El político, el perro y el chivo expiatorio

Pensábamos que el mejor amigo del hombre era el perro, pero para la clase política -da igual a qué lado de la balanza ideológica se sitúe- la amistad que más réditos reporta es la del chivo expiatorio. La culpa siempre está fuera, la responsabilidad corresponde al otro. El que gobierno no asume sus propios errores y se aferra a la poltrona como una llámpara a la roca; quien se sitúa en la oposición es incapaz, por otra parte, de reconocer los aciertos del contrario, todo por el interés de derribar al enemigo y expulsarlo del poder. En este país, y en esta región, a unos y otros incomoda la posibilidad del acuerdo. Parece no haber sitio aquí para soluciones a la alemana. Ni siquiera cuando la situación recomienda negociación y consenso.

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