Asturias ye la bomba. Este territorio cañón se dispara en la bolsa de la industria armamentística nacional, tal que la nueva obsesión del barbonismo es blindarse con carros de combate. Parece que quieren poner todas las balas de la economía regional en el mismo tambor, que al socialismo asturiano se le acabaron los tiempos de paz. Prepárate, va a estallar el obús.
Cualquier día, el visitante que accede al edificio de las consejerías se da de bruces a la entrada con un vídeo propagandístico de la empresa militar, que uno no sabe si acaba de entrar en un despacho de una agencia de innovación o en el búnker del Estado Mayor de la Defensa. Cualquier día vemos desfilar con gorra de plato a consejeros, viceconsejeros y directores generales.
Es obvio que el PSOE asturiano necesita munición abundante para recuperar plazas perdidas, como la de Gijón, sin ir más lejos. Se han desatado las hostilidades en El Musel con inusitada virulencia. Los socialistas del litoral se han hecho fuertes en las dársenas portuarias, desde donde su Almirante Cervera dispara cañonazos sobre los balcones de la Casa Consistorial, a ver si Moriyón se rinde y hace ondear la bandera blanca. La batalla del naval ha comenzado por un quítame de ahí un trozo de franja costera, como si el paseo en disputa fuera la isla de Okinawa. Nadie sabe en qué acabará esta guerra a balazos pero como la FSA la pierda, alguno va a acabar sus días en un convento, como Fernán Gómez en «Balarrasa».
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