Los estorninos soberbios africanos forman vínculos duraderos, similares a la amistad, tanto con parientes como con no parientes para cuidar y alimentar a sus crías. No es cierto que la cría cooperativa en aves ocurre principalmente entre miembros de la misma familia.
Un estudio de veinte años en las sabanas africanas ha revelado que los estorninos soberbios (Lamprotornis superbus) no solo ayudan a sus familiares, sino que también cultivan relaciones de ayuda mutua con otros miembros del grupo, incluso cuando no hay parentesco de por medio. Y lo hacen de una manera que recuerda mucho a las propias amistades humanas.
Durante mucho tiempo, los biólogos pensaron que los animales solo ayudaban a sus parientes porque, al hacerlo, aumentaban las posibilidades de que sus genes siguieran en la población. Esta idea, conocida como “selección por parentesco”, explicaba por qué algunos individuos renunciaban a criar sus propios polluelos para ayudar a otros. Pero los estorninos soberbios han demostrado que la vida social puede ser mucho más rica y compleja.
En estos grupos, que pueden tener hasta 60 individuos, los ayudantes no solo son familiares. De hecho, más de la mitad de la ayuda que prestan las hembras y los machos residentes va dirigida a nidos de no parientes. Es decir, ayudan a criar polluelos que no comparten su sangre. ¿Por qué lo hacen? Porque, al igual que nosotros, los estorninos valoran las relaciones a largo plazo y la reciprocidad.
Reciprocidad
Los investigadores descubrieron que los estorninos establecen lazos duraderos con ciertos individuos, intercambiando los papeles de ayudante y criador a lo largo de los años. Es decir, hoy te ayudo a criar a tus polluelos, y en el futuro, cuando yo tenga crías, tú me ayudarás a mí.
Este tipo de reciprocidad no es casual ni aleatoria. Los pájaros parecen elegir con quiénes establecen estos vínculos, y los mantienen durante mucho tiempo, a veces durante varias temporadas de cría. Así, se crea una red social donde la confianza y la cooperación se construyen poco a poco, igual que en las amistades humanas más sólidas.
“Muchas de estas aves están formando, esencialmente, amistades a lo largo del tiempo”, explica el profesor Dustin Rubenstein, uno de los autores del estudio.
¿Cómo se parecen estas relaciones a la amistad humana?
En la vida humana, la amistad no se basa solo en la familia. Ayudamos a amigos porque sabemos que, en algún momento, ellos estarán ahí para nosotros. No llevamos la cuenta exacta, pero sí recordamos quién nos ha apoyado en los momentos difíciles. Los estorninos hacen algo muy parecido: reconocen a individuos concretos, recuerdan quién les ayudó y corresponden ese apoyo cuando se presenta la oportunidad.
Además, igual que en los grupos humanos, los estorninos viven en comunidades mixtas, donde hay tanto parientes como desconocidos. Los recién llegados, que no tienen familiares en el grupo, se ven obligados a crear nuevas alianzas. Así, forjan lazos con otros no parientes, intercambiando ayuda y construyendo una reputación de buen compañero, lo que les asegura apoyo en el futuro.
Referencia
A cryptic role for reciprocal helping in a cooperatively breeding bird. Alexis D. Earl et al. Nature (2025). DOI:https://doi.org/10.1038/s41586-025-08958-4
No todos ayudan igual
El estudio también descubrió que la tendencia a ayudar a parientes o a amigos varía según el sexo y la historia de cada ave. Las hembras nacidas en el grupo suelen ayudar más a sus familiares, mientras que los inmigrantes (tanto machos como hembras) dependen mucho más de la reciprocidad y las alianzas con no parientes. Esto es lógico: al llegar a un grupo nuevo, sin parientes a mano, la mejor estrategia es hacer amigos y devolver favores.
La gran lección de los estorninos es que la cooperación no es solo cuestión de genes. La amistad, entendida como una relación estable de ayuda mutua y confianza, puede surgir en cualquier sociedad compleja, incluso entre aves. Este descubrimiento nos invita a repensar la evolución de la cooperación y a reconocer que, en la naturaleza, las alianzas y la reciprocidad pueden ser tan importantes como los lazos de sangre.