Juego de engaños

Un momento de la representación de Maror, que llega hoy al Teatre Arniches. | INFORMACIÓN

«Maror»

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De Rodolf Sirera

Dirección: Juan Luis Iborra

El mejor teatro escarba debajo de la piel de la naturaleza humana y debe ser provocativo. Poner al descubierto las lacras sociales y los defectos de las personas. Por esa travesía circula la obra de Rodolf Sirera, que aborda la realidad de una familia aparentemente feliz y acomodada. De tal modo, la madre pretende dar un cambio a su vida profesional y eso produce una borrasca con determinadas consecuencias. Un médico la está tratando y con él mantiene una relación que parece que va algo más allá. Esto es Maror, donde nada es seguro. El suspense y la sospecha sostienen el pulso y la atención del respetable en esta comedia dramática en valenciano que interpretan Lola Moltó, Josep M. Casany, Paloma Vidal, Sergio Caballero y Paula Branguinsky. La equilibrada y precisa dirección del también cineasta Juan Luis Iborra asume los estados anímicos, y el reparto los acoge con nitidez y proyección. Saltan las ocultaciones en un juego de engaños que riza el rizo. La búsqueda de poder y venganza. El sabor amargo y los lados oscuros de unos u otros en el ámbito escenográfico de Josep Simón y Eduardo Díaz. O el cinismo y la manipulación. Los actores se adueñan de todo ello. Y la calidez inicial en el salón de una bella casa se va convirtiendo en frialdad y tensión. Casany ofrece agilidad verbal, solidez y convicción que los demás también atesoran. La ambigüedad funciona y la inquietante atmósfera es relativa. La presunta muerte de la madre, las sorpresas un tanto artificiosas, aunque estén explicadas, y los regresos al pasado hacen camino al andar en el itinerario de misterio de Agatha Christie. Cuestionar las apariencias y las mentirosas conductas es la pretensión de Rodolf Sirera, quien obtuvo con este texto el Premio Nacional de Teatro concedido por la Generalitat de Catalunya en 1997. Es el autor de la exitosa «El veneno del teatro», la cual presenta algunas similitudes. Los espectadores que acudieron al Teatre Arniches de Alicante quedaron visiblemente complacidos.

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