Que la caótica y surrealista temporada del Real Zaragoza pueda casi acabar con dos goles en menos de diez minutos de Alberto Marí primero y Dani Gómez puede considerarse un epílogo a la altura de lo que se ha vivido en La Romareda en la que va a ser la última campaña en pie del viejo estadio. Lo peor de todo es que, a estas alturas, tampoco sorprende a nadie que el equipo de Gabi Fernández pudiera ir pasado el minuto 85 perdiendo en casa 1-2 contra un Cartagena colista, desahuciado desde hace semanas y con problemas de pagos en sus nóminas. ‘Mañicomio’ en estado puro’
Pero es precisamente ahí, en el caos y cuando nada parece tener sentido, donde mejor se mueve este Real Zaragoza. Porque con la razón se ha visto durante todo el año que a este equipo no le da, pero la fe del escudo del león hace que, salvo hecatombe, los aragoneses sigan un año más en Segunda División. Algo que no habría casi ni que celebrar, pero no deja de ser significativo que haya sido un 10 de mayo y con los héroes de París en el palco cuando el Real Zaragoza ha demostrado que sigue vivo.
Esta vez los que han llevado al éxtasis colectivo al zaragocismo han sido dos invitados inesperados. Porque son dos de los que la grada mira con recelo y en los que Gabi tampoco parece confiar demasiado. Alberto Marí ha sido una de las decepciones del curso y desde muy pronto fue uno de los más señalados por su bajo rendimiento, que le relegó al fondo del banquillo. El valenciano, ya como habitual suplente, ha tenido alguna actuación salvable e incluso en su papel de revulsivo. A eso se agarró Gabi. Los tropecientos centros que puso el Zaragoza no llegaban a nadie y el técnico se acordó de Marí, al que solo le había dado minutos en dos de los últimos ocho encuentros ligueros.
Algo más había jugado Dani Gómez últimamente, aunque el que llegó para sustituir a Iván Azón en el mercado invernal tampoco estaba siendo el jugador que un día fue, pero que ahora solo parece un recuerdo. El horroroso estado de forma de Samed Bazdar, que no saltó al campo a pesar de estar calentando todo el segundo tiempo, posibilitó que los dos fueran los elegidos para intentar de rascar aunque fuera un punto ante el colista. Tampoco tenía mucho más para elegir en el banquillo Gabi, la verdad sea dicha.
Como más un acto de fe de otra cosa, los dos delanteros criados en el Valencia eran la última bala que el equipo aragonés tenía para evitar lo que hubiera sido una de las derrotas más vergonzosas de su historia. En la grada, la afición tampoco parecía confiar en ellos porque, con razón o sin ella, son muchos los que los consideraban dos balas, sí, pero de fogueo.
En cambio, y una vez más, cuando los argumentos futbolísticos estaban descartados, solo quedaba invocar a la enajenación y a la locura colectiva. Entonces sí, cuando La Romareda pierde el sentido es cuando pueden empezar a cosas que no se podrían ni imaginar en otro contexto. Alberto Marí tuvo la intuición que le ha faltado durante todo el año y Dani Gómez se disfrazó de Santillana con un cabezazo inapelable. Sospechosos habituales, fue esta inesperada dupla la que certificó la salvación virtual del Real Zaragoza. A uno ya pocas cosas le sorprenden de este equipo.