El Leyma Coruña ya tiene que hablar en pasado de su primera y, por el momento, única temporada en la liga ACB. El conjunto coruñés confiaba en evitar la novatada en su estreno en la máxima categoría, pero sus pecados de juventud le han condenado al descenso. La confección de la plantilla, los problemas con las lesiones y las lagunas defensivas, constantes durante toda la liga, son algunos de los problemas que han gestado el descenso.
Ocho renovaciones
El Leyma renovó el verano pasado a la mayoría de los héroes del ascenso, algunos con bagaje previo en la ACB. Sin embargo, el equipo notado la falta de experiencia de sus rookies. No todos han logrado adaptarse con facilidad y el equipo ha pagado algunos desequilibrios en la plantilla. Huskic, Burjanadze, Barrueta y Diagne han sabido tirar del carro. A otros como Lundqvist y, especialmente, Jakovics, se les ha atragantado el salto. Aleix Font y Álex Hernández, ambos jugadores de cupo, han tenido un rol residual. El capitán ha jugado menos que Omar Thiam, el vinculado del Xiria.
Mercado deficiente
El conjunto coruñés se movió con rapidez en verano para fichar a jugadores veteranos como Augusto Lima, Trey Thompkins, Phil Scrubb, LJ Figueroa y Brandon Taylor. Los hombres llamados a dar asumir el salto de nivel no han podido cargar con el peso del equipo. Mientras Taylor, Scrubb y Thompkins sí han aportado sus virtudes al equipo con regularidad, Lima y Figueroa se quedaron a medias. Una lesión lastró al hispanobrasileño desde diciembre y el dominicano decidió marcharse en Navidad por falta de adaptación.
La dirección deportiva salió al mercado para buscar a los recambios de ambos, pero se encontró con la oportunidad irrechazable fichar a Thomas Heurtel. Aunque el base galo derrochó calidad, al equipo necesitaba otras piezas. Ángel Núñez llegó en febrero, más de un mes después de la marcha de Figueroa, pero no logró ganarse la confianza de Epi. Karlis Silins, fichado en marzo tras la recaída de Lima, aportó su granito de arena en el cinco, pero no pudo enderezar el rumbo.
Enfermería ocupada
Las lesiones ocurren en todos los equipos, pero el Leyma se vio especialmente castigado por las bajas de sus jugadores capitales. Augusto Lima se lesionó en diciembre y, desde entonces, no ha tenido continuidad en la rotación. Thompkins necesitó varias semanas para ponerse a tono al inicio del curso y un esguince le frenó hace unas semanas, cuando su liderazgo en el equipo iba a más.
Heurtel, con problemas de rodilla, pudo jugar ocho partidos antes de causar baja y someterse, hace unos días, a una artroscopia que le dejó fuera de combate hasta el final de la liga. Otros jugadores, como Scrubb o Huskic, también han pasado varias semanas en el dique seco. Además, un virus dejó en cuadro al conjunto naranja en los primeros días de enero y agravó la mala dinámica.
Frío a domicilio
En su primer año en su nueva casa, el Leyma se arropó como pudo con el calor del Coliseum. El conjunto coruñés ha sumado en casa cinco de los siete triunfos que ha conseguido esta temporada. Lejos de A Coruña, solo ha sido capaz de asaltar al Lleida en el Barris Nord y al Girona en Fontajau.
Las derrotas ajustadas en las visitas al Granada y al Breogán, ambas en duelos que los naranjas tenían controlados en los últimos minutos, minaron las opciones de competir por una salvación ya inaccesible. Consiguió forzar la prórroga ante el Joventut y ofreció más resistencia de la prevista contra equipos como Unicaja o Tenerife, pero también se llevó palizas ante Valencia y Baskonia que figuran, ya, en sus registros históricos.
La peor defensa
El Leyma ha consumado su descenso a Primera FEB el Bilbao, precisamente, en el primer partido en el que logró dejar a un rival por debajo de 80 puntos (79-67). Los naranjas se han desangrado cada jornada en defensa. Les ha faltado también músculo. Han encajado 100 o más puntos en diez de los 31 partidos y en otros tres (Valencia, Gran Canaria y Girona en el Coliseum) se quedaron al borde de las tres cifras.
Diego Epifanio no logró encontrar el remedio para un mal que, en función del partido, se ensañó con los hombres del perímetro o los de la pintura. Los problemas puntuales en el rebote defensivo, las pérdidas no forzadas y los desajustes en muchas transiciones han puesto un clavo detrás de otro en el ataúd del club coruñés.