Nos quedamos trabajando en una gasolinera 12 horas; no sabíamos la magnitud

El Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) ha difundido un reportaje que ha realizado con motivo de los seis meses de la dana junto al juzgado que estaba de guardia aquel día: Instrucción 2 de Torrent

El partido judicial de Torrent está formado por los municipios de Torrent, Paiporta, Picanya, Aldaia y Alaquàs. 

El vídeo cuenta con el testimonio de la titular del juzgado, Lucía Mayordomo, y con las funcionarias. Todas ellas relatan las primeras horas de trabajo tras la tragedia del pasado 29 de octubre que dejó 228 fallecidos. 

La jueza explica que empezaron a trabajar en una gasolinera cercana a las poblaciones afectadas. Un Guardia Civil de Paiporta vio luz y allí fueron. «Pasamos en el bar de dentro las primeras 12 horas gracias a la buena voluntad de las personas encargadas», recuerda. 

De las primeras llamadas que le entraron aquel día eran de guardias civiles que se habían pasado horas sujetando a personas en árboles o que advertían ya de fallecidos. Motivo por el que ella se trasladó a Paiporta, para el levantamiento de cadáveres, junto al médico forense y la Guardia Civil.

«Llegamos hasta donde pudimos», afirma, en referencia a la estación de servicio que tenía luz. Pasadas unas horas incoaron las primeras diligencias previas de muertos

Los momentos iniciales, afirma, fueron «muy duros». «No sabíamos lo que había ni a lo que nos enfrentábamos ni la magnitud de lo que estaba pasando», rememora. 

Mayordomo recuerda que hasta que pasaron dos días no supieron «qué municipios se habían visto afectados, de dónde venía el agua, hacia dónde iba o por qué había pasado».

«Las primeras 24 horas yo pensaba que era Paiporta. Luego nos empezamos a enterar de que también era Torrent. Me preocupaba por los pueblos de mi partido judicial. Nos empezaba a llegar información de Catarroja, de Chiva, de Requena… más tarde, cuando empezaron a funcionar los teléfonos, nos llamaron compañeros de otros partidos. Y ya ahí comenzamos a ver la barbaridad», comenta. 

Al principio, lamenta, tenían información «sobre 5 ó 10 muertos», pero pasaban las horas y se iban incrementando. «Nos llamaban para decirnos que había cinco fallecidos en un garaje, siete en una calle… ahí en la vía pública», señala. 

El caos

La primera criba, indica «era un caos a nivel de todo tipo» y había que hacerla desde el terreno. «Esa criba nos permitió que, una vez en el juzgado, ya supiéramos de exactamente de cuántos muertos estábamos hablando, dónde se habían encontrado los cuerpos y circunstancias específicas como tatuajes o pendientes», detalla.

La magistrada resalta los «conocimientos y sensibilidad» de los profesionales, pero sostiene que necesitan «más ayuda y más medios». «Si salió bien es porque todos, desde la juez, el auxilio, el tramitador, el fiscal, hasta el bedel que abre la puerta y la señora de la limpieza, funcionamos«, subraya.

«Esto salió porque nadie miró el reloj, ni los horarios, ni los medios con los que contábamos. Solo pensábamos en sacar la situación adelante. Por eso salió rápido», enfatiza Mayordomo.

La jueza expone que una de las cuestiones que más preocupaba a los familiares de fallecidos cuando empezaron a acudir al juzgado era el trato a los cadáveres debido a los bulos que circulaban sobre que los estaban amontonando. 

Para poder darles una respuesta con seguridad, cuenta que se trasladó a Feria Valencia, donde la UME le mostró de qué manera estaban conservando y distribuyendo los cuerpos. Allí comprobó que estaban en camillas, identificados, asistidos y cuidados. 

Base de datos «titánica»

Por su parte, María Espejo, Letrada de la Administración de Justicia del Juzgado de Torrent, resalta que los funcionarios de dicho juzgado han sido «protagonistas absolutos de que todo funcionara tan bien». «Cuando humanidad y profesionalidad se unen, todo tiene que salir bien. Aquí hemos trabajado con cabeza y corazón», recalca.

Espejo detalla que, tras recoger sus actas en el juzgado, se trasladó al puesto de mando para organizar. Cuando unos días después volvió al juzgado, «ya estaba todo en marcha». «Confeccionaron una base de datos titánica, un cuadro de mandos, donde se incluían datos de fallecidos. A veces solo teníamos la ubicación de un cuerpo, hasta que el puzzle se fue completando», explica.

Asimismo, resalta que trabajaban con el «factor seguridad». «De aquí no salía un papel si no estaba todo bien atado y supervisado», apostilla, al tiempo que alaba la función del «equipazo» del juzgado. En la misma línea se manifiesta Raquel Cervera, tramitadora, quien subraya que formaron un equipo en el que «no habían escalafones».

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