El fútbol es el deporte rey y se practica en todos los puntos de Aragón, aunque algunos habitantes lo tienen mucho más fácil que otros. La gran mayoría de competiciones que administra la Federación Aragonesa de Fútbol se disputan en Zaragoza capital, pero Huesca y Teruel también tienen sus propios grupos en algunas categorías para poder reducir desplazamientos. Sin embargo, cuando un equipo oscense o turolense alcanza una de las ligas más altas se ve obligado a hacer cada quince días un largo viaje hasta un campo situado en la capital aragonesa.
Una de las áreas de Aragón que más dificultades tiene cada año para poder competir es la Franja de Aragón, situada al este de la comunidad limitando con Cataluña y ocupando las tres provincias. Allí faltan jugadores y entrenadores mientras los clubes hacen cuentas como pueden con su presupuesto para afrontar los viajes quincenales. Su ubicación representa el mayor obstáculo a la hora de practicar el fútbol y es que en determinadas ocasiones las distancias se convierten en una auténtica odisea.
«Este año hemos tenido suerte, pero el pasado nos pusieron en el grupo de Teruel e hicimos más de 8.000 kilómetros con viajes de seis horas entre ida y vuelta. Llegábamos a casa a las once o doce de la noche, era una barbaridad para los chavales y para el club en términos económicos«, explica Francisco Martínez, el presidente del Club Deportivo Mequinenza.
Plantilla benjamín del CD Mequinenza / Ayuntamiento de Mequinenza
Otro de los clubes que han visto su economía afectada por los viajes cada fin de semana es la Unión Deportiva Fraga, que aunque es el municipio más grande de la Franja, también se resiente en términos de finanzas. El club fragatino tiene cuatro equipos compitiendo lejos de su zona más próxima: el 3º RFEF (que acaba de descender), el Regional Preferente, el División de Honor Infantil y el 1ª Alevín. «Los viajes de estos equipos representan una parte del presupuesto del club bastante elevada, unos 50.000 euros al año. Contamos con ello al principio de cada temporada y nos ajustamos en la medida de lo posible», afirma su presidente, José Miguel Martínez.
El impacto de la despoblación
La creciente «huida» de los habitantes de los pueblos hacia las ciudades en busca de mejores empleos ha hecho que determinadas localidades rurales se vean bastante afectadas. Por ejemplo, el fútbol de los pueblos se resiente de forma exponencial debido a la despoblación existente en esta zona del territorio aragonés. La escuela de fútbol base del Valderrobres, en un acto de facilitar los desplazamientos a sus jugadores, puede utilizar el nombre de Arnes (pueblo de Tarragona) para competir en Cataluña y hacer así más cortos los desplazamientos de los chavales.
Otros clubes, como el CDJ Tamarite que compite en 3º RFEF, ha tenido que echar mano de la zona catalana para lograr un equipo competitivo -este año puede quedar sexto- en la liga aragonesa. «Nos nutrimos mayoritariamente de futbolistas de la provincia de Lérida que al fin y al cabo estamos a menos de media hora en coche y de la zona de Tamarite habrá unos 4 o 5 jugadores«, detalla Juan Carlos Florences, presidente del club.
Un aspecto de suma importancia resulta también la contratación de los entrenadores y es que no resulta nada fácil encontrar este tipo de perfiles en una población reducida, a diferencia de ‘reclutar’ jugadores que siempre hay bastantes más dispuestos a involucrarse. «Nosotros tenemos mucha suerte con el entrenador de nuestro primer equipo porque lleva ya 10 años. Es de Lérida y tiene nuestra máxima confianza», explica el presidente del Tamarite. Sin embargo, otros clubes de la Franja de Aragón no disponen de la misma suerte. Es el caso de la UD Fraga que tal y como explica su presidente, «el tema de los entrenadores es un verdadero problema porque salen muy pocos y al final nos apañamos como podemos».
Clubes con dualidad lingüística
Debido a razones históricas, culturales y sobre todo geográficas, en la Franja de Aragón se habla el famoso ‘chapurriau’ (una lengua similar al catalán) por encima del castellano y los clubes que conforman esta zona combinan ambos aunque no existe demasiado problema en el día a día. «La única ventaja de hablar ‘chapurriau’ es que puedes insultar sin que te entiendan», bromea entre risas Francisco Martínez, el máximo responsable del CD Mequinenza.
A pesar de que el castellano se usa en menos medida dentro del territorio, a la hora de comunicarse a los grupos de chavales se suele hacer en esta lengua debido a que siempre hay algún jugador que lo entiende mejor. «Nuestro entrenador siempre habla castellano dentro del vestuario porque hay gente de varios sitios y es lo más fácil para todos«, concluye el presidente del CDJ Tamarite.