hacer música disfrutando del camino

Las canciones llevan consigo una existencia peculiar, casi íntima. Nacen de la nada, garabateadas en las páginas de un cuaderno, como susurros que aún no saben si llegarán a alzarse con voz propia. Su destino pende de un hilo: son creaciones que pueden (o no) ver la luz gracias a la ambición de quien las escribe y a la necesidad, casi visceral, de que cobren vida en una grabación. Solo entonces el público puede adoptarlas, hacerlas suyas y convertirlas en banda sonora de su día a día. Ahí es donde alcanzan el punto más álgido de su existencia.

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