Las canciones llevan consigo una existencia peculiar, casi íntima. Nacen de la nada, garabateadas en las páginas de un cuaderno, como susurros que aún no saben si llegarán a alzarse con voz propia. Su destino pende de un hilo: son creaciones que pueden (o no) ver la luz gracias a la ambición de quien las escribe y a la necesidad, casi visceral, de que cobren vida en una grabación. Solo entonces el público puede adoptarlas, hacerlas suyas y convertirlas en banda sonora de su día a día. Ahí es donde alcanzan el punto más álgido de su existencia.
Los grupos de música, al igual que sus canciones, caminan sobre una cuerda tensa. Pueden tener una visión clara, saber qué quieren contar y a quién dirigirse. Pero entre ese deseo y el éxito hay un trecho sembrado de obstáculos, decisiones clave y un componente ineludible: la suerte. Es en ese proceso de hacerse grandes donde la vida a veces obliga a cambiar las fichas del tablero, a jugar con otras cartas. Y es también ahí, en ese vaivén incierto, donde se mide la verdadera fortaleza de una banda.
Ubicados entre Confrides y Alicante, Los Ibiza han demostrado que en los momentos de cambio también puede florecer la música. Su propuesta, libre de etiquetas y con lo que ellos definen como «rumba primaveral y de playa», es una invitación al movimiento, al buen ánimo, a dejarse llevar. Su música mezcla ritmos y colores que van desde el funk al flamenco, pasando por el reggae, en un mestizaje sonoro que no busca parecerse a nadie. «Si algo tenemos claro, es que no somos una banda tributo. Somos un grupo que está en el proceso de hacerse un hueco y diferenciarse», afirman. Esa vocación por no repetirse queda patente en sus temas, tan distintos entre sí como Rollo Vainilla, De trapo y cuentas o la emocional Bocanadas. Cada canción es un universo que se abre paso con identidad propia, sin fórmulas repetidas y con la única premisa de la libertad creativa.
Formados en 2020, en pleno confinamiento, Los Ibiza nacieron como respuesta a la incertidumbre. En la música encontraron no solo un canal de expresión, sino una forma de resistencia. Desde entonces, han construido un proyecto auténtico que bebe de la sinceridad y la pasión. Una fórmula «fresca y canalla» que rezuma ritmo, alegría y diversión. Y como todo, si se hace en familia, mejor: «Una de las cosas buenas que tiene tener un grupo emergente que tiene que buscarse constantemente la vida y tragar carretera para darse a conocer, es la posibilidad de compartirlo con tu familia», se sincera Jorge, el alma máter de esta formación.
Los Ibiza durante una sesión de fotos en la sede de INFORMACIÓN / RAFA ARJONES
Etapa de transición
El grupo atraviesa ahora una etapa de transición. Alba Cantos, una de sus integrantes, ha decidido separar su camino con la formación alicantina y emprender su camino en solitario en busca de nuevos retos personales. Una noticia que ha supuesto un jarro de agua fría para sus seguidores. No obstante, en lugar de dar pie a lamentaciones, Los Ibiza han optado por rendir homenaje a lo vivido junto a ella con Dramas y caballeros, un tema que sirve tanto de despedida como de agradecimiento por su labor dentro de la banda. Un puente entre dos proyectos que comparten un mismo origen y que supone un punto de partida para un nuevo ciclo sonoro todavía por descubrir.
Pese a la marcha de Alba, el grupo mantiene intacta su energía y aseguran que seguirán dando rienda suelta a su creatividad. «Los cambios de formación siempre limitan de alguna manera, pero nosotros no sabemos vivir sin música», explican. Y es que la creatividad sigue fluyendo, con nuevos temas ya grabados que, prometen, no dejarán indiferente a nadie. «Nos interesa también probar nuevas herramientas manteniendo nuestra esencia», afirma Jorge. «Investigar nuevas alternativas que se puedan incorporar en el folklore moderno que hacemos». Lo tienen todo para triunfar. Se han creado una marca y les sobra talento, pero el proceso es duro y no asegura la victoria: «No sabemos hasta qué punto gusta lo que hacemos, pero nosotros nos lo pasamos bien haciéndolo», sentencian.