Tapados con simples mantas, totalmente indefensos mientras dormían en el viejo cauce del río Túria, dos sintecho fueron atacados por otro indigente sin motivo alguno, que les golpeó en la cabeza con sendas piedras de grandes dimensiones en la madrugada del 7 de febrero del pasado año 2024. Uno de ellos falleció en el lugar por destrucción de centros neurológicos, mientras que el segundo logró sobrevivir pero permanece todavía, un año después, hospitalizado en estado de coma. Hame K., presunto autor de estos dos asesinatos, uno consumado y el otro en grado de tentativa, padece un trastorno delirante que anulaba por completo sus capacidades cognitivas y volitivas, según el informe de la Unidad de Psiquiatría Forense del Instituto de Medicina Legal de Valencia.
En base a este informe sobre su imputabilidad, el Ministerio Fiscal aprecia una eximente completa por enajenación mental y solicita para el acusado una medida de 25 años de internamiento en un centro psiquiátrico, según ha podido saber Levante-EMV.
El acusado, de 31 años y en prisión provisional por estos hechos, se entregó esa misma mañana en el retén de la Primera Unidad de Distrito de la Policía Local de València confesando que “había matado a dos hombres”. Así lo pensaba al dar por muerta a la segunda víctima, que habría fallecido de no ser atendida por los servicios sanitarios. De ahí que la Fiscalía contemple también la atenuante de confesión.
Hame K., nacido en Mali, llevaba pocos días en Valencia cuando cometió su crimen. Había estado viviendo y trabajando en el campo una larga temporada en Italia, de hecho tenía documentación italiana. Fruto del trastorno delirante que padece, estaba obsesionado con que se le iba a caducar el permiso de residencia italiano, y el supuesto robo de unos teléfonos móviles mientras pernoctaba en el cauce lo llevaron finalmente a atacar de forma indiscriminada, con el ánimo de acabar con sus vidas, a otros dos sintecho sin mediar palabra mientras dormían.
Les atacó mientras dormían
El asesinato consumado se produjo a la 1.15 horas de la madrugada del 7 de febrero de 2024 cuando, a la altura del Puente del Real, el acusado se encontró durmiendo bajo unos de los arcos a Sandel Branea, un hombre de 56 años y nacionalidad rumana. La víctima estaba durmiendo, sin posibilidad alguna de defensa, junto al carro de la compra en el que solía llevar todas sus pertenencias. Con una piedra de gran tamaño, que portaba y luego dejó allí ensangrentada, le golpeó hasta en dos ocasiones en la cabeza, provocándole la muerte. Fue Sandel la víctima como podía haber sido cualquier otro sintecho que dormía esa noche a la intemperie en el viejo cauce del Túria.
El procesado siguió su camino y a la altura de la Estación de Autobuses de València atacó a un segundo indigente que también estaba durmiendo sobre un cartón y tapado con unas mantas al comienzo de la rampa de subida, frente al almacén de jardinería. Con el mismo ánimo de matar, y usando otra piedra de grandes dimensiones que había cogido en los alrededores y que llevaba en la mochila, el presunto asesino repitió el ataque con reiterados golpes a su víctima sin que pudiera defenderse -por ello la Fiscalía aprecia la alevosía y solicita una medida de internamiento por dos delitos de asesinato, uno en tentativa-. Al darse cuenta de que no había fallecido, se acercó de nuevo y le propinó más golpes y patadas. Debido a este ataque José Javier C. P., un albaceteño de 46 años, sufrió graves lesiones por las cuales todavía permanece hospitalizado en estado de coma.
Anuladas sus capacidades
Los especialistas en Psiquiatría Forense del IML de Valencia han determinado que en el momento de cometer tan brutales actos Hame K. Tenía afectadas por completo las bases psicobiológicas de su imputabilidad, y tenía “anulada su capacidad para comprender y obrar libremente conforme a esa comprensión”.
Por todo ello, y a la espera de que se celebre el juicio ante un jurado popular, la Fiscalía aprecia la eximente de enajenación mental y solicita quince años de internamiento en un centro psiquiátrico por el delito de asesinato consumado, y otros diez años más por la tentativa. Asimismo, en concepto de responsabilidad civil debería indemnizar a la hermana de la víctima mortal con 80.000 euros y al superviviente con otros 40.000 euros.