El dresil es un plato de arroz dulce típico del Tíbet que los budistas ofrecen en ocasiones especiales, como la que vivieron este jueves quienes asistieron en Palma al encuentro de El Jardín del Dharma.
Tuvieron la honorable visita del maestro Yangsi Bokar Rinpoche, un joven de 19 años que salía por primera vez de la India y al que consideran guía espiritual y la reencarnación de otro venerado maestro, Bokar Tulku Rinpoche, que visitó la isla y el centro hace cuatro décadas.
Los anfitriones quisieron honrar al maestro y los lamas que viajaron con él ofreciéndoles dresil, aunque ellos prefirieron compartirlo con la treintena de participantes, por lo que hubo que hacer más arroz con uvas pasas y azafrán.
Fue un buen comienzo antes de la bendición del recinto palmesano y la tradicional estupa de los budistas, dando así continuidad a lo que hicieron sus antecesores.
Los asistentes, descalzos, como es obligado al acceder a un templo oriental, hicieron una reverencia al inicio del evento y escucharon las palabras de bienvenida y gratitud de la fundadora del centro, la lama Drolma Palmo, que cumple cuatro décadas al frente de este recinto espiritual ubicado en el Eixample, en la calle Manuel Sanchís Guarner número 9.
«El Rinpoche nos irá guiando con su bondad y nosotros abriremos mucho el corazón y sentiremos que todo lo que nos llega es maravilloso. Si lo sentimos así, así sucede. No depende solo del maestro, sino de nuestra apertura de corazón, confianza y alegría. Con estos sentimientos pasaremos la mañana», animó la lama.
El maestro budista, otros lamas y seguidores de El Jardín del Dharma / B. Ramon
Meditación
A continuación comenzaron a recitar la meditación de Chenresi, lo que llaman «la práctica del amor incondicional», y tras un descanso al mediodía, los asistentes y otros nuevos retomaron el encuentro por la tarde.
Tres de ellos hicieron una Toma de Refugio, que supone la conversión al budismo de los que no lo son, guiados en este caso por el maestro, que contó con la colaboración de una traductora de tibetano a español. Después llegó la práctica de la Tara Verde «para liberar obstáculos» antes de decir adiós al guía espiritual.
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