El Partido Liberal de Canadá liderado por el primer ministro Mark Carney ha logrado este lunes una histórica victoria en las elecciones federales de Canadá según la proyección de CBC, la radiotelevisión pública canadiense. A la hora de escribir estas líneas no se conocían aún los resultados definitivos, ni si los liberales alcanzarían la mayoría absoluta en el Parlamento, donde 172 escaños o más permitirían a Carney gobernar sin necesidad de buscar aliados para una coalición.
El triunfo representa una victoria espectacular para el partido del gobierno, que logra el cuarto mandato consecutivo cuando hace solo unos meses iba en las encuestas 20 puntos por detrás del Partido Conservador liderado por Pierre Poilievre.
El resultado en buena parte ha llagado como expresión del rechazo de los canadienses a los aranceles y los ataques del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que no solo ha llevado al borde de la recesión a su aliado y principal socio comercial sino que ha retado su soberanía con amenazas para que se convierta en el estado 51.
Este mismo lunes por la mañana, antes de que abrieran los colegios electorales, colgaba un mensaje en Truth Social en el que sugería que votaran por él, insistía en la anexión y volvía a sugerir falsamente que EEUU “subsidia” a Canadá.
Los ataques e insultos de Trump han despertado una ola inédita de nacionalismo en Canadá y una reflexión sobre la identidad del país, donde proliferan los boicots a productos estadounidenses, las cancelaciones de viajes al vecino del sur y un auge del orgullo patriótico. El choque con EEUU se ha expresado en el uso de eslóganes como el “codos arriba” que popularizó hace años una estrella de hockey.
Gestor de crisis
Eso ha contribuido a impulsar a Carney, de 60 años y un novato de la política que relevó a Justin Trudeau, el antiguo primer ministro que anunció en enero que dejaría su cargo y lo hizo en marzo. Entonces, cuando Carney tomó el testigo, decidió adelantar las elecciones, que había de plazo para organizar hasta octubre.
Educado en Oxford y en Harvard, el que fue gobernador del Banco de Canadá y del Banco de Inglaterra y luego trabajó en firmas como Goldman Sachs se presentó como el candidato anti Trump desde el principio y ha sido visto como un antídoto tecnócrata contra el populismo de extrema derecha.
“EEUU quiere rompernos para poseernos”, ha dicho repetidamente en la campaña, presentándose como un buen negociador y un experimentado gestor de crisis, como hizo frente al banco central canadiense durante la crisis del 2008 y del inglés durante el Brexit.
Ha logrado que ese mensaje cale y también presentarse como un agente de cambio respecto a Trudeau. , y en su primer día al frente del gobierno canceló una impopular tasa sobre el carbono de su precedesor, incluso cuando históricamente él ha jugado un papel a favor de protecciones medioambientales, incluyendo los cinco años que pasó como Enviado especial de Naciones Unidas para clima y finanzas .
La cruz de su victoria ha sido la derrota del conservador Poilievre, un veterano de la política de 45 años que entró en el Parlamento en 2002 y que es un populista con un mensaje de “Canadá primero” muy similar al de Trump. Poilievre había basado su propuesta en una denuncia de Trudeau y de los liberales como responsables de los males económicos de Canadá, donde el disparado coste de la vida y especialmente de la vivienda, ha sido la principal preocupación de los canadienses en estas elecciones según las encuestas.
Aun así no ha sido suficiente para llevar a los conservadores a la victoria. De hecho, estos comicios han demostrado que el populismo de estilo Trump, encarnado en paralelismos de Poilievre con el líder estadounidense en propuestas políticas como la denuncia de “la ideología radical woke” o el fin de la ayuda internacional, puede ser tóxico y políticamente costoso fuera de EEUU. Y los conservadores, tras la cuarta derrota consecutiva en las elecciones federales, deberán intentar encontrar un camino de futuro que corrija los problemas creados por la lucha entre sus distintas facciones.
El partido de Carney se ha beneficiado también del peso importante del voto útil, que en parte explica la caída del soberanista Bloque Quebequés y, sobre todo, del Nuevo Partido Democrático, según los datos disponibles a la hora de escribir estas líneas.
El reto
La victoria pone ahora a Carney ante su misión más complicada. Ha dicho que buscara una nueva relación comercial y de seguridad con EEUU y ha mostrado apoyo a imponer aranceles de respuesta a los de Trump, que ha sacudido a su principal socio comercial, como a México, los dos vecinos norteamericanos con los que él mismo renegoció y firmó un acuerdo de libre comercio en su primer mandato.
“Se acabó la vieja relación con EEUU basada en integración cada vez más refunda de nuestras economías y estrecha cooperación militar y de seguridad”, declaró el mes pasado Carney, que ha prometido diversificar las relaciones comerciales con otros socios “en los que se pueda confiar”.
Casi un cuarto del petróleo que consume a diario EEUU proviene de Canadá y el 85% de las importaciones estadounidenses de electricidad, así como 60% de las de crudo, son canadienses. Cada día cruzan la frontera entre los dos países bienes por valor de 2.700 millones de dólares.