Buenos días, amigos y amigas. Hoy es 3 de mayo de 2025. Hasta aquí, supongo que todos estarán de acuerdo y que no les habré desvelado nada que no conociesen ya. Pero si les digo, además, que en este día, desde hace treinta y un años, se celebra el Día Mundial de la libertad de prensa, a lo mejor ya no es algo que todos tuviesen en cuenta antes de empezar a hojear este diario. Si además les cuento que en este año tal jornada, auspiciada por Naciones Unidas, se dedica a reflexionar sobre el más que previsible —y ya presente— impacto profundo del advenimiento de la utilización de herramientas de inteligencia artificial (IA) en el mundo de la prensa y la comunicación, entonces ya está dibujada la fotografía de aquello de lo que les quiero hablar hoy…
Y es que tal temática no nos puede pasar desapercibida… Estamos ante una verdadera revolución, por la enorme cantidad de posibilidades que nos ofrece todo este nuevo ámbito, aún casi en pañales. Pero también de exposición al fraude y a la mentira, a la creación de falsas verdades impostadas y a la desvinculación de lo real y lo que se puede mostrar. Porque, ya hoy, ¿cómo creen que tendrá que evolucionar el periodismo de investigación de calidad, por ejemplo, cuando una prueba de audio o de vídeo puede ser fácilmente fabricada, mostrándonos la voz o la imagen de alguien relatando un hecho o protagonizándolo, sin ser verdad? Algo que no deja de ser retador, pero que también es capaz de producir miedo. Y esto no es más que el comienzo.
Desde luego que la IA bien utilizada, por su potencia en términos de capacidad de relacionar millones de contenidos, puede ser una herramienta de enorme valor para contribuir a la elaboración de noticias reales y confiables y a la protección de la propia libertad de prensa. Esto es lo que demanda la Federación Internacional de Periodistas (FIP), junto con la reivindicación de la protección de los puestos de trabajo. Este último punto, sin embargo, creo que va a estar más en la cuerda floja, pero no solamente en el ámbito de las posiciones laborales en las redacciones de los periódicos, sino en la sociedad entera. Soy de la opinión de que la IA no producirá un balance neto a la baja en el empleo, pero sí que modificará profundamente la tipología de los puestos de trabajo y la cantidad de personas en cada uno de ellos. Harán falta personas que realicen labores antes innecesarias, mientras que otras que sí tenían su hueco en los catálogos de puestos de trabajo serán menos comunes o, incluso, inexistentes. Algo parecido a lo que ha ido ocurriendo de forma continua en la Historia, en el sentido de que el desarrollo tecnológico siempre ha condicionado a qué nos dedicamos prioritariamente y a qué dejamos de hacerlo.
Para la FIP, además, aquellos contenidos elaborados exclusivamente a partir de técnicas de IA no deberían ser considerados como producción periodística, salvo cuando hayan sido sometidos a una supervisión y comprobación exhaustivas por parte de profesionales. Y es que la comprobación de los hechos y la introducción del pensamiento crítico son desempeños propios de las personas, y no de máquinas que se limitan a volcar, de forma comprensible y organizada según unas reglas, los registros de bases de datos inconmensurables. Es algo con lo que estoy de acuerdo: prueben un poco a exprimir los rudimentos de la actual IA en ciernes, y verán los contrasentidos, los errores y las lógicas disparatadas que la misma puede llegar a producir. En mi caso, como en el de otros docentes, no necesito ni hacerlo yo… Basta con echar un vistazo a presuntos trabajos de factura personal entregados por una parte del alumnado, para ser consciente de ello…
La IA es una herramienta fantástica, no cabe duda, pero también se pueden aplicar sus grandes cualidades a la creación de mentiras, medias verdades y profundas falacias, tal como indicaba al principio. Y es que la cultura del deepfake se ha disparado desde que las aplicaciones basadas en estas técnicas se han empezado a popularizar más. Tal capacidad de desinformación se ha utilizado ya, y hay pruebas, para hacer temblar los cimientos de algunas democracias. Y eso, queridos y queridas, es grave y puede ir a mucho más. Una desinformación organizada y alevosa puede llegar a ser una verdadera arma de guerra, y comprometer fuertemente la libertad y la estabilidad planetaria.
Hay muchas más cuestiones relativas a la IA y a su relación con el periodismo. Desde asuntos relacionados con la propiedad intelectual hasta con la remuneración de los profesionales, constituyendo además una nueva vuelta de tuerca en la reflexión sobre cuál es la lógica en la sociedad de los diarios y del propio mundo editorial. Coincidirán conmigo en que no es un tema baladí…
Buen sábado, amigos y amigas. Y sean ustedes libres. También en relación con lo que leen, ven y escuchan en los medios de comunicación, que ha de estar bien contrastado y responder, únicamente, a su derecho a estar informados…