Hasta ahora, en avances de unidades militares con apoyo aéreo, los helicópteros iban por delante protegiendo a hombres y blindados. En un futuro inmediato serán los drones los que vayan por delante para informar de amenazas a los helicópteros… y proteger a vehículos y hombres. Es la principal aplicación militar del Flexrotor, una aeronave autónoma con la que Defensa y Airbus exploran en el nuevo concepto de batalla multidimensional: avance en tierra o en el mar, y guardianes robóticos en el aire.
Se trata de un helicóptero no tripulado que, a cien metros de altura, cambia su forma de vuelo a la de un avión; del rotor al ala fija. O sea, despegue vertical, o VTOL, uno de los detalles más valorados ahora en el uso militar de aeronaves, y vuelo a gran altura, un espacio en el que, a partir de los 500 metros, se hace inaudible.
Pero no se investiga el Flexrotor solo para la guerra. Como dice Luis Martín Díaz, director comercial y de programas de Airbus, “es pura tecnología dual”. Defensa hace sus pruebas con la Armada y las Fuerzas Aeromóviles del Ejército de Tierra (FAMET), pero las aplicaciones del aparato interesan también a Salvamento Marítimo y a Interior por su potencial combinándose con helicópteros de la Policía y la Guardia Civil en la vigilancia de fronteras, o del contrabando en el Estrecho, rescates, catástrofes…
Vuelo en vertical del Flexrotor en Colmenar Viejo (Madrid). / José Luis Roca
Con ambos ministerios habla la compañía fabricante, sin que de momento se haya concretado una contrata. Esta es una fase preliminar de un proceso en tres pasos. Capítulo primero: en 2024, Airbus Helicopters compró Flexrotor, una startup radicada en Washington cuyos ingenieros principales ya habían diseñado el dron patrullero y de observación ScanEagle (Boeing) que usa la Armada. Capítulo segundo: desarrollo en la factoría de Airbus en Albacete de un valor añadido, un sistema de conexión del dron con helicópteros policiales o de combate, la combinación entre aeronaves tripuladas y no tripuladas; técnicamente, CUTC + UAS.
Viene ahora un capítulo tercero: en Albacete se crearán puestos de trabajo añadidos para montaje de sistemas en los drones cuando el programa se solidifique, probablemente de aquí a un año, estiman en Airbus.
Señalar blancos
“El futuro de la mayoría de las misiones aeronáuticas es la combinación de plataformas no tripuladas con las tripuladas”, explica Luis Martín momentos antes de mostrar el Flexrotor en la pista de la base que las FAMET tienen en Colmenar Viejo, al norte de Madrid.
El robot volador tiene 14 horas de autonomía con un depósito de combustible de 0,2 litros. Y sus ojos, dependiendo de la óptica que se le monte a la aeronave, pueden identificar de día y de noche pateras, narcolanchas, matrículas de furgones de traficantes, pescadores ilegales, unidades adversarias en el campo de batalla o los rescoldos aún vivos de un incendio forestal.
En términos militares, a esas funciones las agrupan bajo las siglas ISTAR: Inteligencia, vigilancia, adquisición de objetivos y reconocimiento, en su traducción al español. Pero no solo el Ejército está implicado en las pruebas; también la Armada. Una de las ventajas del sistema es lo que sus ingenieros llaman “baja huella logística”. A bordo de un buque de guerra lo que menos sobra es el espacio. Un ScanEagle necesita un lanzador y un recogedor, mecanismos que con sus repuestos pueden llenar un hangar. El Flexrotor ocupa una maleta con ruedas de dos metros de largo, que puede llevar una sola persona: el aparato pesa 25 kilos.
Dentro de la maleta, las piezas del aparato y cuatro destornilladores. El dron se monta en 20 minutos. El operador necesita seis semanas de adiestramiento para hacerse plenamente con él. Las cámaras, radares o sistemas de visión láser que puede montar pueden rastrear durante 14 horas seguidas, de día y de noche, a personas perdidas en la montaña, náufragos que se buscan en el mar, individuos aislados en una zona contaminada o bajo radiación…

El Flexrotor se prueba en combinación con otra aeronave de Airbus que dota a las Fuerzas Armadas y las Fuerzas de Seguridad, el helicóptero H135. / José Luis Roca
Hoy un helicóptero de ataque como el Tigre que usan las FAMET puede ver amenazas a cinco kilómetros de distancia, pero si vuela en compañía de este perro guardián, su radio se amplía a 120 kilómetros. En la guerra, el robot puede hacer de avanzadilla, localizar un objetivo, señalizarlo, contárselo al helicóptero que viene por detrás, que disparará su misil… y el dron se quedará, comprobará si el disparo ha dado en el blanco y lo comunicará. “Se acaba la exposición de la tripulación del helicóptero al fuego enemigo”, explica Martín.
En su opinión, esta combinación entre plataforma tripulada y robot “aumenta la eficiencia táctica -de los disparos- evitando blancos indeseados, aumenta la supervivencia de las tripulaciones y aumenta la velocidad en la toma de decisiones. Si se controla el terreno, podemos anticiparnos”.
Un AVE que vigilar
Los ministerios de Defensa e Interior estudian en estos momentos y hasta 2027 cómo incorporar drones a todo tipo de misiones. La sempiterna línea roja de Defensa -que la inversión genere trabajo y conocimiento en España- implicaría que este dron se convierta en el centro gravitatorio de innovaciones que otros ingenieros y empresas quieran incorporarle en materia de óptica, comunicaciones, carga -de hasta ocho kilos, un kit de supervivencia que lanzarle a un alpinista herido, por ejemplo- o, algo pendiente de perfeccionar, sistemas de protección contra el jamming, la perturbación del aparato por una fuerza hostil.
El Flexrotor se perfila como complemento para otro despliegue previsto, el del Plan Nacional de Helicópteros que Moncloa baraja para aplicar en diversos flancos de la acción del Estado. El dron entra también en los temas de colaboración que motivaron la conversación que Pedro Sánchez mantuvo con el consejero delegado de Airbus, Guillaume Faury, en marzo pasado.
De momento, se prueba como complemento en el aire del H135, helicóptero ligero con el que se dotan la Policía, la Guardia Civil y los Mossos d’Esquadra. Pero el robot lleva 4.000 horas de vuelo en Estados Unidos. Estuvo en funciones de observación en las misiones militares de Afganistán, se ha probado en el Ártico y últimamente lo han utilizado los bomberos norteamericanos para la lucha contra los tremendos incendios forestales que sufre aquel país.
“La mayoría de esos incendios se inician al atardecer, y el Flexrotor puede volar de noche, cuando otros medios aéreos no pueden, informando de la evolución del siniestro”, explica Diego Hernández, directivo de Airbus Helicopters.
Las tribulaciones que sufre Estados Unidos han moldeado su uso en aquel país, y en España los últimos acontecimientos le dan relevancia a una de las posibles funciones del aparato: la vigilancia de infraestructuras críticas. Por ejemplo, recorrer en turnos de 14 horas el trazado del AVE, informando de si se acerca a la vía alguna banda de ladrones de cobre…