A falta de cinco encuentros para que finalice la temporada, y con el levantinismo aún a vueltas con la dolorosa derrota contra el Oviedo, más por la versión mostrada que por el resultado, Orriols tuvo tiempo para echar la vista atrás, rememorar la última vez que consiguió ascender a Primera División y esbozar una sonrisa de esperanza con vistas a las batallas que quedan por delante. El golpe sufrido en el Carlos Tartiere dolió, pero, pese a que se haya estrechado la parte alta de la clasificación, y se esperen curvas tan vertiginosas como de elevada dificultad, el octavo aniversario del ascenso del Levante de Juan Ramón López Muñiz, celebrado el pasado martes, supuso no solo un respiro, sino también una inspiración para un club que tiene en su mano la posibilidad de repetir la hazaña de 2017. Una gesta inédita en la historia de la categoría de plata del fútbol español por la inusualidad de conseguir subir a la élite con seis jornadas de antelación, lejos de la igualdad que se vive actualmente en una Segunda División en la que las diferencias entre sus contrincantes son mínimas. Pese a ello, es la última referencia de un Levante que busca tocar el cielo ocho años después.
De la misma manera que el Oviedo trastocó hace apenas una semana las ilusiones que se empezaron a planear en el Ciutat de València, el club asturiano siempre devolverá al Levante a un recuerdo inolvidable en su laureada y honrada historia. Orriols, aquel 29 de abril de 2017, celebró, disfrutó, lloró de la emoción y derramó por el césped de su coliseo una felicidad descontrolada que todavía retumba en sus cimientos, pero, casualidades de la vida, y caprichos de un fútbol que no deja de trazar destinos sorprendentes, Julián Calero sufrió una derrota que torpedeó y, por consiguiente, truncó los objetivos de su equipo, con la coincidencia de que la vivió desde un escenario que, a día de hoy, le resulta familiar. El actual entrenador del Levante presenció el ascenso de 2017 en directo siendo el segundo técnico del Real Oviedo de Fernando Hierro, club contra el que sufrió su última derrota y que representó durante la temporada en la que los levantinistas ascendieron a Primera. Un resultado que, a la larga, terminó siendo decisivo para los intereses del madrileño, ya que, mientras el Levante volvió a la élite con mucha superioridad sobre sus adversarios, el Oviedo de Julián Calero se quedó a dos unidades de la sexta plaza. Posición que obtuvo la SD Huesca después de ganarle al Levante en el Ciutat (1-2) en la última jornada de la 2016/2017.
Calero marchándose por el túnel de vestuarios en el ascenso granota de 2017 / LEVANTE UD
El viaje del actual entrenador granota le llevó a firmar por el Navalcarnero en calidad de primer entrenador en el verano de 2017, pero la llamada de urgencia de la Selección Española a Fernando Hierro, después de que Julen Lopetegui abandonase el cargo a pocos días del Mundial de 2018, hizo que el histórico central le reclutase para acompañarle en su aventura por Rusia e instruir a Ramos, Piqué, Isco, Iniesta y compañía. Calero, que prácticamente ha tocado todos los ámbitos del fútbol profesional, está curtido en mil batallas y es un ilustre del universo del balompié a nivel nacional, pero, en calidad de primera espada, nunca ha peleado por subir a Primera División. A falta de cinco partidos para que termine el curso, y con el Levante afrontando la recta final desde una privilegiada segunda posición, el nacido en Parla va con todo para cumplir su sueño y el de todos los granotas.
«Voy a ser optimista porque estamos en una situación privilegiada. Dependemos de nosotros mismos para cualquier cosa. Vamos a seguir peleando porque merece la pena y no vamos a regalar nada. El que nos quiera ganar tiene que ser como hoy y que sufra mucho. Mi equipo no se va a rendir y vamos a seguir adelante», dijo tras el varapalo en Oviedo. Cosas del destino, Calero ‘sufrió’ el ascenso del Levante en 2017 como visitante. Ocho años después, tiene la oportunidad de lograrlo como granota, sintiéndose identificado y orgulloso con lo que representa.