Dicen en la zona de Gistaín que no son pueblos aislados, que son valle. Y lo que atañe a uno, también atañe al resto. Así, la noticia de que el próximo curso se unificarán las aulas en Plan ha generado distintas opiniones en los vecinos, que aunque no tengan niños piensan que el cierre de la escuela puede ser beneficioso o perjudicial para el pueblo.
Desde Chistau Sabor habla Eva Fillat, que abrió su tienda de paté en Saravillo en 2020 y que afirma tener «calidad de vida» en el pueblo. «El número de niños va bajando, y es mucho mejor que estén los niños que hay en el valle juntos a separados», opina. «Yo lo hubiese agradecido», dice desde su experiencia, pues ella fue a la escuela en Saravillo y es la única joven de 1995 de la localidad.
Fillat recuerda el paso al instituto en Aínsa como un «cambio brutal». Pero, subraya, «cada uno tiene su experiencia». «Hay gente que ha tenido buenas sensaciones, el tener como un profesor particular. En mi caso no fue así», dice.
Lugar de referencia en el valle es también la Panadería Pueyo, un negocio familiar que con Javier y África al frente va ya por su tercera generación. Los hermanos cuentan que con la unificación de las aulas hay «muchos puntos de vista». «Al final, es mejor estar muchos que estar tres», dice Javier. Con todo, señala que a ellos no les «afecta» de forma directa porque no tienen hijos.
Un paseo por el pueblo lleva a la escuela, un edificio blanco, grande y con porterías de fútbol amarillas. Dos trabajadores talan las ramas de los árboles que se están adueñando del patio. Según cuentan, se va a trabajar en poner bien la valla.
Los testimonios del valle
Ana Carmen Muñoz es una joven que trabaja en Chistau Natural, un punto de producción de carne en San Juan de Plan. Aunque la vida le ha llevado por otros senderos, llegó de Zaragoza hace cerca de dos años para trabajar como maestra. Así, entiende los distintos puntos de vista sobre la unificación. Como maestra, comparte su punto de vista. «Pedagógicamente es mejor que vayan todos juntos, pero a nivel de burocracia es muy fácil cerrar una escuela, pero volver a abrirla cuesta un montón», afirma.
Frente a las puertas de la escuela de Gistaín están reunidos José Sesé, José Barral y Andrés Castillo. «Por pocos alumnos que haya, en un pueblo así, como quiten la escuela ya le quitan mucho», expresa Castillo. Según indica, este jueves llegó un nuevo profesor al pueblo porque la maestra está enferma. «Estará hasta junio», supone.
Sesé cuenta que la escuela ya había estado cerrada, y hace casi veinte años la reabrieron, a lo que Castillo añade que Gistaín «era el pueblo más crecido» y llegó a tener tres colegios.
Castillo camina hasta El Reposte de Chistabín, que ofrece productos típicos y que llevan David Bielsa, alcalde de la localidad, y Ana, su mujer. Bielsa explica que la unificación llega por una petición de las familias y subraya que los ayuntamientos no han formado parte del asunto. «Dijimos que era una cosa de los padres, pues es la educación de sus hijos», relata.
Explica también el porqué de elegir la escuela de Plan: «El edificio estaba un poco preparado. En Gistaín no teníamos local para eso. San Juan sí tenía, pero era una inversión de 300.000 euros o una barbaridad, y Saravillo eran trescientos y pico mil, y lo de Plan era 47.000 euros o algo así. Y es más céntrico también de cara al valle». «El que menos niños tiene, pero el que mejores condiciones», añade ella.
Bielsa recuerda que fueron algunas de las madres y padres los que pidieron esta unificación al Gobierno de Aragón. «Es una democracia», señala. Fue después cuando llegó la polémica. Pero en la zona de Gistaín no son pueblos aislados. Son valle.