Las Fallas protagonizaron este viernes la primera gran fiesta de la Virgen: infantiles primero y mayores después salieron a bailar en la plaza ante multitudes de familiares, seguidores y curiosos, en un preludio a base de tabal, dolçaina y castañuela. Si por las Fallas fuera, con su inmensa potencia social podrían estar bailando a turnos durante infinitas «dansaes» todo el día, en el particular preludio de los actos en honor a la patrona.
La dansà a la Verge es también, en gran medida, una pasarela de indumentaria tradicional. Los cientos de participantes sacan del armario -o confeccionan para la ocasión- modelos alejados del convencionalismo de la manga de farol, propia de otro tipo de festejos.
Dentro de esta particular exhibición de outfits, ya está más que establecido desde hace años que fallera mayor y corte de honor -en su versión grande e infantil- estrenen indumentaria para la ocasión.
Mireia, Beatriz y Paula, con sus trajes / Moisés Domínguez

Carolina Rueda, María y Carolina Torres. / Moisés Domínguez
En la edición de 2025, la corte mayor ha aprovechado el momento y la visibilidad para hacer una campaña la campaña de apoyo más especial: hilos, metales nobles y joyas en lugar de lodo. «Cuando, como Corte de Honor, nos planteábamos qué queríamos idear para nuestro traje para la Dansà de la Verge, Valencia sufrió uno de los momentos más duros de su historia, la dana del 29 de octubre. En ese momento, sentimos que nuestra forma de ayudar debía ir más allá, y que podíamos hacerlo, en la medida de nuestras posibilidades, contando en nuestra indumentaria con profesionales del sector afectados por la tragedia, ofreciendo nuestro apoyo y aportando nuestro granito de arena».
Catarroja, Sedaví, Massanassa, Algemesí…
Así, todos los elementos principales del traje surgen de talleres arrasados por la riada y que simbolizan con estas piezas nuevas su particular reconstrucción.
El traje incluyó trabajo procedente de Catarroja: la tela de Compañía Valenciana de la Seda, un rayón de nombre «Resiliència» estrenado para la ocasión en color marfil con flores engamadas por cuadros.
Sin salir de la zona cero, las peinetas de nombre «Arrels» proceden de Sedaví, del taller de Peineta del Turia, con un dibujo creado a partir de la propia historia de todas ellas como corte de honor. Merecerán un capítulo aparte, pero tiene alusiones a la Fonteta, la Crida, a ellas mismas, al padre de Claudia Ausina y a la Plaza de la Virgen.

El corazón de una de las falleras, con dos de las poblaciones / Moisés Domínguez
Del otro lado de la vía del tren, Paco Artola saca del taller de Massanasa el aderezo, unas girandolas con piedra esmeralda, una evocación a la «joia» incorporada al cadafal de la verge, y una caramba con forma de corazón en el que aparecen los nombres de las localidades afectadas por la dana.

Diseño de la peineta / PT
Por debajo, el cancán es de Margarita Vercher, cuyo taller de Algemesí hizo su particular ejercicio de reconstrucción en tiempo récord tras desalojar el agua y el lodo del río Magro.
«Canto a la resiliencia»
Las partes del todo fueron unidas en 1700 -ya en el centro de la ciudad, aunque su titular, Jorge Fabuel, procede de Castellar-l’Oliveral- y se completó con zapatos de Solepiel, calcetines de La Tortugueta y pompones de Las Tres Avemarías.
Un traje convertido en «un canto a la resiliencia que la sociedad valenciana ha demostrado y, en la medida que hemos podido, homenajear a los profesionales de la indumentaria, que tanto han tenido que luchar para salir adelante».