Empieza todo. 25.000 bombillas led para una portada que representa el pabellón de Chile de 1929. 254.000 bombillas repartidas a lo largo y ancho del Real. Como por arte de magia, iluminadas a las doce en punto de la noche. Sevilla quiso volver a su feria de toda la vida. Esa que comienza con la cena del lunes del pescaíto y acaba con el domingo de fuegos artificiales. Aquí está. Íntegra en mayo pero con las mismas ganas de siempre.
Casi una década después de que en 2016 se cambiara el modelo, se acabó la semana que cogía dos fines de semana, de sábado a sábado, y que se prestaba a muchos más visitantes de fuera de la ciudad. Vuelta al formato clásico, ese que concentra la diversión desde el martes hasta el domingo, con festivo incluido el miércoles, y al que muchos pedían regresar porque supuestamente lo aguanta mejor el bolsillo y, al ser menos días, permite reencontrarse con más seguridad con familiares y amigos.
El estreno en sábado no logró asentarse como tradición en sus nueve años, salvo los dos que la pandemia de covid impidió la celebración. Siete ediciones han sido insuficientes para consagrar ese modelo de cifras récord de impacto económico y visitantes. Pese al cambio se esperan de nuevo cifras importantes de público. Los hoteles superan el 84% de ocupación y eso que los precios están disparados, hasta 900 euros una noche. Los visitantes de fuera que se repartían en dos fines de semana se concentrarán posiblemente en el último.
«El año pasado fue mucho mejor en número de clientes con el Sábado de pescaíto. Aquí, a estas horas había por lo menos el doble de gente», asegura Carlos desde la Chocolatería Virgen de Luján, justo frente a la Portada.Esta noche la mayoría de su público es extranjero y «el pescaíto frito sale a pares». Los Cantores de Hispalis, los Beatles de las sevillanas, repasan su antología musical sobre el escenario mientras el cronómetro avanza hacia la hora mágica, los pies se lanzan al baile, las palmas redoblan y todo el mundo demuestra que se sabe los estribillos.
Del tren al albero
Muchos de quienes pisan ya el albero habrán pasado el mal trago del caos ferroviario que la madrugada del lunes dejó a más de 10.000 pasajeros desde Madrid y destino Andalucía atrapados en los trenes de alta velocidad. Un «grave sabotaje», según el Ministerio de Transportes, que investiga la Guardia Civil, con el robo en cinco puntos de cableado que ocasionó graves incidencias. A eso se sumó el enganchón de uno de los trenes Iryo a una catenaria, lo que agravó los retrasos. Hasta bien entrada la tarde del lunes no se recuperó la normalidad. Muchos viajeros venían con sus portatrajes para ir directos a la noche más elegante de la Feria, esta del lunes de alumbrado de farolillos.
A prueba de apagones
Sin duda será tema de barra en la Feria, el caos de Renfe o el apagón eléctrico de la semana pasada. Sepan que el Real dispone de generadores eléctricos de suficiente potencia como para mantener la luz en el recinto y permitir un desalojo tranquilo si de repente España se fuera de nuevo al cero energético entre bailes por sevillanas bajo las lonas. Los precios han subido levemente, jarritas de rebujito a 12 euros y montaitos a cuatro. Las atracciones no tienen esta edición día de precios más bajos, dicen los feriantes que al ser menos días no pueden permitírselo, así que preparen los bolsillos si tienen muchos niños para pagar entre 4 y 7 euros por viaje.
La promesa de la ampliación
La Feria se ha quedado pequeña pero no hay ningún plan en marcha para cambiarla de ubicación. No hay terrenos que reúnan las condiciones necesarias para hacer un segundo traslado como el que en 1973 permitió la mudanza del Prado a Los Remedios. Lo que sí hay prometido es una ampliación del actual recinto para 2026. Es una promesa eterna que tiene más de una década. El próximo año se ganarán 250 casetas, eso ha garantizado el alcalde, José Luis Sanz, retranqueando terrenos a la zona de las atracciones y la calle del Infierno. Hay más de mil solicitudes en lista de espera. Algunos de los diez afortunados que estrenan caseta este año llevan décadas aguardando, hasta 30 años. Así fue como recibieron la llamada del Ayuntamiento los socios D’Aquí Venimos: «¿Sabéis que os ha tocado un piso en la Castellana?».
La vuelta a la Feria clásica viene rodeada de polémica. El resultado del referéndum fue ajustado. Optó por este formato clásico de lunes de pescaíto el 52% (55.435 personas) frente al 48% que se decantó por el modelo largo (51.356 personas). En total, participaron 106.791 sevillanos y socios de casetas en la consulta de la Feria, el 18,27% del censo. Tras el referéndum llegaron las quejas y las denuncias de falta de garantías en la votación. Dudas que el Ayuntamiento de Sevilla ha tildado de infundadas en todo momento.
La polémica se ha concentrado en los días previos de la llamada preferia. El sábado por la noche ya había casetas con celebración y el domingo se recuperó otro clásico, el día en el que los socios de las casetas se reúnen para poner los últimos farolillos, dar los retoques a la decoración de las casetas y sentarse a comer, sin invitados que atender, alrededor de un arroz. Un día de convivencia en las casetas privadas que ha sido criticado por quienes considera que al final la feria sigue comenzando el sábado pero solo para unos pocos privilegiados que sí son titulares. Y con servicios públicos, claro.
Un solo festivo
Posiblemente la polémica quede enterrada en cuanto comience la diversión. El martes es el día de las comidas de trabajo y hay muchas recepciones institucionales y de empresas. El miércoles, el único día que será no laborable para los sevillanos, se espera lleno y ambiente muy familiar. Jueves y viernes se podrá comprobar si al ser la feria más corta se aguanta mejor, con público tanto de día como de noche, ya que en el modelo largo había días con el Real muy vacío.
El gran problema de la última edición fue sin duda la movilidad. Colas para llegar en metro y atascos para acudir desde los puntos más alejados de Los Remedios, como el Aljarafe o Sevilla Este. Este año habrá seguridad en las paradas de taxis, para tratar de aliviar los problemas de los últimos años, y Sevilla Este contará con una lanzadera que permitirá acudir de forma directa al Real, tal y como permite Tussam directamente también desde el Prado de San Sebastián. El metro, que vivió escenas de colapso en 2024, volverá a ponerse a prueba, son los mismos vagones pero el servicio será ininterrumpido y sube la frecuencia de paso. El calor parece que apretará lo justo, con máximas de 25 grados, y la lluvia parece que respetará al menos hasta el jueves. Como sea, una vez que se llega al Real, se deja todo atrás y toca disfrutar como siempre aunque esta vez sea en mayo.