Casi al tomar asiento, para el que en ocasiones hay que esperar un poco en la puerta, ya comienza la comanda. Carlos Falcón o Adal González toma nota de la bebida y Sefe Álvarez, de los platos, que cocinan Fran Márquez y Yadira Salazar. De primero, este 12 de mayo toca a elegir entre potaje de lentejas con ibérico o ensalada de pollo, cherrys, champiñones, bacon y salsa césar; de segundo, pasta boloñesa con virutas de serrano con parmesano o pollo en salsa Pedro Ximénez con arroz basmati. De postre, flan de huevo o fruta (y/o café). Todo por 8,60 euros, en el restaurante Magenta Art & Coffee, un local ubicado en la calle Venegas de Las Palmas de Gran Canaria.
«Tenemos las tres B: buen producto; buen precio y buen servicio«, resume riendo Álvarez, fundador del restaurante que recibe su nombre de su empresa de catering, dedicada a eventos como cumpleaños o pre bodas. La elección de un color para designar a su negocio le llegó por una recomendación de una amiga suya dedicada a la pintura. Y pensó que una zona rodeada de edificios gubernamentales donde trabajan funcionarios era «el sitio perfecto» para el horario que tenía en mente: de 07.00 a 16.00 horas.
En pandemia
Con casi cinco años de recorrido, Álvarez reconoce que los inicios fueron duros. El local abrió sus puertas en 2020, cuando los negocios comenzaron a reabrir tras el confinamiento por la pandemia de coronavirus. Álvarez contrató para la cocina a Márquez y Salazar, junto a Falcón para servir las mesas. El equipo comenzó teniendo que adaptarse constantemente a la incertidumbre de los aforos limitados, las distancias entre las mesas y otras modificaciones constantes que tuvieron que atravesar los negocios de hostelería.
Plato de ensalada en el ‘Magenta Art & Coffee’. / Andrés Cruz
Además del control del aforo y la reorganización del espacio para cumplir con las distancias, se vieron obligados a extremar la limpieza, incorporar dispensadores de gel hidroalcohólico y adaptar su carta al formato digital. En ocasiones, el ritmo de trabajo variaba de un día para otro dependiendo de los cambios en la normativa, lo que obligaba a rehacer turnos y ajustar compras.
«A partir de 2022, comenzamos a funcionar bien», indica Álvarez. Hoy, las mesas están repletas casi cada día, sobre todo, entre las 09.00 y las 12.00, y de 14.00 a 16.00 horas. Álvarez tuvo que ampliar el personal y sumar a Adal González para completar la plantilla actual. Aunque son mayoría, no solo de funcionarios vive el Magenta Art & Coffee; por ejemplo, el equipo del Heidelberg de voleibol femenino, actual campeón de la Liga Iberdrola, también acude prácticamente a diario. «Estamos dando unos 200 desayunos al día y unos 90 menús (…) se gasta todo», explica Álvarez.

Plato de segundo en el restaurante ‘Magenta Art & Coffee’. / Andrés Cruz
De la tierra
Los productos son, en su mayoría, del Mercado de Vegueta, que cada mañana traen los pedidos a la puerta del local. «De la tierra, de kilómetro cero«, agrega Álvarez. Y su elaboración es semanal, con la base de incluir siempre verdura y algo de carne o pescado: «Es bastante equilibrado». De primero, las elecciones varían entre platos de cuchara como una crema de zanahoria a una ensalada, que cada día de la semana es diferente. Y de segundo, las opciones se amplían, desde una carne fiesta con papas fritas a un arroz nasi goreng con verduras y huevo. También cuidan la elección del café, con la elección de Ortega Serie Oro.
Los desayunos también se elaboran con mimo desde la cocina e incluyen un café, un zumo y una pulguita, que abarca desde la tortilla de queso con cebolla frita, pollo al curry, el clásico tomate, serrano y aguacate o el pavo con queso tierno. Por unos 3,50 euros. El pan lo traen desde el municipio de Ingenio, de la panadería Amaro. Álvarez asegura que a pesar de sus precios asequibles, «el negocio es rentable» y, por el momento, no tiene ninguna intención de elevarlos.

Terrazas del ‘Magenta Art & Coffee’. / Andrés Cruz
La estética también se cuida en el Magenta. Reformado este 2025, el blanco predomina en la barra, en su suelo, en sus mesas y en sus paredes, de la que cuelgan cuadros de pintores canarios. «Por si alguien pregunta, se pueden vender», asegura Álvarez. Con todos estos ingredientes, el Magenta Art & Coffee ha conseguido consolidarse como un espacio acogedor, donde prima la calidad sin estar reñido con el precio y, sobre todo, el trato cercano. «Es muy importante, lo cuidamos mucho», concluye Álvarez.