El paso de las horas no ha curado la herida arbitral de Gil Manzano al Valencia en Mendizorroza. El penalti más escandaloso de la Liga ha dejado secuelas. Más allá del error de apreciación técnica, el club y el vestuario están indignados por el ego, la chulería y la soberbia con la que el veterano árbitro extremeño actuó en el injusto penalti de Giorgi Mamardashvili desautorizando al joven colegiado del VAR Hernández Maeso e imponiendo su equivocado criterio de campo por encima de evidencia de las imágenes. Lo que vio en el monitor le dio absolutamente igual. La sensación desde el verde fue que el simple hecho de que le llamaran desde la sala VOR para revisar su decisión le molestó y le tocó el orgullo. Su comportamiento altivo y arrogante generó malestar en toda la expedición. Lo que se esconde detrás del «voy a continuar con mi decisión» que se escuchó en el audio VAR ni es justicia arbitral ni es fútbol.
El problema para Gil Manzano es que en el VAR estaba Hernández Maeso, árbitro del colegio extremeño que dirige en Primera tan solo desde 2023. Un colegiado prácticamente novato, con tan solo 37 partidos en Primera División y que previamente ha pitado durante 3 temporadas en Segunda División (63 partidos arbitrados). «Jesús (Gil Manzano), te recomiendo una revisión para que valores una posible cancelación del penalti», le dijo vía interna, como se escuchó en el audio VAR filtrado por la RFEF poniendo en duda su decisión. Una ‘osadía’ para el veterano árbitro.
Gil Manzano, árbitro internacional con una dilatada experiencia, no consintió que el novato trencilla del VAR contradijera su criterio. «Voy a continuar con mi decisión», le dijo en tono chulesco impropio de un momento clave no solo para el devenir del partido, sino de la competición, con efectos colaterales para otros equipos: mandó al descenso a la UD Las Palmas y dejó casi tocado de muerte al CD Leganés). Su polémica decisión demostró que los egos, las clases y los estatus de los árbitros no pueden tener cabida en el mundo del fútbol.
Jugadores del Valencia reaccionando a la decisión de Gil Manzano / LaLiga
Lo peor es que el criterio de Gil Manzano atropella el objetivo y la esencia del VAR, en su día implementado para ayudar al árbitro principal a tomar decisiones más justas en situaciones clave del juego, corrigiendo errores claros y evidentes o incidentes graves no percibidos. Según el Comité Técnico de Árbitros (CTA) de la RFEF, el VAR no busca arbitrar el partido desde fuera, sino intervenir solo cuando hay un error claro, manifiesto y grave como el del miércoles. A Gil Manzano le importó bien poco.
El agravio comparativo
Más allá del ego de Gil Manzano que fue el tema de conversación en la vuelta de la expedición a València, en el club y en la plantilla duele el agravio comparativo sufrido con respecto a otras jugadas similares, casi idénticas de esta misma temporada, que se juzgaron de forma diferente. La acción más similar se produjo hace menos de un mes con un manotazo involuntario que el portero del Barcelona Szczesny le propinó al jugador del Celta de Vigo Mingueza en su intento de despejar el balón de cabeza. En este caso, Melero López del colegio andaluz no señaló penalti. Todo lo contrario que Gil Manzano.
Los dos precedentes
Llueve sobre mojado. La incomprensible decisión de Gil Manzano es la gota que ha colmado la paciencia de la entidad de Mestalla. El equipo se ha sentido perjudicado en las últimas tres salidas en LaLiga. El colegiado madrileño Cuadra Fernández mantuvo, para sorpresa de la sala VOR, su decisión errónea en el no-penalti de César Tárrega a Kylian Mbappé en el Santiago Bernabéu. La historia se repitió quince días después con el increíble penalti que señaló De Burgos Bengoetxea por manos dentro del área de Diego López en un salto con Bajectic.