El Levante siempre será capaz de lo mejor y de lo peor. Capaz de dejar escapar escenarios que le permitan huir de la desesperación y de sorprender cuando nadie apuesta por ellos. Quizás, esa sea su mejor virtud, su estilo de vida. Difícil de entender para unos, pero emocionante para los que sienten los colores azul y grana en su interior. Ser del Levante es navegar en el alambre y en la tensión más absoluta. Sobre todo, en una Segunda División de la que pelea por escapar a toda costa. No obstante, el Levante, siempre, e independiente de su estado de salud, resucitará de sus cenizas. Nunca hay que darle por muerto. Su victoria ante el Elche en el Martínez Valero, ejecutada mediante un ejercicio de resistencia y una precisión sobresaliente, le devuelve el crédito perdido tras sus dos últimos tropiezos y se asienta, a falta de tres jornadas de liga, en la segunda posición de la tabla. En el lugar donde todos los competidores en Segunda División sueñan con estar. Y el Levante, con nueve puntos aún por jugarse, tiene en su mano la posibilidad de ascender a la élite tres años después. En el territorio de las palmeras, el gato espera subir al lugar que le corresponde, aunque el Elche, a pesar de su derrota, también lo tiene cerca al conservar el liderato en la clasificación. La Comunitat Valenciana suspira por otro derbi más en Primera. A los de Eder Sarabia les queda poco. Y el Levante, si sigue así, terminará consiguiéndolo.
Celebración de Roger Brugué / Álex Domínguez
El Martínez Valero, uno de los escenarios más complicados de asaltar de la categoría de plata del fútbol español, vistió sus mejores galas para el que fue el partido de la jornada, con un Elche que, motivado por el calor de su gente, fue a arrinconar a su adversario a través de su estilo combinativo y vertical. Lo transcurrido en los compases iniciales del encuentro cumplió con las expectativas de Eder Sarabia, pero Calero, que aterrizó a su cita con el líder inmerso en una crisis de juego tras sus pinchazos ante el Oviedo y contra el Tenerife. Sin embargo, dio la sensación de que el entrenador del Levante tenía un plan. Por momentos estresante para los desplazados a Elx, ya que la superioridad local sobre el verde estuvo muy latente, pero su ejecución fue sobresaliente. Avisaron los locales, con un disparo de Josan que repelió Andrés Fernández y cuyo rechace terminó en las botas de un Nico Castro que se topó con el lateral de la red, aunque el Levante, posteriormente, se adelantó en la primera oportunidad que tuvo. Mandó Pampín un balón buscando el desmarque de Morales, pero el despeje de Affengruber cayó en un Brugué que superó a Dituro con un disparo cruzado. Todos los desplazados al Martínez Valero enloquecieron con la diana de su ‘7’, referente en el levantinismo y artífice de goles importantes esta temporada. Fue el inicio guion soñado a pesar de que el Elche, ni mucho menos, no bajó el listón. Siguió amenazando la meta de Andrés Fernández, sobre todo, mediante centros, aunque sin renunciar a buscarle las cosquillas a su rival por zonas interiores… sin esperar que, en su segundo acercamiento, los granotas doblarían su renta en el luminoso después de un error de Dituro en su intento de jugar con Bigas. Carlos Álvarez se entrometió en el envío, se orientó hacia el interior del área y detectó la internada de un Brugué que no falló su mano a mano con el argentino. Un jarro de agua fría para el Elche, rabioso al sentir que su libreta, que causa tendencia en Segunda División, era incapaz de dañar a un Levante que se sintió cómodo defendiendo y, sobre todo, mandando misiles aéreos que superasen a la defensa franjiverde. De hecho, según su tendencia a lo largo del encuentro, ese era el objetivo: encontrar al frente de ataque levantinista.

Forés celebra su tanto ante el Elche / Álex Domínguez
Así llegó un descanso de ensueño en Orriols. Ni en sus mayores fantasías, la afición granota se imaginó afrontar el paso por vestuarios con un luminoso tan favorable. No obstante, si hay un equipo en el mundo capaz de lo mejor y de lo peor, ese es el Levante. Pese a ello, ni mucho menos iba a ser una segunda parte plácida. La intensidad del Elche subió. Era su partido, su momento de encarrilar su ascenso a Primera División y no quiso desaprovechar su oportunidad. De hecho, si Pampín no hubiese desviado en boca de gol un centro desde la izquierda a los cinco minutos de la reanudación, el guion hubiera dado un giro en beneficio del Elche. Sin embargo, los de Sabaria recortaron diferencias por mediación de Mourad, tras un centro procedente de la izquierda de Nico Fernández, que activó a los presentes en el Martínez Valero. El estadio se vino arriba, creyó en la remontada y, por momentos, la acarició, pero Andrés Fernández, desviando primero un potente lanzamiento de Pejiño, y después un chut envenenado de Josan, salvó los muebles de un equipo que, nada más meter en el campo a Kochorashvili, Iborra y Forés, se levantó del revés devolviéndolo con un tercer gol. Carlos Álvarez, cuajando uno de sus mejores partidos de la temporada, se la dio a Forés y el ‘19’, picándosela a Dituro, provocó un estallido de felicidad incontrolada en las gradas teñidas de azulgrana. Todavía tuvieron tiempo los de Julián Calero de hacer un cuarto que hubiese certificado el triplete de Brugué, pero el ‘7’ intervino en fuera de juego. No obstante, la luz del Elche se apagó cuando el delantero cedido por el Villarreal B silenció su estadio. No dejó de merodear el área rival, pero sin espíritu ni convencimiento. El Levante, de esta manera, afrontó el tramo final del partido seguro y confianza. Como si se hubiera quitado toda la presión que le agarrotó en sus dos últimos compromisos.