El cierre por las obras para la reforma integral del hospital Doctor Moliner, conocido como Porta Coeli, con una duración prevista de cinco años, supone dejar de contar con un centro específico para los pacientes agudos o de larga estancia en la sanidad pública valenciana. En concreto, el sistema perderá más de medio centenar de camas -78 en principio- para ingresos de crónicos, según las cifras transmitidas por los representantes de Conselleria de Sanidad al personal del centro en una reunión celebrada esta semana.
En estos momentos, el hospital cuenta con un total de 150 camas habilitadas, aunque tiene 186 de capacidad según la web de Conselleria, y 1115 ingresados, aunque la cifra es variable; hay ya plantas vacías, por completo. La estrategia de Sanidad es dar las altas pertinentes hasta el mes de agosto y, en caso de ser necesario, trasladar a los pacientes a espacios alternativos, aunque su intención «es hacer los mínimos posibles». Sin embargo, hay pacientes que, por su condición, deberán ser derivados a otros centros. Su primer destino será el hospital Padre Jofre en València ciudad junto al Peset, donde se están preparando un total de 30 camas, disponibles a partir del 1 de junio. El Doctor Moliner deberá dotar a este centro con personal y mobiliario. Una vez todas ocupadas, su segundo destino será el complejo sanitario Mislata-Quart, antiguo hospital militar, donde se espera contar con 78 adicionales a partir de septiembre, a muy tardar en octubre; el centro está aún en obras, por lo que solo el tiempo dirá si se cumplen los plazos previstos y el déficit es mayor. Otras fuentes constatan que, en Mislata, se pretende llegar a las 108, por lo que el déficit se reduciría a 50 lechos.
De no ser suficiente, fuentes oficiales de Sanidad explican que se está trabajando en la habilitación de «espacios alternativos» y, también, en un cambio en los itinerarios entre centros. Por ejemplo, el hospital de Gandia y el de Sagunto, los cuales enviaban pacientes al Moliner, los están derivando ya al de la Magdalena, también de crónicos. Por su parte, los sindicatos aseguran que la Generalitat ha planteado la opción de recurrir a la sanidad privada, en caso de ser necesario. En un primer momento, se planteó la posibilidad de derivar pacientes al complejo de Campanar, a la antigua Escuela de Enfermería de la Fe, pero ahora se ha descartado por las obras de demolición en marcha.
Riesgo de «bloqueo»
Esto supone que de las 150 camas actuales para pacientes agudos, la sanidad pública cuente con 108, 42 menos de las actuales y 78 menos de su capacidad total. Sin embargo, el déficit podría ser mayor porque las obras del centro de Mislata iban a permitir aumentar el número de camas para crónicos que, ahora, servirán para paliar las carencias derivadas de las obras del Doctor Moliner. De no estar disponibles las 78 del segundo destino en el plazo previsto, el déficit podría ascender a 120 unidades. Como explican las fuentes consultadas, el departamento de Marciano Gómez ha asegurado seguir trabajando para «intentar habilitar más camas».
En un primer momento, Sanidad anunció que se contaría también con las Unidades de Hospitalización a Domicilio para poder atender a algunos de estos pacientes en sus domicilios, pero ayer se comprometió, según las fuentes consultadas, a no usar esta vía, fuera de los criterios médicos como ya ocurre ahora. «La realidad es que no han encontrado médicos voluntarios para conformar esos equipos -, explica Eguzkiñe Basterretxea, de Satse- y se necesita un facultativo y dos enfermeras».
¿Qué pasará con los pacientes hasta entonces? ¿Y cuándo se completen todas esas camas? Por norma general, los hospitales cuentan con plazas de agudos y allí será donde los atiendan. En caso de convertirse en ingresos de larga estancia es cuando se derivan al Hospital de Atención a pacientes Crónicos y de Larga Estancia (HACLE) pertinente. En el Moliner, por ejemplo, reciben enfermos del Arnau de Vilanova, el Clínico o, incluso, la Fe.
Sin embargo, Víctor Rodríguez, delegado de UGT en el Arnau, el riesgo es que se produzca un «bloqueo» y una «saturación» de la asistencia de los pacientes agudos en los diferentes hospitales, «al no tener la posibilidad de derivarlos al Moliner» y, en este caso, al Padre Jofre o al de Mislata por el déficit de este medio centenar de camas.
La situación de las familias
La noticia del cierre del Doctor Moliner intranquilizó, en un primer momento, a las familias, según explica el personal del hospital. Esta se ha ido reduciendo, progresivamente. Entre las ventajas, están el ingreso en centros con mayor accesibilidad; hay que recordar que Porta Coeli, a casi 40 minutos del centro de València. Pero expresan también inconvenientes: el primero, la tranquilidad del entorno de Serra, en plena naturaleza; y el segundo, desconocer si a sus familiares les atenderá el mismo equipo médico, con el que ya tienen confianza.
Sin embargo, la conversión de individuales a dobles de las habitaciones de Padre Jofre, provoca malestar entre las familias y pacientes ingresados allí. Tanto es así que han remitido un escrito a la Conselleria de Sanidad en el que denuncian la falta de «privacidad» que sí que tienen en el hospital la Fe o en otros servicios del doctor Peset y la imposición «de una convivencia forzosa» que es «contraproducente con el bienestar y salud de los pacientes».
Quejas del personal
El traslado de los pacientes y el cierre de la actividad en Porta Coeli provocará, también un traslado del personal del centro a los dos espacios. Existe cierta «preocupación» entre los sanitarios porque el nuevo destino no será «voluntario», apuntan varios sindicatos. Por eso, algunos han pedido la creación de una comisión de seguimiento para que el proceso se realice «respetando los derechos laborales» de los afectados. Sanidad defendió en abril, cuando se anunció la reforma integral en una sola fase, que todo el proceso se hará de «manera segura, ordenada y sin afectar a la calidad asistencial».
Ante el inminente traslado al Padre Jofre, desde CCOO piden, a través de un comunicado, una evaluación de los riesgos laborales para pacientes y profesionales en el nuevo entorno. Muchas de las habitaciones doblarán sus camas y se instalarán cortinas de separación para dar cierta privacidad. «La reducción del espacio disponible dificulta la movilidad y maniobrabilidad durante la atención a los pacientes, aumentando el riesgo de lesiones musculoesqueléticas», explica el sindicato en un comunicado.
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