Un equipo de investigación ha creado un robot que camina, salta y nada, sin disponer de un cerebro artificial, electrónica o IA. Solo usa tubos, aire y un aprovechamiento inteligente de la física del movimiento.
En un avance que desafía las nociones tradicionales de la robótica, investigadores del Instituto AMOLF en Ámsterdam, Países Bajos, han desarrollado un robot blando capaz de caminar, saltar y nadar sin necesidad de cerebro, sensores ni Inteligencia Artificial (IA). Este innovador dispositivo, compuesto únicamente por tubos flexibles y aire, demuestra que la coordinación y el movimiento pueden emerger de la interacción física entre el cuerpo del robot y su entorno, sin requerir un sistema de control centralizado.
El robot funciona mediante una corriente continua de aire que provoca la oscilación de sus patas tubulares. Inicialmente, cada pata se mueve de forma aleatoria, pero al estar conectadas entre sí, sus movimientos se sincronizan espontáneamente, permitiendo al robot desplazarse con sorprendente eficacia, según una nota de prensa.
Este fenómeno, conocido como sincronización emergente, es similar al comportamiento de las luciérnagas que destellan al unísono o las células cardíacas que laten en conjunto. Los resultados del trabajo científico de resumen en un nuevo estudio, publicado en la revista Science.
Adaptabilidad sin precedentes
«De repente, el orden emerge del caos», explica Alberto Comoretto, autor principal de la investigación. «No hay código ni instrucciones. Las patas simplemente se sincronizan espontáneamente, y el robot comienza a moverse», agregó en el comunicado.
Una de las características más destacadas de este robot es su capacidad para adaptarse a diferentes entornos sin intervención externa. Al encontrarse con un obstáculo, el robot reorienta su movimiento: por ejemplo, al pasar de tierra a agua, cambia su patrón de locomoción de un salto sincronizado a un estilo de nado similar al crol.
Estas transiciones ocurren sin ningún procesador central o lógica de control, sino que emergen de la interacción entre el cuerpo del robot y su entorno, demostrando que existe una «inteligencia» espontánea que surge de la propia física del movimiento.
Este desarrollo desafía la idea convencional en cuanto a que los robots necesitan sistemas de control complejos para comportarse de manera similar a los seres vivos. «Objetos simples, como tubos, pueden dar lugar a comportamientos complejos y funcionales, siempre que comprendamos cómo aprovechar la física subyacente«, afirmó Johannes T. B. Overvelde, otro de los investigadores que participaron del estudio.
Aplicaciones e impacto
Las posibles aplicaciones de esta tecnología son muy amplias, desde píldoras inteligentes que navegan por el cuerpo humano hasta robots exploradores para misiones espaciales. Al eliminar la necesidad de componentes electrónicos complejos, estos robots blandos podrían ofrecer soluciones más seguras y eficientes en entornos donde la electrónica tradicional es inviable.
Referencia
Physical synchronization of soft self-oscillating limbs for fast and autonomous locomotion. Alberto Comoretto et al. Science (2025). DOI:https://doi.org/10.1126/science.adr3661
En definitiva, el robot representa un cambio de paradigma, demostrando que la inteligencia y la adaptabilidad pueden surgir de la propia estructura física del dispositivo y su interacción con el entorno.
Este enfoque minimalista no solo simplifica el diseño y la fabricación de robots, sino que también abre nuevas posibilidades para su aplicación en campos como la medicina, la exploración y la asistencia en situaciones de desastre.