El glotón, perezoso y carismático Garfield, uno de los felinos más famosos de todos los tiempos, repetía hasta la saciedad que los gatos como él eran únicos y especiales. De ahí que merecieran comer lasaña y dormir a todas horas sin ser molestados ni juzgados. Todos los que han estado cerca de un gato naranja saben que estos animales tienen un carácter muy distintivo y juguetón. Pero para la comunidad científica, estos felinos también son un rompecabezas genético sin parangón que llevan más de un siglo intentando descifrar. Sobre todo porque hasta ahora no se había hallado una explicación clara a su pelaje naranja. Según anuncia este jueves la revista ‘Current Biology’, un equipo de científicos de Stanford Medicine ha logrado desentrañar el secreto genético detrás del característico pelaje anaranjado de estos gatos, confirmando que, efectivamente, hay algo biológicamente excepcional en ellos.
Antes de adentrarnos en este hallazgo vale la pena dar un paso atrás y entender por qué la coloración naranja de los gatos ha resultado tan excepcional y misteriosa para los científicos. Y es que, a diferencia de otros animales con pigmentación rojiza o amarillenta como los tigres, los golden retrievers o los orangutanes, es bien sabido que en los gatos domésticos este color está directamente relacionado con el sexo. Los machos, que poseen un solo cromosoma X, heredan la mutación naranja con mayor facilidad y, por tanto, tienen más probabilidad de presentar ese pelaje tan característico. Las hembras, con dos cromosomas X, necesitan duplicar la mutación para ser completamente naranjas, algo mucho más inusual. Entre las hembras es más común que, al heredar la mutación en uno de sus cromosomas, su pelaje adquiera un patrón mosaico conocido como carey o calicó en el que se mezclan manchas naranjas, negras y blancas.
El color naranja se debe a una mutación genética presente en el cromosoma X, por lo que es mucho más frecuente en machos que en hembras
Aunque los científicos sabían desde hace décadas que esta particularidad debía estar ligada de algún modo al cromosoma X, la identidad precisa de esta mutación genética que tiñe de naranja a algunos gatos había permanecido un misterio. «Era una excepción genética conocida desde hace más de cien años pero que hasta ahora no habíamos logrado descifrar», explica Christopher Kaelin, genetista de Stanford Medicine y autor principal del trabajo en el que por primera vez se reúnen todas las piezas clave para resolver este rompecabezas. Y ojo, porque el resultado no solo explica por qué este tono aparece con mucha más frecuencia en los machos sino que también revela un mecanismo molecular sin precedentes en ningún otro mamífero conocido (y que en el caso de los humanos, por ejemplo, se relaciona con algunos tumores).
Mutación genética
Este hallazgo, afirman los expertos, ha sido posible gracias a las técnicas de secuenciación genética avanzadas desarrolladas en los últimos años y, sobre todo, a las enormes bases de datos en las que se incluye material genético de infinidad de especies. Gracias a estas herramientas, el equipo de Stanford pudo comparar el ADN de decenas de gatos naranjas (en su mayoría machos) con el de gatos de otros colores. Para ello, primero delimitaron la región del cromosoma X donde se sospechaba que vivía la mutación naranja y, a continuación, identificaron un total de 51 variantes genéticas presentes exclusivamente en gatos naranjas. Tras analizar toda esta información, los genetistas hallaron una pequeña peculiaridad genética exclusiva de los gatos de pelaje dorado; una minúscula deleción (es decir, un fragmento de ADN que falta) que afecta a un gen conocido como Arhgap36.
Los científicos identificaron que el pelaje naranja aparece por una minúscula deleción (es decir, un fragmento de ADN que falta) de un gen conocido como Arhgap36
Hasta ahora, todos los estudios sobre el gen Arhgap36 se habían centrado en su papel en el desarrollo celular y en algunos tipos de cáncer pero nunca en su rol en la pigmentación. Los análisis realizados en este estudio demostraron que en el caso de los gatos naranjas este gen se activaba en las células pigmentarias de la piel, donde normalmente está inactivo, y al hacerlo altera una vía biológica que determina el color del pelaje. Según explican los expertos que han liderado este trabajo, lo curioso es que esta alteración ocurre en un punto distinto al de otras especies con tonos similares, lo que sugiere que, en los gatos, el gen ha adquirido una nueva función que no tiene en ningún otro mamífero conocido.
El estudio también aporta datos curiosos sobre la historia de esta mutación. Pinturas del siglo XII ya retratan con todo lujo de detalles gatos naranja, lo que sugiere que esta mutación genética que favorece este tipo de pelaje tan característico apareció muy temprano en la domesticación felina. Tal vez fueron justamente esos colores inusuales los que captaron la atención humana y favorecieron su transmisión generación tras generación. Garfield probablemente no lo sabía, pero su pelaje naranja es la consecuencia de una mutación genética excepcional que lo conecta con manuscritos medievales, vías moleculares y siglos de domesticación humana. Y aunque la ciencia no ha confirmado que odie los lunes, sí ha demostrado que ser un gato naranja es, sin lugar a dudas, algo extraordinario.
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