Las Palmas volvió a perder por segunda vez como local de forma consecutiva. Tenía en su mano sumar ante el Valencia y Rayo Vallecano, pero la falta de una simple idea táctica vuelve a castigar al equipo que dirige Diego Martínez, al que tanta soberbia le está pasando factura dentro de su propio vestuario
Lo de anoche ya roza el esperpento. No solo por el resultado que ofreció el marcador a la conclusión de los 97 minutos, con la segunda derrota consecutiva del equipo insular actuando como local y jugándose la vida en Primera, sino porque lo exhibido en el terreno de juego no fue más que la reiteración de una historia que refleja la incapacidad del entrenador de proponer algo a través de sus jugadores con lo que competir y que merezca la salvación. Si a eso encima le añades dosis de superioridad verbal al nexo entre la afición y el club, peor imagen queda de una institución que está en su 75 aniversario.
Diego Martínez se excedió en la previa del partido contra el Rayo cuando se le preguntó sobre las alternativas a una posible ausencia de Fabio Silva y su respuesta delató el respeto que tiene a los medios de comunicación. «Y si mi abuelo… No sé. Isi viene con el Rayo… Isi juega con ellos… Un gran jugador además».
Ahora, no es que estas palabras tengan la intención de pasar factura, sino más bien reflejar que cuando escupes para arriba, la trayectoria puede venirse en tu contra y está claro que este equipo tiene un grado excesivo de dependencia con Fabio Silva.
Martínez se podía agarrar al estado de gracia del delantero portugués y así parece que se puede entender que haya sido capaz de obtener ocho victorias desde que llegó en octubre en el que Las Palmas no ha ofrecido absolutamente ni una idea de juego potable.
En la mejor racha que tuvo el equipo entre octubre y finales de diciembre, con los 19 puntos obtenidos y un triunfo incluido ante el Barça en Montjüic, los resultados llegaron porque así lo quisieron las individualidades que tiene este equipo, falto de cohesión.
Que si entraban goles a balón parado, que si Sandro metía faltas desde donde hiciera falta. La flor de Martínez estaba en su máximo esplendor. Un jardín que empezó a marchitarse en enero y que ahora, cuatro meses después, ya le queda aferrarse a unas gotas milagrosas que no parece que vayan a aparecer para salvar al equipo de consumar su séptimo descenso a Segunda en su historia.
Si Las Palmas ya se había entregado, aun más, al juego directo en el que las combinaciones de pase se hayan convertido en un pecado predicar, contra el Rayo fue aun más esperpéntico lo que se vio en Siete Palmas.
Qué tiene que saber «una persona de fútbol» como Martínez separa a los mortales que se comunican con él dos veces por semana en la sala de prensa con él mismo como para descifrar por qué su equipo se pasó desde el minuto 66 metiendo centros frontales a una zona que estaba defendida por Aridane y Lejeune, probablemente dos de los mejores defensores del campeonato en balones aéreos.
La idiosincrasia de este club y por la que supuestamente se ficharon los jugadores en verano que se iban a adaptar a la filosofía de Luis Carrión, ayer tuvieron un 41% de posesión de balón y fallaron 91 pases de los 315 que dio la Unión Deportiva.
El único credo que mantiene el míster y sus jugadores, que muchos de ellos ya están cansados de que no haya alguien que les guíe y creen que «el equipo no juega a nada», es el de meter pelotazos desde la línea defensiva y esperar que la fortuna sonría.
No hay ni una intención de dar tres pases seguidos. La circulación de balón es excesiva. El ritmo, por mucho que los jugadores corran, es inútil si no se combina con la pelota alternando las botas de los jugadores. Ya ni mucho menos se espera que se trence una pared en el centro del campo.
Un simple dato. Las Palmas hizo ayer ocho faltas. Un número que refleja que el equipo no está unido, que deja muchos espacios, y que por tanto no puede abrazar una coralidad en la presión. Imagínense si a ese intento de incordiar a la zaga rival tiene que ejercerlo Januzaj junto a McBurnie. El belga, si está para lo que está, no tiene mucho sentido que se ponga a perseguir liebres. Al final, terminó desgastado y con chispazos de su genialidad cuando cayó a banda.
Por increíble que parezca, los números todavía le siguen dando a esta Unión Deportiva si de repente le da por ganar los tres partidos que le quedan. Eso sí, a ver cómo lo va a intentar porque Fabio, que cada vez que no puede jugar Las Palmas pierde, no va a vestirse de corto ante el Sevilla, Leganés y Espanyol.
Al final, la pregunta a Martínez va a ser la de su propia respuesta. ¿Y si, y si, y si su equipo jugara a algo, señor Martínez? n
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