con tan solo 226 habitantes

El 28 de abril de 2025 quedará marcado en la memoria colectiva como el día en que gran parte de España se quedó a oscuras. Un apagón masivo afectó a millones de hogares, negocios y servicios esenciales en todo el país. 

Desde hospitales hasta medios de transporte, pasando por la red de comunicaciones, la falta de electricidad puso a prueba la capacidad de respuesta del sistema. Sin embargo, en medio de esta situación caótica, un pequeño punto brillante apareció en el mapa: Oseja de Sajambre, un pueblo leonés de apenas 226 habitantes, fue el único lugar que no perdió la luz durante la crisis.

Oseja de Sajambre está situado en plenos Picos de Europa

LA RAZÓN POR LA QUE OSEJA DE SAJAMBRE TUVO LUZ

Oseja de Sajambre, situado en pleno corazón de los Picos de Europa, no se salvó del apagón por casualidad ni por suerte. La clave de su resistencia energética está en una decisión estratégica que su Ayuntamiento tomó hace más de diez años, cuando el municipio sufría frecuentes cortes de luz debido a las fuertes nevadas y temporales de viento.

Fue entonces cuando el alcalde Antonio Jaime Mendoza, consciente de la vulnerabilidad del entorno, impulsó un sistema de energía «en isla». Se trata de un modelo que permite al pueblo desconectarse automáticamente de la red eléctrica nacional en caso de emergencia y funcionar de manera autónoma gracias a una central hidroeléctrica local situada en el valle.

Interior de la central hidroeléctrica de Camporriondi

TPA

Contaban con un generador hidroeléctrico por su cuenta

Este sistema, poco común en España, ha demostrado ser tremendamente eficaz. Cuando se interrumpe el suministro nacional, el sistema de Oseja se activa en cuestión de minutos. La central hidroeléctrica entra en funcionamiento y garantiza la electricidad a todos los vecinos del municipio, además de abastecer a otras pequeñas localidades cercanas, como Amieva o Ponga, situadas en el lado asturiano.

Según cuentan los vecinos, el corte apenas duró media hora, el tiempo necesario para que se activara la desconexión automática y se iniciara el suministro local. El resto del país, mientras tanto, pasó varias horas a oscuras, con supermercados cerrados, servicios interrumpidos y una fuerte sensación de incertidumbre.

Otros pueblos, como Amieva o Ponga, tuvieron también luz gracias a ellos

la normalidad absoluta… excepto por media hora

“Se preparó hace años y ha funcionado”, decía uno de los residentes a un medio local. Y no le falta razón. Lo que comenzó como una medida para garantizar la electricidad durante los crudos inviernos de la montaña, se ha convertido en un ejemplo de resiliencia energética a nivel nacional.

Durante el apagón, las imágenes de bares en Oseja funcionando con normalidad contrastaban con las de otras regiones donde la actividad se paralizó por completo. No había cerveza fría —porque los distribuidores no podían llegar—, pero sí luz, calefacción y hasta televisión.

Eso sí, no todo funcionó perfectamente. Los servicios de internet y telefonía móvil también quedaron interrumpidos durante horas, ya que dependen de redes externas. Aun así, la vida en el pueblo siguió con relativa normalidad, en un día que en el resto del país se vivió con incertidumbre y hasta momentos de pánico.

Terraza en Ribadeo con los cliente tomando el aperitivo

COPE

Muchos se agolparon a los bares con el apagón

Lo ocurrido en Oseja ha reabierto el debate sobre la necesidad de fomentar sistemas de autoabastecimiento energético, especialmente en zonas rurales o de difícil acceso. En tiempos de crisis como el vivido recientemente, contar con fuentes de energía propias puede marcar la diferencia entre el caos y la tranquilidad.

La experiencia de este pequeño municipio leonés demuestra que la prevención y la inversión en infraestructuras locales sí tienen recompensa. Lejos de las grandes urbes y de los focos mediáticos, una comunidad supo anticiparse a los problemas y hoy recoge los frutos de una decisión valiente.

El caso de Oseja de Sajambre no es solo una anécdota en medio de un apagón. Es un recordatorio de que las decisiones a largo plazo, incluso en municipios pequeños, pueden tener un impacto enorme. Mientras en las grandes ciudades se multiplicaban las quejas y los nervios, en este rincón de León se encendían las luces con normalidad.

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