Asaltamos a Zaida Cantera (Madrid, 1977) a la salida de un plató de televisión para proponerle la entrevista. Era ya media semana, había que buscar un hueco para quedar, escribir y después publicar. Nos dijo que el deporte es su «rato sagrado», pero que ese jueves, después, podía tener un rato para charlar.
La sacralidad de su deporte llegó hasta el punto de solaparse con la conversación. Apareció con su bicicleta de montaña y el uniforme de ciclista. El de comandante del Ejército de Tierra puede ponérselo cuando quiera, aunque hace ya tiempo que fue apartada de su puesto después de que un informe determinara su pérdida de capacidad psíquico-física.
Aquello ocurrió después de que sus superiores –eso decía la denuncia que ella presentó– la acosaran en venganza por haber sido la víctima del acoso sexual de uno de sus compañeros. Como lo leen. Cantera fue acosada –eso dice la sentencia– y, contra todo pronóstico por lo que solía ocurrir con denuncias similares, su acosador acabó en la cárcel.
De esa historia surgió aquel programa de Salvados que se hizo viral y también la llamada de Pedro Sánchez, que le propuso ser diputada del PSOE. Lo ha sido entre 2016 y 2024. Se marchó después de ser apartada de la portavocía de la comisión de defensa.
Entonces, ¿cómo la presentamos?
–Eso, comandante Cantera, ¿qué ponemos en el texto? ¿Cómo la presentamos?
–Como ex de todo menos de mi marido.
Zaida Cantera: «La seguridad nacional siempre es vulnerable porque la seguridad total no existe»
Zaida Cantera es experta en asuntos de seguridad, redes e infraestructuras. También, por supuesto, en temas de defensa. No en vano, presidió la delegación española en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN. Le preguntamos por los dos acontecimientos que han puesto al país en jaque: el apagón y la parálisis de los trenes. También por su obsesion: la necesidad de que la sociedad española interiorice una cultura de defensa que no tiene.
Cantera entró en política para que en los colegios se enseñara qué hacer en caso de incendio, qué hacer en caso de apagón, qué hacer en caso de pandemia, qué hacer en caso de quedarte encerrado en un tren, qué servicios prestan las Fuerzas Armadas, qué derechos nos otorga la Constitución… Y así sucesivamente. Pudo pactarlo con el PP, pero eso sólo era una parte de la ley de educación y el texto general se fue –como siempre– al garete.
Es dura, contundente. A veces, puede parecer brusca, pero simplemente no le gusta perder el tiempo. Eso se le nota a la legua. Se enerva cuando recuerda las opiniones de sus compañeros de viaje de Sumar y Podemos sobre la seguridad y la defensa. Habla de «extrema izquierda». ¡Una sanchista hablando de extrema izquierda! Quizá por eso ya no forme parte de la iglesia roja.
¿La seguridad nacional es mucho más vulnerable de lo que generalmente pensamos? En una semana, ha cambiado la conciencia de mucha gente tras el gran apagón y la parálisis de los trenes.
La seguridad total no existe. En España, hemos estado viviendo en una burbuja. Ojo, en cierto modo es bueno que así fuera. La seguridad no era para nosotros algo tangible; es como si ni siquiera supiéramos que existía.
Voy a intentar sacar una lección positiva de esta serie de situaciones negativas que hemos vivido: aprovechemos esta sensación de inseguridad para abordar las mejoras del sistema que necesitamos.
¿Cuáles diría que son los agujeros negros de ese sistema de seguridad que abarca tantas disciplinas distintas?
El primero, la falta de inversión. Muchas veces, en los periódicos se habla de “gasto”. Prefiero llamarlo “inversión”. La seguridad es el pilar fundamental de la democracia. Sin ella, se cae absolutamente todo. La seguridad, por cierto, es un concepto que engloba la defensa.
Hablo de seguridad física, psicológica, sanitaria, energética, militar… Si uno de esos factores se tambalea, nuestra estabilidad también lo hace. Vuelvo a lo de antes: ¿por qué la democracia española llevaba tantos años siendo tan estable? Porque no teníamos conciencia de falta de seguridad.
Pero me refería a aspectos tangibles, como hemos visto con la luz y los trenes.
El punto clave es la energía porque de ella depende todo. Trato de ser optimista: ahora comentaremos los retos pendientes, pero el hecho de que sea tan noticioso un apagón o una paralización de los trenes tiene que ver con su carácter extraordinario. Es la prueba de lo robusto de nuestra seguridad.
Hay que incrementarla, está claro, pero sin volvernos locos. Lo difícil, y al mismo tiempo lo más necesario, es tomar conciencia de la importancia de esas inversiones antes de que lleguen momentos como los de estos días.
Usted intentó en política implantar medidas para que, desde los niños hasta los adultos, aprendan nociones mínimas con las que desenvolverse en situaciones así. Enumere lo imprescindible que debemos saber.
Lo imprescindible es saber cómo mantenernos seguros en nuestro entorno más cotidiano. Voy a poner un ejemplo muy gráfico: cuando se produjo el apagón, muchos padres cogieron el coche y fueron corriendo a los colegios a recoger a sus hijos. ¡Los niños estaban muy seguros en el colegio!
Todos esos coches se lanzaron a una ciudad con el tráfico saturado y sin semáforos. Además, eran coches que estorbaban a los medios de emergencias que trasladaban gente a hospitales o sacaban a personas que habían quedado atrapadas en los ascensores. Por tanto, lo primero: saber cómo mantenernos seguros a nosotros mismos. Y lo segundo: no estorbar a los medios de emergencias profesionales.
La cuestión es cómo aprendemos a mantenernos seguros.
Otro ejemplo muy gráfico: muchas de las personas que vivían en zonas inundables no sabían que lo peor que puedes hacer durante una tormenta es ir al garaje para intentar salvar el coche. En Japón o en Estados Unidos, en países con tornados frecuentes, incluso los niños conocen esas nociones básicas que en España ignoramos.
Creo que toda formación debe comenzar por el aprendizaje del papel de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. El Ejército no sólo sirve para misiones exteriores, los bomberos no sólo sirven para apagar incendios. ¿Qué hacen las Fuerzas Armadas? Esto se enseña en muchísimos países gobernados por distintas ideologías, desde Francia a Estados Unidos pasando por Irán o Cuba.
¿Y España va muy por detrás en este sentido de sus homólogos europeos?
Sí, sí. La educación en seguridad y defensa de los colegios no puede circunscribirse a “no cruces los semáforos en rojo”. Las Fuerzas Armadas no son pegar tiros, ponerse la pintura de camuflaje y calarse la boina verde. Entre sus cometidos también está socorrer a la ciudadanía.
¿Y en cuanto a lo material? ¿Qué debemos tener siempre en casa que no solamos tener? La idea del “kit de supervivencia” europeo suscitó mucho cachondeo.
El típico botiquín con sus productos en buen estado. En el coche, cuando se hace un viaje más o menos largo, mantas y agua. Y luego hay que tener alguna linterna y alguna radio que funcionen con pilas. La radio es fundamental porque es el gran soporte de información en momentos de crisis. Y la información es lo que limita la vulnerabilidad.
Zaida Cantera, en el parque de El Retiro el día de la entrevista.
Cuando habla, se le percibe esa frustración por no haber conseguido que se implante la formación social mínima de carácter civil y militar. ¿Qué pasó? ¿Por qué no fue posible? Usted era diputada por el partido que gobernaba y tenía hilo con Sánchez.
Por la polarización, por culpa de los extremos. Lo planteamos para incluirlo en la nueva ley de educación. El Partido Popular y el PSOE estábamos de acuerdo. Lo comprobé en primera persona. De hecho, se metió en los borradores: que nuestros hijos aprendieran el servicio público que prestan las Fuerzas Armadas. Pero también el significado de la bandera, los derechos según la Constitución…
Entonces, una parte de la izquierda nos acusó de querer “adoctrinar en el españolismo” a nuestros hijos. ¡Como si fuera malo enseñar a los niños que las Fuerzas Armadas son un servicio público! ¿Eso es “españolizar” o mostrarles que pueden ser socorridos ante una agresión, un robo, un terremoto o una Filomena? Por otro lado, la extrema derecha quería apropiarse continuamente de esos símbolos denostados por parte de la izquierda. Un desastre.
Pero no comprendo: si PSOE y PP estaban de acuerdo, ¿por qué no se hizo?
Estábamos de acuerdo en eso, pero luego el PP no votaba la ley al completo porque había aspectos que no le convencían. Los españoles, según las encuestas, tienen una gran percepción de las Fuerzas Armadas. Pero luego, si preguntas a la gente por la calle si quiere invertir en defensa, te dicen que no.
Eso ya no es así. La guerra de Ucrania ha cambiado el paradigma. Una amplia mayoría de españoles está dispuesta a invertir en defensa. También una mayoría de votantes del PSOE.
Sí. A lo que iba: hemos tenido que aprenderlo con una guerra a las puertas de Europa. “Ahora sí necesitamos un escudo para protegernos”, piensan algunos. La seguridad no se consigue invirtiendo no sé cuántos millones de golpe. Tiene que ser una inversión sostenible. Hay que remunerar bien a nuestros militares, pero también tenemos que reforzarlos con buen equipamiento.
La extrema izquierda dice: “Yo no quiero invertir en carros de combate, pero sí quiero aumentarles el sueldo”. ¡Qué demagogia! ¿Qué significa eso? Que estén bien pagados para que, cuando vayan a una zona de operaciones a defender los intereses de todos, sean carne de cañón. Porque tendrán un salario digno, pero no un buen carro de combate o un buen fusil. Les pagas, pero que les puedan matar fácilmente.
Veo que salió trasquilada con este asunto de la política.
Tú, cuando vas a ser operado, quieres que el cirujano tenga un buen sueldo, pero también quieres que esté bien equipado.
Cuando era usted diputada socialista, ¿qué tal conciliaba con esa extrema izquierda? Porque gobernaban ustedes juntos.
Lo llevaba fatal. Es que es populismo, demagogia pura y dura. Equiparan la defensa con la guerra. ¡El primero que no quiere la guerra es el militar porque sabe lo que es! Sabe lo que cuesta una guerra. Esos que dicen… “Tú eres el señor de la guerra”. Pero, ¿habéis visto una guerra alguna vez? Qué triste es pedir la paz, pero dejar que sean otros los que inviertan en ella.
¿Se fue, principalmente, debido a esto? ¿A qué se refería cuando, en el pódcast “Arréglate que nos vamos”, dijo que no iba a seguir siendo diputada para “barrer”?
No, esto de lo que hablamos no tuvo nada que ver. Me fui porque el PSOE entendió que otro compañero tenía que desempeñar la portavocía de defensa. No me dieron explicaciones. Yo tengo un perfil muy concreto, relacionado con la geopolítica, la seguridad y la defensa. Si no voy a hacer algo relacionado con eso, ¿para qué me iba a quedar como diputada?
«Qué triste es pedir la paz pero dejar que sean otros los que inviertan en ella»
Analicemos los dos grandes acontecimientos: el apagón y la parálisis de los trenes. Empecemos por el apagón. Aunque no supiera la causa, ¿fue peligroso que Sánchez tardara seis horas en intervenir?
En el momento del gran apagón, había que transmitir urgentemente información útil relacionada con la seguridad. Ahí no hacía falta información política. Los ciudadanos necesitaban pautas de actuación. No ir al colegio a por los niños, no coger el ascensor, no conducir, no colapsar los supermercados, no inquietarse por las neveras…
Toda esa información deben trasladarla paulatinamente los ayuntamientos, las Comunidades y el Gobierno. No creo que tuviera que salir el presidente, pero sí me faltó que saliera algún otro miembro del gobierno o algún cargo con autoridad a explicar.
Pero, ¿por qué no el presidente del Gobierno? La presidencia debe encarnar esa voz moral en los momentos complicados. No tengo la menor duda de que Macron se habría dirigido antes a la nación. El primer ministro de Portugal lo hizo varias horas antes que Sánchez.
Entiendo su argumento, pero no lo comparto. Creo que sí debió salir alguien, pero también creo que no le correspondía al presidente. En cualquier caso, esa cultura de seguridad y esas pautas de actuación son lo que nos falta a los españoles. Tanto a los ciudadanos como a los distintos gobiernos. No existió el mensaje psicosocial de calma a la población.
Un momento de la entrevista.
En su comparecencia del Congreso, Sánchez utilizó un tono épico y celebró algunas consecuencias del apagón: que hubo menos delitos, menos accidentes en carretera… Escuchándolo, casi dan ganas de que se produzca otro. ¿Eso no es conducir en dirección contraria a la cultura de la seguridad de la que hablamos?
Cabe la interpretación que usted hace, pero yo no lo entendí así. Mucha gente creía en España que, con un apagón, llegaría el caos. Hubo partidos políticos que alentaron esa situación: si hay un apagón, reinará el caos. Y ocurrió lo contrario. A partir de ahí, el político tiene que darle los medios al experto para que averigüe qué ha pasado y poner freno a que vuelva a suceder.
¿Y a usted qué le pareció la reacción social mayoritaria? Es bueno que reaccionemos así, en comunidad, con civismo. Pero, ¿no nos faltó un punto de coraje en la reclamación de consejos e información?
Hay que reclamar información, pero con paciencia. Los expertos están analizando lo que ha pasado. Lo demás son elucubraciones. Ahora es el momento de ir reclamando qué pasó y que se pongan remedios para que no vuelva a suceder; pero durante la crisis hay que guardar la calma, como se hizo, y reclamar una información distinta: las pautas de actuación. Conviene tener cuidado con esa presión en la exigencia porque, si se va de las manos, llega el caos y comienza la inseguridad.
Hay una contradicción que no entiendo: si el Gobierno no sabe lo que ha pasado, tiene lógica que no descarte el ciberataque. Pero, ¿por qué sí que descarta la posibilidad de que una excesiva preponderancia de las renovables en el mix energético fuera determinante? Parece que hubo varios avisos en ese sentido alertando de que algo así podía llegar a producirse.
He leído esos informes. Cuando haces análisis de seguridad, tienes que incluir los riesgos plausibles. Todos los riesgos plausibles. Se añadió lo que usted menciona, pero no como una alerta de que fuera a ocurrir inmediatamente. ¿A usted le puede caer un meteorito? No parece probable, pero sí que es posible. Pero luego, cuando cae el meteorito, muchos dicen: “¡Ya lo ponía en el informe!”.
En cuanto al ciberataque: no es que exista una contradicción entre el Gobierno y Red Eléctrica. El caso es que Red Eléctrica ha explicado que, en su seno, no ha habido ciberataque. Pero el Gobierno no lo descarta como causa del apagón porque tienen que ir descartándolo todas las compañías eléctricas una a una después de analizar millones de datos.
«Algunos partidos alentaron el caos para que explotara en situaciones como un apagón»
En Red Eléctrica hubo silencio, no se atendieron preguntas y fueron apareciendo versiones contradictorias. No es una empresa pública, pero funciona como una empresa gubernamental. Desde siempre. Gobierne PP o PSOE. ¿Es peligroso que las empresas estrechamente relacionadas con la seguridad nacional estén en manos de gente de partido y no de los más competentes?
Creo que es peligroso establecer si una persona es competente o no en función del partido en el que esté.
En el caso de Red Eléctrica, ¿no conviene tener aunque sea una ligera experiencia en el sector?
Red Eléctrica incluye otras muchas empresas. Corredor no se dedica a la operativa eléctrica. Hay que poner todo en su justa medida. Si pones a alguien sin conocimiento del sector al frente de lo operativo, tenemos un problema. Si necesitas a alguien que sepa de todo lo que incluye Redeia, no encontrarás a nadie.
Como mínimo, a un gran ejecutivo con experiencia de gestión en una empresa similar.
Yo he vivido cómo se denosta la capacidad profesional de algunas personas por su militancia política. Si queremos establecer requisitos curriculares para presidir estas empresas, hagámoslo. Me parece bien.
Zaida Cantera ha sido también presidenta de la delegación española en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN.
Hablemos ahora de los trenes. Usted, poco después del robo de cable, sostuvo en la televisión que se inclinaba por la tesis del sabotaje. Sin embargo, la Guardia Civil lo investiga como un robo común. ¿Por qué lo tiene tan claro?
Lo que digo es… si finalmente ha sido un robo común, habrán sido unos ladrones muy torpes. Sólo se sabrá la verdad cuando se atrape a los ladrones y se dilucide el objetivo de la acción, pero un análisis detallado de lo que ya conocemos me inclina a la tesis del sabotaje.
Claro que se roba cable de cobre muchas veces, pero ese tipo de cable no se suele robar. Robaron un cable de datos, no un cable puro y duro de transmisión de electricidad, que tiene una sección más grande y es más rentable su venta. Eso, para empezar. Después: ocurrió de manera simultánea en puntos clave. Y tercero: sucedió en un puente, con todo el mundo volviendo a sus casas. El beneficio que han podido obtener frente al riesgo asumido… No es rentable. La Guardia Civil puede tener esa intuición mientras investiga, pero nunca lo pondrá en un informe hasta que compruebe si es cierto.
¿Hay una reacción ideológica en relación a los dos acontecimientos? En el gran apagón, sin saber qué ha pasado, Moncloa ha corrido a descartar la influencia de las renovables. En lo de los trenes, sin saber qué ha pasado, Moncloa corrió a deslizar la tesis del sabotaje. Una y otra encajan con el proyecto político.
Yo sigo apuntando a la tesis del sabotaje en lo de los trenes. Eso no quita para que, por precaución, no lo diga taxativamente hasta que la investigación concluya. Sobre su pregunta: en todo hay ideología. En absolutamente todo. Y quien diga lo contrario miente. El ser humano es político por naturaleza.
El coronavirus, la Dana, el apagón, los trenes… Las cuatro cuestiones han puesto sobre la mesa una realidad incontestable: no se habían realizado las grandes obras estructurales que convenía. ¿Todas estas obras que conviene hacer cuanto antes son posibles con un Gobierno que se sostiene en un gran número de partidos independentistas?
Mientras no gobierne un partido con mayoría absoluta, ese problema va a existir siempre. Yo estoy de acuerdo con la idea de los grandes pactos de Estado. Pero hoy tenemos un problema con el PP. Lo digo así de claro. Y eso que yo no lo sufría tanto en seguridad y defensa, tal y como le contaba antes. De hecho, quizá sea la seguridad nacional el gran pacto de Estado que se pueda hacer incluso hoy. Si no hay mayoría absoluta, siempre va a haber alguien pidiéndote algo a cambio.
Lo que pasa es que no es lo mismo que te lo pida un partido que busca la independencia de un territorio a que te lo pida el PP o el PSOE. A eso me refería.
Porque usted percibe a los partidos nacionalistas de una manera diferente a la que percibe al PP. Pero, sea quien sea el negociador, va a existir esa mesa y ese intercambio. Aznar ya asumió el coste de pactar con los nacionalistas.
Mucha gente no sabe que, aunque luego la ley no sea votada por el PP, tiene gracias al periodo de enmiendas en comisión, algunas modificaciones pactadas entre los dos grandes partidos.
Se lo pregunto de otra manera: ¿a usted le gustaría que el Gobierno mirara más hacia el PP que hacia los independentistas?
A mí, la vía nacionalista no me convence nada. Pero me frustra mucho que el PP no haya votado algunas cuestiones por el mero hecho de debilitar al Gobierno. No entiendo cómo el PP ha votado en contra de las medidas para combatir los aranceles de Trump. La excusa es que no les han aceptado otras medidas distintas. Hemos acabado creando una política en la que la oposición es débil si aprueba una medida del Gobierno, aunque sea buena para los ciudadanos. Eso es la polarización.
«A mí, la vía nacionalista no me convence nada, pero el PP vota en contra de algunas cosas sólo por debilitar al Gobierno»
Terminemos hablando de Defensa. Usted presidió la delegación española en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN. ¿La presionaban por el hecho de que incumpliéramos el 2% del gasto del PIB en Defensa que tenemos firmado? ¿Es urgente hacerlo cuanto antes?
Sí, claro que me presionaban. Estamos en esos parámetros de inversión en defensa porque no nos hemos sentido inseguros a lo largo de estos años. Como le decía, es bueno que haya sido así, pero sólo hasta cierto punto. No se puede ser feliz en la ignorancia. Fuimos subrogando nuestra seguridad a otros países.
La extrema derecha se apropia de las Fuerzas Armadas porque parte de la izquierda las denosta. Es esa izquierda la que primero pega la patada y deja ese espacio a ocupar. Luego dicen: “Es que mirad a quién votan los que se dedican a eso”. Hombre, ¿a quién van a votar si les estás todo el día pegando patadas?
¿Y cómo bregó con esa presión en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN?
Era posible bregar porque, al mismo tiempo, España está muy bien valorada. Es importante el porcentaje del PIB que inviertes en defensa, pero lo es todavía más el porcentaje que pones a disposición de la OTAN. Porque, ¿de qué sirve que un país supere el 2% pero no pueda poner a disposición ni un solo barco?
España siempre ha participado en las misiones internacionales. Además, con la cabeza alta. Somos uno de los pocos países a los que jamás se le ha tenido que llamar la atención.