El nuevo papa León XIV. / RICCARDO ANTIMIANI / EFE
La elección del nuevo papa León XIV ha acaparado la atención mundial, no solo por su relevancia religiosa, sino también por los aspectos poco comunes de su formación y trayectoria. Uno de los datos que merece especial mención, es que el papa tiene una sólida formación en matemáticas.
El dato no es menor. En un mundo donde la distancia entre ciencia y religiones a menudo se percibe como un abismo, la figura de un papa con una sólida base en razonamiento lógico plantea una oportunidad interesante para el diálogo entre ambas esferas.
Antes de emprender su camino eclesiástico, Robert Prevost Martínez estudió matemáticas, con especialización en filosofía, en la Universidad de Villanova, que es una institución católica estadounidense dirigida por los agustinos. Según el ranking de U.S. News & World Report para 2025, Villanova ocupa el puesto número 58 entre las universidades nacionales de Estados Unidos, de un total de 436 instituciones evaluadas.
La matemática no es solo una ciencia exacta, sino también una escuela de pensamiento. Forma en la lógica, en la resolución de problemas complejos, en la gestión de la incertidumbre y en el respeto por el rigor intelectual. Son competencias que resultan especialmente relevantes para liderar una institución global con implicaciones éticas, sociales y políticas como es la Iglesia católica.
Aunque poco conocido, existe un precedente histórico: a finales del primer milenio, Gerberto de Aurillac -más tarde Papa Silvestre II- fue un destacado estudioso de las matemáticas, la astronomía y la filosofía. No era sacerdote cuando fue elegido Papa, sino un monje benedictino y maestro. Recibió las órdenes sacerdotales poco antes de su nombramiento, lo que refuerza la idea de que su prestigio intelectual fue decisivo.
Más allá del aspecto simbólico, este perfil podría favorecer un enfoque más informado y dialogante sobre cuestiones clave de nuestra época: desde la inteligencia artificial hasta los dilemas bioéticos, pasando por el cambio climático o la justicia social. La sensibilidad hacia el pensamiento estructurado no sustituye la dimensión pastoral, pero puede aportar una mirada estratégica, analítica y abierta al debate.