En la noche del miércoles, después de una reunión especial de todo el gabinete presidencial para conmemorar los primeros 100 días del segundo mandato de Donald Trump, su Gobierno anunció la firma del anticipado acuerdo para que Estados Unidos explote los recursos minerales de Ucrania, a cambio de la ayuda prestada tras la invasión de Rusia. Un pacto que “mejorará la inversión la recuperación económica del país”, pero del que no se conoce ningún detalle concreto y que llega en un momento en el que el índice de aprobación de la gestión de Trump se ha hundido al 40% según múltiples encuestadoras (YouGob, Pew Research, Ipsos Poll), el más bajo en décadas.
«Este acuerdo señala claramente a Rusia que la administración Trump está comprometida con un proceso de paz centrado en una Ucrania libre, soberana y próspera a largo plazo”, indicó el secretario del Tesoro, Scott Bessent, en un comunicado que atribuye el mérito del pacto al mandatario estadounidense.
Trump, sin embargo, aún no se ha pronunciado al respecto, ni siquiera en su red social Truth donde anteriormente había amenazado con cortar la ayuda a Ucrania y se ha referido al presidente del país, Volodímir Zelenski, en términos muy duros.
Después de la bronca televisada entre ambos lideres en el Despacho Oval, y de su reunión improvisada en el Vaticano, en pleno funeral del Papa Francisco, la potencia norteamericana se compromete a seguir brindando ayuda militar a Ucrania a cambio de acceder a sus recursos minerales, como los depósitos de titanio, pero sin explicar el alcance de ese acceso.
Según la agencia AP, la última versión del pacto contempla este acceso para compensar la ayuda militar venidera, pero no la pasada, y no impide que Ucrania avance en su proceso de integración en la Unión Europea.
“Es realmente un acuerdo internacional igualitario”, definió el primer ministro ucraniano, Denys Shmyhal, en Telegram. Aunque la responsable de cerrar el pacto -llamado fondo de inversion por el lado ucraniano- fue la ministra de Economía, Yulia Sviridenko, quien viajó este miércoles a Washington.
Adulación a Trump en su gabinete
La implicación de Trump en la negociación final se desconoce, pues que la noticia ha salido del Departamento del Tesoro y en la mañana del miércoles el presidente participaba en una reunión con sus secretarios y altos cargos, quienes uno por uno -uniformados con la corbata roja que viste el mandatario y en torno a una mesa decorada con decenas de sus viseras rojas- fueron dedicando palabras de complacencia al 47º presidente del país.
“Presidente, sus primeros 100 días han superado con creces los de cualquier otra Presidencia en este país. Nunca he visto nada igual. Gracias”, dijo ante las cámaras Pam Bondi, su fiscal general.
JD Vance, su vicepresidente, fue un paso más allá al calificar a los anteriores mandatarios de la primera potencia mundial de ser “meros figurantes” en comparación a su jefe: “Te sientas en el Despacho Oval y ves los retratos de presidentes pasados. Y seamos honestos, la mayoría han sido personas que han permitido que su gabinete firmara órdenes ejecutivas automáticamente en lugar de hombres de acción”.
Y continuó el piropo al señalar que si ha habido sensación de un Gobierno “caótico” es porque Trump está “resolviendo los problemas de la gente”. Una muletilla repetida por todos los presentes, también el magnate Elon Musk.
Así, en plena ronda de alabanzas, Trump se limitó a resumir sus primeros tres meses de regreso en la Casa Blanca con su habitual grandilocuencia, pero poniendo la valoración en boca de otros: “Acabamos de completar lo que muchos consideran los 100 días más exitosos de cualquier administración en la historia de nuestro país”.
Su equipo de comunicación ha distribuido una hojas informativas con las estadísticas que quieren resaltar para transmitir una sensación de éxito empañada por las constantes contradicciones de Trump: sus prometidos aranceles que iban a recuperar la industria de EEUU están pausados; las negociaciones entre Ucrania y Rusia no avanzan y los mercados, que celebraron su victoria, han registrado jornadas en rojo que no se veían desde el crack de 1929 y la crisis de 2008.
«Eso es de Joe Biden»
Especialmente ese último punto, el del caos en los mercados financieros, ha sido de tal calibre que horas antes de esa reunión televisiva, los datos preliminares confirmaban que el PIB estadounidense cayó un 0,1% (un 0,3% en tasa anual estacionalizada) en el primer trimestre de 2025.
“Habréis visto algunos números hoy y tengo que decir que eso es de Joe Biden, no de Trump. Nosotros llegamos el 20 de enero. Yo estaba muy en contra de lo que Biden estaba haciendo, destrozando la economía. Hemos heredado su desdoren”, afirmó Trump. El Departamento de Comercio, sin embargo, no respalda esa afirmación, pues según sus propios registros la economía estadounidense creció el 2,4% en el último trimestre de 2024, justo en la recta final del mandato de Joe Biden.
Desde que Trump juró el cargo, el Dow Jones ha caído un 7,2%, el S&P 500 un 7,8% y el Nasdaq un 11,7%, marcando el peor arranque bursátil de un presidente desde el segundo mandato de Nixon en 1973. Ni siquiera los bonos del Estado, tradicional refugio en tiempos de incertidumbre, han esquivado las caídas, que también afectan al valor del dólar.
Inflación: «El menor aumento desde 2021»
Aún así, la Casa Blanca destaca, por ejemplo, la creación de 345.000 puestos de trabajo, el recorte de empleados federales y la caída de cuatro décimas en la tasa de paro de los veteranos de guerra. También reivindica la reducción de los precios de la gasolina (7%), de la factura energética (2%) y de los huevos, cuyo coste se disparó estas navidades por el brote de gripe aviar.
Respecto a la inflación, que tantas veces se ha señalado como la causa principal de la debacle del Partido Demócrata en las elecciones de noviembre, no se puede celebrar una bajada. En su lugar, la literatura elegida por la Administración de Trump es algo enrevesada: “La inflación de febrero (el mes con los datos más recientes) mostró el menor incremento anual en más de cuatro años (desde marzo de 2021)”.
Otras cifras apabullantes, con resultados poco claros
Pero estos primeros tres meses de trumpismo acelerado dejan otros números apabullantes: 142 órdenes ejecutivas. Más que ningún otro presidente estadounidense en el último siglo (sólo Roosevelt se le acerca con sus 99 órdenes en 1933). Muchas permanecen bloqueadas por tribunales y ahora el Supremo tendrá la última palabra en asuntos cruciales como la ayuda extranjera y el derecho a la ciudadanía por nacimiento.
Trump también ha elevado el nivel medio de aranceles de EEUU al 28%, ha cancelado y luego reinstaurado las visas de cientos de estudiantes internaciones; ha deportado a cientos de migrantes a las cárceles de El Salvador desobedeciendo a jueces y, entre otros asuntos, ha movilizado al Servicio Postal y la agencia tributaria estadounidense en su plan de deportaciones masivas.
Cómodo en el caos
Es su propia Estrategia del Caos, que, sin embargo no está dando resultados concretos, pues ni siquiera Elon Musk supo dar este miércoles una cifra exacta del ahorro que ha supuesto para las arcas públicas el despido masivo de cientos de miles de empleados federales -la cifra es imposible de confirmar por los litigios en curso-. El polémico magnate dijo que había reducido el gasto en «160.000 millones de dólares”, muy lejos de los dos billones que había prometido en otoño, y adelantó que partir de mayo sólo dedicará “un día o dos por semana” a dirigir el llamado Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE).
La polémica que ocupa atención estos días sin embargo, es la deportación por error de un migrante salvadoreño, Kilmar Armando Abrego García, que residía legalmente en EEUU y no tenía antecedentes criminales. A pesar de que el Tribunal Supremo ha decretado por unanimidad que se facilite su regreso, Abrego García continúa en el CECOT, la megacárcel de Nayib Bukele a la que Trump envió a decenas de personas.
“Podría levantar el teléfono con todo el poder de la Presidencia, llamar al presidente de El Salvador y decirle: ‘Que lo devuelvan’”, respondió Trump en una entrevista con la cadena ABC en la que reprendió al periodista por hacerle preguntas difíciles.
Pero zanjó después: “Dejo esa decisión a mis abogados”.
Con una oposición debilitada, el Partido Republicano domado y una base de seguidores totalmente disciplinada… Sólo los mercados han podido frenar a Trump en sus medidas más ambiciosas, pero los cientos de litigios que ha acumulado estos 100 días se acercan al Tribunal Supremo. Una tensión entre el poder ejecutivo y legislativo que testará los límites del sistema democrático estadounidense en su momento más impredecible.