Nada deleita más a Luis Enrique, esencia troncal de su carácter, que demostrar que siempre tuvo razón mientras la platea le abucheaba en sus momentos de mayor debilidad. Los triunfos justifican su puesto de trabajo, pero la autorreivindicación es la proteína de su dieta vital. Le mataron cuando despreció el adiós de Mbappé, cuando castigó a su heredero Dembélé, cuando relegó y después enseñó la puerta a Kolo Muani. Hoy, todos esos episodios anticlimáticos convergen para encontrar su sentido en el relato que ha ido dibujando el asturiano en el Parque de los Príncipes durante los dos últimos años. Porque hoy, el PSG es finalista de la Champions 2025.
En París, en casa, refrendó este miércoles el 0-1 logrado ocho días atrás en Londres. Sufrió a ratos, claro, porque el Arsenal es un equipo mayúsculo, como demostró en cuartos de final para el Real Madrid, pero Donnarumma apareció en los momentos de trance inglés para negarle la gloria a los de Mikel Arteta. Fabián y Achraf atinaron en la portería contraria para que el PSG se cite con el Inter en la final del 31 de mayo en Múnich. De ella, saldrá el primer campeón de la Champions desde 2010, año del último título ‘interista’, que no es ni español, ni inglés, ni alemán.
Colosal Donnarumma
No estaba Dembélé, aún algo renqueante de la lesión que le sacó del partido de ida, pero sí Donnarumma y fue eso, la presencia imponente del italiano, lo que salvó al PSG y frustró al Arsenal en el alba de la velada. Saltaron los hombres de Arteta al Parque de los Príncipes como si fueran dóberman. En 10 minutos, ‘Gigi’ había completado dos heroicidades, que se sumaron a un cabezazo limpio que Rice solo es capaz de errar una vez en su vida. Justo esa.
Lograron los locales sacudirse el sofoco frenando las revoluciones del balón, cuidándolo para que las hordas londinenses no le imprimieran la sexta marcha. La desaceleración no le sentó bien al Arsenal, que comenzó a cometer errores. Kvaratskhelia y Doué diagnosticaron el mareo inglés y Fabián lo castigó. Recogió en soledad el rechace de una falta frontal, encontró espacio con un control con el pecho y ajustició a Raya para dar más ventaja al PSG en la eliminatoria.
Lewis-Skelly se lamenta durante el PSG-Arsenal. / CHRISTOPHE PETIT TESSON / EFE
La primera parte pudo terminar, perfectamente, con un 3-3 en el marcador, pero Fabián fue el único que cantó línea. Necesitaba el Arsenal para remontar dos goles a un Saka que no aparecía, emparedado por el doble marcaje de Nuno Mendes y un generoso Kvaratskhelia. Cuando al fin lo hizo, pasada la hora de encuentro, con un disparo hacia la escuadra, Donnarumma volvió a grabar su nombre en los titulares de la eliminatoria.
Vitinha falló un penalti
Esa pudo ser la tumba del Arsenal, pues en el contragolpe de esa acción, un disparo de Achraf impactó en la mano de Lewis-Skelly. El árbitro no lo vio, en realidad nadie lo hizo salvo el VAR, que recomendó la revisión. Felix Zwayer corrigió su decisión inicial, pero Raya detuvo el tímido lanzamiento de Vitinha.

Marquinhos felicita a Donnarumma durante el PSG-Arsenal. / YOAN VALAT / EFE
El guardameta español solo aplazó lo inevitable. Salió Dembélé al campo en el 70 y en dos minutos combinó con Achraf para que el madrileño abrochara el paso del PSG a la final. Saka, poco después, maquilló el resultado global con un gol. Aún tuvo un último estertor de reivindicación el Arsenal, pero la misión ya era excesivamente ambiciosa. Ya no iban a ser capaces de descarrilar el trazo con el que Luis Enrique está redactando su historia en París.