Pájara, torpe, maltratador

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados. / EP

Hubo un tiempo en este país, y me consta que en muchos otros, en que no se podía llamar a las casas a partir de, digamos, las 21 o las 22 horas. Era una absoluta falta de respeto que quebrantaba la tranquilidad de los hogares. Si el teléfono sonaba a partir de esa hora, en cualquier domicilio de España significaba que se había muerto un pariente o que había un intento de golpe de Estado. La noche en que murió Franco, y adviertan la trascendencia del hecho, nadie se puso a llamar a nadie a las 5.25 de la madrugada. La mayoría esperó a hacerlo a primera hora de la mañana, cuando con una voz entre compungida y atiplada (que todo se le pegaba al círculo íntimo del dictador) lo anunció Arias Navarro y en las casas de España hubo vía libre para levantar el auricular, comentar la noticia con los más allegados y quedar, esto fue así, para acudir a ver el cadáver del pequeñajo a la Plaza de Oriente.

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