Cuando Jaume Benaloy (Benidorm, 1974) dejó el Taekwondo para dedicarse por completo a la fe no podía imaginar que terminaría trabajando codo a codo con el que años después sería el nuevo papa, León XIV. El sacerdote benidormense coincidió durante seis años en Perú con el cardenal Robert Francisc Prevost, recién nombrado sumo pontífice. Benaloy le define como un «protagonista involuntario», confía en que seguirá los pasos de su predecesor «con personalidad propia» y se muestra orgulloso de haber recibido su primera bendición papal, vía Whatsapp.
PREGUNTA: ¿Cómo los años que compartió con el papa en Perú?
RESPUESTA: Yo era el secretario ejecutivo de la comisión de Cultura y Educación de la Conferencia Episcopal cuando él era el vicepresidente. Ahí ya era un protagonista involuntario. No busca los protagonismos pero siempre termina siéndolo porque su presencia es luminosa. Es un líder que no apabulla ni se impone. Es un hombre bueno con una presencia muy discreta y serena. Se nota que es una persona muy sabia pero que sabe escuchar músico.
P: ¿Le sorprendió que fuera elegido?
R: Personalmente, él era mi candidato. En esto del cónclave no hay quinielas que valgan, pero de los que yo conocía y pensando en lo que la Iglesia y el mundo necesitan, me parecía que era una persona que podría hacerlo muy bien en este momento. Fue muy emocionante cuando lo eligieron. Al verlo por televisión me parecía estar viendo un meme o algo hecho con inteligencia artificial.
En esto del cónclave no hay quinielas que valgan, pero él era mi candidato
P: Habla de que Prevost es lo que necesita la Iglesia. ¿Qué tipo de Iglesia cree que va a impulsar?
R: Creo que va a continuar lo que la Iglesia ha ido marcando como el camino que tiene que recorrer. Un camino de ir siempre juntos y estar atentos a las víctimas de todo tipo: de la pobreza, la exclusión, las víctimas de abusos tanto dentro como fuera de la Iglesia… Un camino que ya ha marcado fuertemente el pontificado del papa Francisco y que él lo va a continuar, pero con mucha libertad y personalidad propia, sin estar comparándose con él. Le dará un sello particular.
P: ¿Cómo es León XIV en la distancia corta?
R: No es una persona que sea una estrella, pero sí da luz. Es muy tranquilo, aunque muy agradable y su presencia es alegre desde la sencillez y la discreción.
P: ¿Cómo va a influir su paso por Latinoamérica en el papado?
R: Va a marcar, porque aunque él es norteamericano de nacimiento es latinoamericano de misión. Eso se va a completar también con su experiencia como máximo responsable de los Agustinos, que le ha llevado por todo el mundo. Todo eso le ha dado un gran conocimiento y una versatilidad impresionante que le puede ayudar mucho en un cargo tan importante.
P: ¿Qué siente un sacerdote de Benidorm al saber que estuvo tanto tiempo al lado del máximo representante del catolicismo?
R: Una alegría inmensa. Vi que la encarnación de Dios es real y se hace concreta a través de las personas. Fue comprobar que el papa no es un «extraterrestre» sino que es una persona, un hombre de Dios, que es capaz de hacer cosas grandes a través de gente sencilla.
P: ¿Y cómo lo vivió su entorno?
R: Aquí en Perú fue como ganar un mundial. Hay una alegría desbordante de todo el mundo porque lo sienten como un papa peruano. Se han sacado con orgullo su DNI y su afiliación a la Seguridad Social. Ha trabajado en lugares muy populares y ha sido obispo, por lo que la gente del pueblo está muy, muy contenta.
P: ¿Le dejó alguna enseñanza?
R: Que es tan importante saber escuchar como hablar, o quizá incluso más. Lo recuerdo como alguien que escuchaba mucho para luego poder dar una palabra acertada y que iluminase.
P: ¿Ha podido hablar con él tras su elección?
R: De hecho sí, y tengo que decir que me respondió. Yo estaba viendo el cónclave y encima había una imagen de los mártires de Chimbote, tres sacerdotes a los que asesinaron aquí en Perú y él vino a su beatificación. Le envié una foto del televisor con la imagen de los mártitres y le dije «Gracias por aceptar tremenda responsabilidad. Qué alegría León XIV, los mártires te acompañan siempre en mis oraciones». Habrá tenido miles y miles de mensajes, pero me ha contestado. Me dijo: «Muchas gracias, bendiciones». En esas tres palabras recibo una alegría grande y ya tengo mi primera bendición papal.
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