Erdogan, un califa en lugar del califa

Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía.

En occidente sabemos desde hace mucho que un hijo de perra gobernando en otro país no tiene que preocuparnos mientras sea nuestro hijo de perra. Lo dijo Franklin D. Roosevelt sobre el nicaragüense Tacho Somoza, y desde entonces tenemos la frase tan interiorizada que algunos países procuran colocar ellos mismos a hijos de perra en gobiernos ajenos, porque no hay nada como un hijo de perra que además nos esté agradecido. Durante muchos años, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan, fue considerado nuestro hijo de perra por parte de los países occidentales, ya que, además de ser un fiel aliado de la OTAN, se le tenía por una especie de muro contra el islamismo más radical. Teniendo eso en cuenta, y teniendo también en cuenta la situación geoestratégica del país otomano -cerca de los Balcanes y de Oriente Medio-, lo que procedía cuando el ejército turco masacraba armenios o la policía encarcelaba opositores, era mirar hacia otro lado.

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