no quisieren señalar el origen de la filtración

El escándalo de los mensajes entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos ha terminado por llegar al Congreso de los Diputados y amenaza con monopolizar la sesión de control al Gobierno. La revelación de los whatsapps intervenidos por la Guardia Civil en casa de Koldo García, y publicados en exclusiva por El Mundo, ha agitado los cimientos del Ejecutivo y ha puesto en evidencia la creciente inquietud en el entorno de Moncloa.

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El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, durante su comparecencia en el Congreso de los Diputados

Según ha revelado Ricardo Rodríguez, periodista de COPE experto en información política, la cadena de mensajes «pesa en la Moncloa» porque van a ciegas. “No saben cuántas entregas quedan por salir ni hasta dónde pueden llegar los daños para la imagen de Pedro Sánchez”, ha señalado. En el núcleo más cercano al presidente ya no se oculta la preocupación: temen tanto el contenido como la cronología y los protagonistas de las conversaciones, que van mucho más allá de la mera gestión pública.

“Están intentando no apuntar”, explican desde Moncloa al ser preguntados por el origen de la filtración.

niegan contactos con Ábalos  

Una de las líneas rojas trazadas desde el Gobierno ha sido negar cualquier comunicación entre Pedro Sánchez y Ábalos tras el estallido del caso Koldo en febrero de 2024. Así lo han trasladado fuentes gubernamentales a Ricardo Rodríguez: “Niegan ningún contacto de Sánchez con José Luis Ábalos tras estallar el caso Koldo”.

Pese a ello, el contenido de los mensajes difundidos por El Mundo indica todo lo contrario. En uno de ellos, fechado en septiembre de 2020, Sánchez pidió a Ábalos “meditar” y ver “cómo enfocar” el rescate de Air Europa, posicionándose directamente contra que la aerolínea acabara en manos del grupo británico IAG. Un movimiento que, según apunta la Unidad Central Operativa (UCO), estuvo coordinado con información privilegiada y reuniones clave en las que incluso participó el director de la Oficina Económica de Moncloa.

El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y María Jesús Montero, vicepresidenta primera del Gobierno español, durante su comparecencia en el Congreso de los Diputados.

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El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, y María Jesús Montero, vicepresidenta primera del Gobierno español, durante su comparecencia en el Congreso de los Diputados.

Los whatsapps también desvelan la implicación del presidente en maniobras políticas internas como la operación para controlar Andalucía, su malestar con Margarita Robles tras los pactos con Bildu, su desprecio hacia Pablo Iglesias —“lo suyo ya no es maldad, es estulticia”— o su enfrentamiento con los barones del PSOE, a quienes calificó de “hipócritas”.

Estos episodios han generado un creciente desconcierto entre los socios del Ejecutivo y la oposición. Alberto Núñez Feijóo, líder del PP, aprovechará la sesión de control para señalar “el caos fruto del desgobierno, con el presidente a la deriva”. Feijóo ha registrado una pregunta abierta —«¿Cree que un gobierno colapsado sirve a los españoles?»— para adaptarla a la actualidad que marca esta nueva crisis política.

La Audiencia Nacional, en el punto de mira

Ante el alud de filtraciones, en el entorno de Moncloa se ha solicitado que tanto el Supremo como la Audiencia Nacional actúen de oficio. El objetivo es frenar la sangría de mensajes que, día tras día, revelan un Sánchez comprometido no solo con decisiones de alto calado económico, como el rescate de Air Europa, sino también con estrategias de transfuguismo político, como la operación contra Mañueco en Castilla y León, trabajando con una diputada de Ciudadanos.

Mientras tanto, en el Gobierno evitan señalar responsables. Prefieren guardar silencio sobre cómo salieron a la luz los mensajes, a pesar de que todos ellos fueron intervenidos por la Guardia Civil en dispositivos incautados durante la investigación del caso Koldo. De momento, no hay señales de que cesen las filtraciones, y cada entrega añade presión a un Ejecutivo que intenta blindar la figura del presidente a toda costa.

A la espera de nuevos movimientos judiciales, el caso amenaza con convertirse en un desgaste político sostenido para Pedro Sánchez. La sesión de control de este miércoles marcará un antes y un después en la crisis que ha arrastrado al jefe del Ejecutivo, por ahora, sin una estrategia de contención eficaz.

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