Arte moderno para el dinero fresco de Madrid: vuelve la feria Standarte

Cuando empezó en el mundo del arte en Barcelona, a Mercè Camps la llamaban «la niña Camps». Nacida en una familia de tradición textil, coleccionista y artística –intereses que con frecuencia iban juntos en la próspera Barcelona industrial–, Mercè se incorporó en cuanto la dejaron a Brok, galería y luego casa de subastas fundada por su padre. Apenas una adolescente, compaginaba el trabajo y los estudios. Con veintipocos se fue a Nueva York a seguir aprendiendo en Christie’s y foguearse en el exigente mundillo galerístico de Manhattan. Volvió a España con el apetito abierto. En su ciudad se encontró con un mercado un poco estancado, tocado por el procés y por la falta de interés de la gente con dinero. La burguesía ilustrada que antes compraba arte ha sido sustituida por una clase suntuaria que prefiere los yates, los coches llamativos y los bolsos de firma. No obstante, Mercè Camps se ha atrevido a apostar por su pasión, embarcando de paso a su hermana gemela, Oti, que antes se dedicaba al mundo de las finanzas, en la aventura de Art Camps, una empresa especializada en compraventa y tasación de obras de arte y asesoramiento a coleccionistas. Y desde hace tres años a organizar Standarte, una feria boutique que trae a Madrid a galerías de Barcelona y otras partes de España especializadas en arte moderno.

Mercè Camps conversa con un visitante en la edición 2024 de Standarte, celebrada en la Casa de América.

Las dos primeras ediciones se celebraron coincidiendo con ARCO, junto con otras pequeñas ferias –Urvanity, Justmad– que aprovechan la afluencia a Madrid de coleccionistas nacionales e internacionales con la billetera llena. Pero en su tercer año han decidido desmarcarse de esa semana del arte quizá ya demasiado saturada y se han pasado a mayo, con la esperanza de consolidarse como una cita de referencia de la primavera madrileña, un tanto ayuna de acontecimientos artísticos. Y sobre todo confiadas en el poder adquisitivo de la adinerada colonia americana que se ha instalado en los últimos en Madrid, un público que valora la renta fija de las obras irrefutables frente a la volatilidad del arte contemporáneo.

Ante todo, una gran exposición

Este miércoles 7 de mayo se inaugura en la Fundación Carlos de Amberes –antes de que comiencen en julio las obras de ampliación de su sede y que han obligado al traslado de su imponente Rubens al Museo del Prado– la edición 2025 de Standarte. Siete galerías se presentan con una selección de más 150 obras de primera calidad de artistas indiscutibles de los siglos XIX, XX y XXI. El resultado, ante todo, es una gran exposición de arte de primera que merece una visita, se tenga o no la intención o la capacidad adquisitiva para comprar. Las obras que se van a ver en este salón apelan al gusto clásico de una clientela con recursos suficientes para pagar cerca de un millón de euros por uno de los pocos Antonio López de la primera época que están en el mercado –Bodegón cerca del pueblo, de 1959, de la mano de una galería habitualmente especializada en arte antiguo como J. Bagot–, plantearse adquirir un pequeño e insólito SorollaInterior con niño– que trae Lorenart o el Homenaje a Machado que pintó Joan Miró en 1965 que expondrá Mayoral. Aunque hay muchas opciones a partir de los 3.000 euros en que está valorada la obra gráfica más asequible.

'Bodegón cerca del pueblo' (2019), de Antonio López.
‘Bodegón cerca del pueblo’ (2019), de Antonio López.

Mayoral, prestigiosa galería con sede en Barcelona y París, es una de las cuatro que se estrenan este año en Standarte junto con Lorenart, BIM Heritage y la bilbaína Astarloa, especializada en bibliofilia pero que poco a poco está ampliando sus intereses al arte y los objetos insólitos que uno de sus responsables, Iker Madariaga, muestra y a veces viralizar en sus vídeos para redes sociales. Por su parte, BIM introducirá una cuidada selección de mobiliario.

Quien visite Standarte encontrará una estimulante variedad de piezas de clásicos modernos: Picasso, Tàpies, Antonio Saura, Diego Rivera, Wifredo Lam, Alexander Calder, Manolo Valdés, Luis Feito, Manolo Millares, Francisco Iturrino, Carmen Laffón, Hans Hartung, Barceló o el cotizado contemporáneo Edgar Plans. Arte inteligible, que no reta al espectador con alambicados discursos, narrativas decoloniales, reflexiones procesuales o provocaciones técnicas, pero de valor indudable, como demuestran las adquisiciones que museos e instituciones públicas han hecho en ediciones anteriores de la feria. O la revalorización exponencial que experimentan de año en año algunos de estos artistas. Ahí resulta clave el buen ojo de las Camps, amantes del arte pero sobre todo grandes marchantes, con el olfato y la experiencia suficientes para ofrecer belleza y valor a sus clientes.



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