El precio de la vivienda en alquiler ha registrado una subida promedio en los últimos cinco años, desde el estallido de la pandemia de la Covid-19, del 48,3%, según datos de la plataforma Fragua de la consultora Atlas Real Estate Analytics, duplicando la inflación en el periodo, que el Instituto Nacional de Estadística (INE) eleva hasta el 21,3%. Las alzas han sido generalizadas en todo el territorio, ninguna provincia registra caídas: 39 acumulan revalorizaciones superiores al 30%, concretamente el 75% de ellas si se tiene en cuenta también las dos ciudades autónomas, mientras las 13 restantes crecen por encima del doble dígito.
Estas 39 provincias, que en su mayoría son zonas con un fuerte componente turístico, ubicadas en el litoral, o cuya capital es una gran ciudad, concentran alrededor del 70% de la población y el producto interior bruto (PIB) de España. Por el contrario, las regiones donde menos ha subido el coste de arrendar una casa se ubican en el interior peninsular y una gran parte de ellas responden a lo que popularmente se ha denominado como ‘España Vaciada’.
María Matos, directora de Estudios de Fotocasa, contextualiza los motivos: «Los precios están atravesando un encarecimiento muy significativo impulsado por una oferta cada vez más limitada y una demanda creciente, que se ha agravado por factores sociales, demográficos, económicos y legislativos que, tras la pandemia, han acelerado el tensionamiento. Sin embargo, este crecimiento del precio ya lleva gestándose desde hace una década. Con la recuperación económica de 2014, la demanda de alquiler comenzó a ganar terreno como primera solución habitacional, mientras que la administración pública redujo drásticamente la construcción de vivienda social. En ese momento, comenzó a forjarse una tensión estructural que ha derivado en la situación de gran desequilibrio en el que la demanda cuadriplica la oferta«.
Provincias donde más suben los precios
Las mayores subidas se registran en Málaga y Baleares, del 191,3% y del 158,7%, respectivamente: en el archipiélago, el precio medio del alquiler de una vivienda que salía al mercado era de 1.189 euros al mes, en marzo de 2020, mientras ahora supera los 3.077. El caso es más agudizado en la ciudad andaluza, donde hace cinco años una casa promedio costaba 778 euros y actualmente alcanza los 2.268 euros. Estos datos incluyen todas las modalidades de inmuebles y arrendamientos, incluidos los de uso turístico o temporal, que distorsionan al alza el precio del alquiler tradicional.
Este fenómeno generalizado no se limita a las grandes capitales, aunque Madrid (36,6%) y Barcelona (53,7%) figuran en la lista de las que más suben, sino que se extiende con fuerza por zonas costeras y áreas del interior hasta ahora consideradas más asequibles. Destacables los aumentos registrados en provincias del litoral, como Girona (99%), Alicante (67,8%), Cádiz (74%), Valencia (74,5%), Las Palmas (61,2%) o Santa Cruz de Tenerife (77,1%), según la mencionada plataforma, en cuyas estadísticas incluye el alquiler vacacional y turístico, generalmente más alto que el residencial tradicional.
A pesar de lo anterior, hay un elenco de 21 provincias del interior peninsular, muchas de ellas poco pobladas y/o de tamaño medio que también registran fuertes incrementos. Destacan los números de Teruel (80%), Lugo (54,5%), Cáceres (52,4%) o Soria (65,8%), aunque son reseñables otros, como los de Segovia (59,6%), Guadalajara (51,6%), León y Cuenca (43,7%), Ávila (43,6%) o Palencia (33,7%). Las subidas responden a diferentes realidades, pero, por ejemplo, en el caso de Guadalajara, ha recibido población de Madrid en busca de alquileres más baratos, algo que a su vez ha impulsado su mercado.
Las provincias donde menos suben los precios
En el otro extremo, hay trece provincias donde las variaciones desde la pandemia en el precio del alquiler han sido más moderando, inferiores al 30%. En su mayoría, aunque hay excepciones, son territorios del interior peninsular, con escasa presión demográfica (débil o negativa) y baja demanda residencial, donde el mercado permanece estable o incluso estancado desde el estallido de la burbuja inmobiliaria y financiera de 2007. Este el caso de Toledo (14,6%), Jaén (18,6%), Córdoba (20,6%), Melilla (25,3%), Burgos (25,6%), Álava (25,5%), Valladolid (26,0%), Albacete (26,3%), Salamanca (27,2%) o Badajoz (27,3%), según Fragua.
Alejandro Bermúdez, consejero delegado de Atlas Real Estate, matiza que «las provincias del interior peninsular tienen saldos vegetativos y balances migratorios negativos, y no existen apenas zonas tensionadas, lo cual ha mantenido una oferta de vivienda suficiente y los precios de alquiler alineados con el IPC». «Este es uno de los muchos motivos que muestran que si la oferta y la demanda están alineadas, los precios se contienen«, añade el directivo.
En cambio, entre las excepciones está la provincia donde menos ha subido el alquiler en el periodo, debido a su fuerte componente turístico. Se trata de Huelva, donde el crecimiento apenas ha sido del 10,6%. Tampoco cumple el patrón Navarra (19,08%), aunque el caso más paradigmático es el de Sevilla (26,5%), quinta más poblada de todo el territorio. En su caso, la presión está en otras provincias colindantes, como Málaga, mientras que la atracción de nuevos ciudadanos no es tan agudizada como la de Madrid, además de que en los últimos años ha tenido importantes desarrollos urbanísticos en marcha que han permitido aumentar la oferta de viviendas.