Este domingo, Pelayo Díaz se ha enfrentado al popular puente de las emociones. La última emisión de ‘Conexión Honduras’ ha tenido como protagonista al diseñador, que ha repasado los momentos más significantes de su trayectoria. Durante la prueba, el concursante no ha podido evitar emocionarse al recordar algunos de los momentos más delicados de su vida.
El estilista ha recordado su infancia, la familia, el bullying que sufrió de estudiante, y su éxito en televisión y redes sociales. No obstante, uno de los peldaños que más le ha costado revivir es el de ‘Bimba y David Delfín’. Estas dos personas fueron fundamentales en la vida del bloguero, y su fallecimiento significó un duro golpe.
En primer lugar, Pelayo tenía que hablar de la «familia» al entrar al puente de las emociones. «Vengo de una familia no muy grande, somos pocos. No nací en una familia que lo tenía todo, trabajó duro para darnos todas las oportunidades que queríamos escoger. Estaré eternamente agradecido siempre a lo mucho que se empeñaron en nuestra educación. Hoy en día me doy cuenta de que las cosas no te las regalan. Gracias a la infancia que he tenido estoy donde estoy«.
En Honduras, el televisivo asegura que ha tenido tiempo para reflexionar sobre su relación con la familia. «Me he prometido que mínimo un fin de semana al mes voy a subir a Asturias a ver a mi familia. Estando aquí me he dado cuenta de que la familia que tenemos y la que elegimos -mis amigos- es mi prioridad total».
Seguidamente, Pelayo se ha tenido que enfrentar al «bullying», uno de los momentos más complicados de su infancia. «Estudié 14 años en un colegio de monjas. Lo pasé muy mal. Pasé cosas que a mis padres no les he dicho nunca. Sé que está a la orden del día, pero siento que desde pequeño era el enano, el maricón, no se me escuchaba, no se me hacía caso, no me escogían para jugar en el colegio, jugaba con las niñas...».
Sin embargo, un día regresó a la escuela y todo había cambiado. «Un día llegué a clase y ninguna de mis amigas me hablaban. Y vino una amiga y me dijo que la monja les había pedido que yo tenía que hablar con los niños. Estuve así una semana sin que me hablaran porque a una monja se le había ocurrido eso».
Este episodio ha tenido consecuencias en el carácter de Pelayo. «Siento que para que se me escuchara tenía que ser súper cortante. Hoy en día soy muchas veces brusco y cortante cuando en realidad no hace falta. No tengo que ser ese Pelayo ya. Es algo que quiero cambiar y que curiosamente trato así a la gente que más me importa».
Posteriormente, Pelayo se ha enfrentado al peldaño más duro del puente de las emociones, Bimba y David. «A Bimba le voy a estar agradecido toda la vida. Ella fue quien me enseñó a David Delfín. Y de David, qué decirte. Seguro que mis padres se acuerdan cuando una noche cenando vi por las noticias que un diseñador había encapuchado a sus modelos y dije: ‘Mamá, quiero conocerle’«.
En junio de 2017, David Delfín fallecía a los 46 años. «Fue terrible. Estaba en Barcelona y me llamó una amiga.. Vi a una persona que tenía toda la luz del mundo marchitarse. Cuando volví en ese tren -que fue el AVE más largo del mundo- subí las escaleras y la vi en la cama… fue mucho shock. Lo tengo como si fuera algo que vi en una película. Lo he puesto en un lugar donde afortunadamente puedo volver, pero siento que está de viaje y en algún momento volverá y nos contaremos todo. Echo de menos hablar con él. Le estaré siempre agradecido«.