Series de televisión sobre el fin del mundo: por qué nos gustan

Preguntamos a Alberto Nahum García Martínez, profesor titular de Comunicación Audiovisual en la Universidad de Navarra y autor del blog Diamantes en serie, por el atractivo de series de televisión como Apagón y El Colapso, en boga tras lo vivido en España el pasado lunes 28 de abril. Es sencillo: la ficción permite al espectador –al lector, al oyente– vivir vidas que no vivirán (en principio). «Aquí, por suerte, hemos atisbado ese elemento dramático ‘apocalíptico’: quedarse sin algo tan básico como la electricidad durante –dependiendo de la ciudad– 6 ó 12 horas», comenta el docente a El Independiente a través de audios de WhatsApp.

Apagón y El Colapso: ¿qué pasaría si…?

Apagón (2022) y El Colapso (2019), ambas miniseries cuyos capítulos son independientes, permiten acceder a «experiencias vicarias»: ¿qué hubiera pasado si el apagón eléctrico general del pasado lunes 28 de abril se hubiera prolongado en el tiempo?

Mientras que en la francesa El Colapso (Filmin) no se sabe a ciencia cierta la razón del fin de la civilización, en la española Apagón (Movistar Plus+), sí es más que evidente.

«En el momento en que nosotros, como ciudadanos, nos estamos enfrentando al apagón, inmediatamente nos ponemos a imaginar escenarios. Todo ese ‘¿Qué pasa si…?’, la ficción lo articula, y le da un sentido y una narración», ilumina el profesor, autor del libro Series contra cultura. Para él, Apagón es más «floja», con excepcionalidades, que El colapso, una serie «fantástica». «Permiten calmar nuestras ansias narrativas con escenarios que hemos previsto», añade.

Series de TV sobre el fin del mundo

Si hay una serie sobre el fin del mundo que recomienda Alberto N. García es Battlestar Galactica (2003-2009). ¿Por qué? «Aguanta bien el tiempo. Es una serie poderosa, potente, aunque sea antigua». La acción del remake de Galáctica. Estrella de combate (1978-1980) arranca tras el cercenamiento de gran parte de la humanidad por parte de los robots creados por y para el ser humano.

Tiene buen recuerdo Alberto Nahum García de la británica Survivors (2008-2010), «una serie muy bien escrita, con personajes muy bien trabajados», y la primera temporada de la estadounidense Jericho (2006-2008). Mete en el mismo saco, aunque no tengan mucho que ver, The Leftovers (2014-2017), «poderosa y potente en la que no imagina tanto el apocalipsis, sino que se centra en el drama de los que se han quedado». The Last of Us (2023 – actualidad) es el último añadido a la explotada narrativa zombi, que siempre juega con el imaginario del Apocalipsis.

La herencia cultural de la religión

«No son nada novedosas las narrativas apocalípticas porque, como parte del legado judeocristiano, tenemos, no sólo el libro del Apocalipsis como uno de los elementos esenciales de la Biblia, sino mitos concretos como el Diluvio universal y las plagas de Egipto. Son elementos que ya están en toda nuestra herencia cultural. Hay una serie de ‘ansiedades’, problemas, metáforas y elementos simbólicos que tiene la narrativa que vienen desde el origen del contar historias», detalla Alberto N. García.

En toda narración apocalíptica, ya sea una película, una serie de televisión o un cómic (El Eternauta), el hombre tiene la obligación de enfrentarse a lo agónico, a lo imposible. El heroísmo –también presente en la mitología griega– se mezcla con la idea de acabar con un orden considerado corrupto, excesivo o impuro.

«Lo que hace la narrativa apocalíptica es llevar ese mundo al colapso, al desastre, a la destrucción, a la enfermedad… Por eso tenemos zombis, amenazas, invasiones… ¿Cuál es la idea de fondo? Aquí hay algo que no funciona y necesitamos ese elemento inesperado, externo, que trastoque todo para que haya una resurrección, en el sentido de volver a crear los cimientos del contrato social, la naturaleza…», explica Alberto Nahum García. A veces, el subtexto de estas narraciones apocalípticas es el clima; otras, la enfermedad; otras, los excesos, como el consumismo.

«Lo interesante es ver como, desde los albores de las historias que contamos, siempre está el miedo al desastre y la necesidad de recomenzar todo porque se entiende que hay algo corrupto y malo que nos lleva al desastre», resume.

Las reacciones de los seres humanos al Apocalipsis

Y en esa lucha contra «una fuerza cósmica» que provoca el Apocalipsis –ya sea una enfermedad, una helada o una sequía–, hay una reflexión sobre lo que hace humano al ser. ¿Cómo responde el hombre, llevado al límite, ante un contexto agónico? ¿Con solidaridad, generosidad y sentido de comunidad o todo lo contrario? «El hombre se convierte en un lobo para el hombre. Eso queda clarísimo en buenas partes de The Walking Dead, donde había momentos en que eran mucho peor los humanos que los zombis. Tanto en Apagón como en El Colapso se aprecia muy bien cómo, ante el mismo hecho dramático, hay quien opta por la redención mediante el otro y hay quien opta por el egoísmo, la rapiña, el ‘sálvese quien pueda’…».

«Lo profundo de las narrativas apocalípticas tiene que ver con cómo nos enfrentamos a lo imposible. Estás sometiendo al alma humana, al hombre, a unos contextos absolutamente impensables. Ahí, la línea entre lo heroico y lo ruin se va a dirimir de forma muchísimo más clara», sentencia.

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