Europa, prioridad absoluta

La defensa de Europa debe desarrollarse desde el amplio arco político que comulga con los valores que son su común denominador y su constituyente. En otro caso la derrota es segura. Esos valores se formalizan en el elenco de libertades y derechos propios de una democracia plena y del Estado de derecho. No debería ser siquiera necesario acotar ese recinto político y establecer las líneas rojas que lo demarcan, más allá de las cuales están, lisa y llanamente, sus enemigos. Reactivar y movilizar el sentimiento europeo y europeísta requiere, como premisa, restaurar con determinación los vínculos que, por encima de las posiciones partidarias, unen a cuantos participan de ese credo. Lo siguiente es asumir una actitud de beligerancia. Hostigada desde Oriente, desde Occidente y desde dentro, la Europa de sus valores no se puede permitir dispersión, confusión, indolencia ni permisividad. n

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