros manejamos se ahogarían o dirían que es imposible. He estado en producciones consideradas pequeñas en Francia que aquí serían casi una superproducción. Son diferencias presupuestarias y eso tiene que ver con el cariño que le dedicas, pero también con la actividad industrial o económica asociada a la cultura, pues es un mercado mucho más potente y que toca masivamente al país en Francia que en España.