El horizonte planteado en 2050 por el Pacto Verde Europeo ha generado una escalada de cambios normativos y, con ello, de crecientes restricciones al sector primario. La meta de alcanzar la neutralidad climática se traduce ya en limitaciones reales para el ganadero (también el agricultor) a la hora de gestionar los residuos o subproductos generados por su explotación.
Los problemas de contaminación y degradación de los suelos, nitrificación de las aguas subterráneas, así como la emisión de gases de efecto invernadero han obligado a desterrar una práctica (la del vertido directo de estos residuos) vía prohibición y control mediante el llamado cuaderno de explotación, documento en el que el titular de la explotación debe incluir el tratamiento y destino final del estiércol y purín producido a nivel interno, entre otros datos.
Se trata de unos condicionantes no menores teniendo en cuenta que España es líder europeo en ganado porcino con 34,4 millones de cerdos contabilizados en mayo de 2024. Castilla y León, con 4,34 millones, es la tercera por detrás de Aragón y Cataluña según el informe del Ministerio de Agricultura. La provincia de Zamora concentra el 11,7% del censo porcino regional con un total de 517.173 animales generando una abundancia de materia prima cada vez más problemática para los ganaderos. Un condicionante que, unido a la cercanía de las redes gasistas, favorece la implantación de las plantas de producción de biometano que aprovechan la proximidad de las explotaciones para rebajar costes derivados del transporte.
En Castilla y León se genera un total de 35 millones de toneladas de subproductos y residuos orgánicos de origen agroganadero, según los datos aportados por la Junta . De ellos, el 40% (14 millones de toneladas) corresponde a estiércol, gallinaza y purín y cuya valorización es viable a través de las plantas de producción de biogás y biometano. Unos residuos que, tal y como reconoce Carlos Aguilar, director de Gases Renovables de Biorig, precisan «una solución de gestión urgente».
Ciclo de producción del biometano y el fertilizante orgánico a partir de deyecciones gaanderas. / R. Domínguez
La provincia de Zamora produce unos 4 millones de toneladas, 1,6 referidos a deyecciones ganaderas. En este contexto, la empresa de raíces soriana Biorig ha proyectado dos plantas de biometano en los términos de El Cubo de la Tierra del Vino y San Cebrián de Castro que permitirán valorizar 396.000 toneladas de residuos agroganaderos al año como máximo. Estos recursos provendrán exclusivamente de explotaciones y granjas ya existentes y que operen en un radio de entre 20 y 25 kilómetros alrededor de las instalaciones. Estiércol, gallinaza, paja de maíz y, sobre todo, el purín tan denostado a nivel medio ambiental y que el Plan RepowerEu ha impulsado en oportunidad a la hora de contribuir a la independencia de los combustibles fósiles procedentes de Rusia.
El uso de las plantas de la digestión anaerobia, que descompone los residuos orgánicos para generar biogás y, por tanto, energía; no es ninguna novedad. Esta posibilidad ya fue explorada años atrás por M.C., ganadero e ingeniero agrícola que cogestiona varias instalaciones de porcino en la localidad de Corrales del Vino, frente a la veintena de cabezas con las que su padre arrancó. Su conocimiento previo sobre el funcionamiento de este tipo de instalaciones le llevó a plantear la instalación de un digestor o microplanta que le permitiese producir energía para autoconsumo aprovechando la materia primera generada a nivel interno. Un proyecto que terminó desechando por la inviabilidad económica, traducida en cientos de miles de euros de inversión.
«Al final, tenemos que irnos adaptando», comenta este ganadero en relación a los nuevos tiempos que condicionan el vertido de purines procedentes de sus granjas ubicadas en un municipio donde, aclara, «la totalidad de explotaciones son familiares». La implantación de esta nueva industria aspira a ayudar a los ganaderos a cumplir con las restricciones legislativas cada vez más exigentes con el sector evitando que tengan que realizar importantes desembolsos de dinero.
En una entrevista reciente a LA OPINIÓN – EL CORREO DE ZAMORA , el presidente de Asaja Zamora, Antonio Medina, explicaba que el ganadero tiene que cumplir con una serie de criterios para la gestión de los purines y estiércoles recogidos en la Ley de Restauración de la Naturaleza y en la normativa «De la granja a la mesa» para favorecer una agricultura más ecológica.
La implantación de esta nueva industria aspira a ayudar a los ganaderos a cumplir con las restricciones legislativas evitando que tengan que realizar importantes desembolsos de dinero
Desde Biorig precisan que el purín es una parte fundamental del proceso de producción del biometano, ya que, junto con otros estiércoles, aporta el 90% del contenido que se procesa en los tanques durante la digestión anaerobia –el proceso biológico que, en ausencia de oxígeno, extrae biogás de los residuos–. La digestión anaerobia requiere de grandes cantidades de líquido para llevarse a cabo. No obstante, la apuesta de esta empresa pasa por sortear la captación de agua externa y conseguir el aporte líquido requerido para el funcionamiento de las instalaciones a través de los purines. Adicionalmente, las plantas cuentan con un sistema de recogida de aguas pluviales, evitando restar abastecimiento a la población, a las explotaciones de la zona y obteniendo un consumo cero de agua.
Como parte de sus proyectos en desarrollo en Zamora, Biorig ya tiene acuerdos cerrados con más de un centenar de titulares de explotaciones agroganaderas a largo plazo. Según explican, estos se cierran siguiendo tres criterios: cercanía, alcanzar un acuerdo de contraprestación (por vía económica o mediante la entrega de los fertilizantes orgánicos que produce la planta) y contar con el tipo de materia prima requerida por el proyecto. Unos subproductos tradicionalmente calificados como «residuos» , denuncia M.C., y que conllevan una percepción cada vez más negativa a nivel medioambiental del trabajo en el campo. «Ya no somos ganaderos, directamente se nos ha convertido en contaminadores».
El ciclo de producción del biometano se cierra con la generación y posterior entrega a los titulares de un fertilizante de origen orgánico (CFP3) homologado de acuerdo al Reglamento Europeo de Productos Fertilizantes. Un producto en línea con lo marcado por la Agenda 2030 que contempla la reducción del uso de fertilizantes químicos en un 20% en una apuesta por la agricultura sostenible y la reducción de las pérdidas de nutrientes en los suelos. En definitiva, una solución circular a la gestión de los residuos agroganaderos, capaz de transformar desechos en energía y fertilizantes orgánicos desde el mundo rural.