La operación Talgo también tiene su propio apagón. El del dinero. El consorcio que encabeza el empresario vasco José Antonio Jainaga, dueño de la metalúrgica Sidenor, que agrupa además al Instituto Vasco de Finazas y a las fundaciones de las antiguas cajas BBK y VItal, acordaron el pasado 14 de febrero pagar un precio de 4,15 euros, con otros 0,85 euros en variables, para hacerse con el 29,7% de Talgo, lo que en la práctica les da el control de la compañía. Pero Jainaga y sus socios no han firmado todavía la operación y el primer plazo límite para hacerlo, previsto para el 15 de mayo aunque ampliable un mes más, se echa encima.
Además, los casi 3 meses que han pasado desde el acuerdo juegan en contra de Jainaga en un aspecto clave: el precio. A fecha del 29 de abril, la acción de Talgo cotiza en 3,1 euros, frente a los 4,15 euros acordados. La pregunta es: ¿cómo explicará Jainaga y sus socios que van a pagar un sobreprecio por unas acciones que están un 20% más baratas en bolsa? «Lo mínimo que se supone que está ocurriendo ahora ante la situación en bolsa es que, por puro concepto empresarial, se estarán replanteando la operación», explican fuentes del mercado. Este extremo, no confirmado por ningún actor implicado, sobrevuela la operación. De hecho, hay quien resalta que las antiguas cajas están presionando para, al menos, echar el freno a la compra, lo que explica el retraso en la firma.
Para Joaquín Robles, analista del banco de inversión Big, lo que está generando dudas entre los inversores son «los problemas de capacidad de Talgo y el hecho de que no esté claro si Sidenor puede ayudar a corto plazo con esos problemas de capacidad».
En medios cercanos al Gobierno vasco tampoco se dan muchas explicaciones al por qué del retraso. Un Gobierno que celebró en primera fila la compra de Talgo porque suponía de hecho el regreso de la sede al País Vasco, concretamente a Rivabellosa (Álava), donde cuenta con una fábrica que emplea a más de 700 personas.
Talgo, en pérdidas
Pero además de la mala situación en bolsa, la compra de Talgo afronta otros lastres. El primero es la situación del fabricante especializado en alta velocidad. Necesita urgentemente fábricas para dar salida a una cartera de pedidos valorada en 4.000 millones, algo que no le puede ofrecer Sidenor y que se esperaba que ofrecieran, en una segunda fase, alguno de los fabricantes extranjeros interesados, como la polaca Pesa o la india Jupiter Wagons. Pero hasta que no se cierre (o se anule) la primera fase, no podrá darse entrada a ninguno de ellos. Además, está el problema de la multa de Renfe, de unos 116 millones, por retrasos en la entrega de pedidos. Esta multa, provisionada en las cuentas de Talgo de 2024, provocó que el fabricante entrase en pérdidas por 108 millones. ¿Tiene este aspecto solución? Renfe, de momento, solo ofrece aligerar el pago de los plazos, pero ni mucho menos reducir o eliminar la sanción.
Por último, otro aspecto que juega en contra de la firma es la propia situación de Sidenor. La siderúrgica, que no ha hecho públicos todavía los resultados de 2024, ganó en 2023 unos 23 millones, alrededor de un tercio de lo obtenido en 2022. El problema añadido es que la guerra arancelaria golpea especialmente al sector del acero, el principal negocio de Sidenor, ya que puede provocar excedentes de acero en Europa ante la impobilidad de dar salida al producto en Estados Unidos, lo que afectaría a la oferta, reduciría los precios y afectaría a los márgenes de beneficios de la compañía.