Donald Trump ha conseguido convertirse en el protagonista de las elecciones de Canadá. El país acude a las urnas este lunes para elegir un nuevo Gobierno, en unas elecciones que iban a tener como asunto central el aumento del coste de vida y, en particular, de la vivienda, pero que han dado un giro de guión desde el regreso del magnate a la Casa Blanca. Con su guerra comercial, que afecta a los países vecinos más que a nadie, y con las amenazas colonialistas de anexionar a Canadá como un estado más de EEUU, los canadienses han aceptado que el contexto internacional tiene un impacto directo en sus vidas. Y que, hasta las elecciones canadienses, van de Trump. O, mejor dicho, de protegerse de él.
“Canadá se juega su soberanía nacional”, ha afirmado a EL PERIÓDICO Tari Ajadi, profesor de política canadiense y políticas públicas de la McGill University en Montreal, Quebec. “La amenaza de que Canadá sea el estado número 51 de EEUU afecta a todos los asuntos domésticos. Ha transformado la discusión”, apunta. Las elecciones anticipadas se convocaron tras la dimisión de Justin Trudeau en enero, que puso fin a casi una década de mandato marcada por la creciente impopularidad y las desavenencias internas del partido.
Le tomó el relevo Mark Carney, ex banquero central de Canadá e Inglaterra, sin experiencia política previa, que convocó elecciones solo nueve días después de jurar el cargo como primer ministro. El movimiento fue estratégico: las cosas pintaban mal para los liberales en un primer momento, cuando la elección iba sobre el descontento por el encarecimiento de la vida. Pero el regreso de Trump lo cambió todo. Si bien empeoró las cosas para Canadá, mejoró las perspectivas para los liberales. Con su imposición de fuertes aranceles, sacudió a las empresas canadienses e hizo que la otra amenaza, la de la anexión de Canadá a EEUU, pareciera menos un órdago, y más real. Con la elección girando sobre el eje de la soberanía nacional, los liberales parecen capaces de convencer de que pueden hacerlo mejor. “La elección es ahora sobre quién es el mejor candidato para defender a Canadá de EEUU y para construir relaciones con otros estados”, añade Ajadi.
El Trump canadiense
El líder conservador, Pierre Poilievre, se ha ganado el apodo del ‘Trump canadiense’ desde que llegara a liderar el partido en 2022. Político de carrera y exministro del gabinete, había sido el claro favorito. Pero las perspectivas de su plataforma populista ‘Canadá primero’, de carácter libertario, antivacunas, entusiasta de las bitcoin y con ideas anti-establishment se ha complicado en tanto que el paralelismo con Trump se ha convertido en tremendamente impopular en el país. En los últimos meses, Poilievre ha tratado de distanciarse de la retórica trumpista, insistiendo en que él “no es MAGA” y ha apoyado los aranceles recíprocos.
“Ha habido un resurgimiento del nacionalismo canadiense”, explica a este diario Efe Peker, profesor de Sociología y Ciencias Políticas en la Universidad de Ottawa, que lo describe como “un resurgimiento del sentimiento patriótico para intentar proteger a Canadá de Estados Unidos y hacerla más autónoma”. Esto se nota, según el experto, tanto a nivel político como a pie de calle, con las tiendas exhibiendo carteles en los que se lee “Donald Trump no te vamos a dejar entrar” o “comercio de proximidad contra las amenazas de Trump”. “Esta unidad nacional, que no se veía en el período reciente, ha pasado realmente a primer plano”, relata.
Sin embargo, tratar de pasar la política canadiense por el filtro de EEUU o de Europa puede llamar a error. “El populismo de derechas, tal y como se entiende en Europa , es nativista, anti-inmigración y anti-diversidad”, continúa Peker. “Pero hay algo que hace a Canadá un poco único, es lo que llamamos ‘excepcionalismo canadiense’. El populismo es anti-establishment y los candidatos sí entran en guerras culturales de lo ‘woke’ pero no atacan a las minorías”, puntualiza. Y pone como ejemplo que la afirmación más fuerte escuchada en los dos debates presidenciales (uno en inglés, el otro en francés) ha sido “el sistema migratorio canadiense está roto”, por parte de Poilievre. Algo en lo que Carney dijo estar de acuerdo.
Consenso nacional
Todo ello ha creado entre los candidatos un extraño consenso sobre cuál es la agenda política y hasta en lo que necesita el país. “Ambos prometen reducir impuestos y burocracia, y plantarle cara a Trump, solo difieren en matices”, explica a este diario Laura Stephenson, investigadora del Canadian Election Study de la Universidad de Western Ontario. Las propuestas de los contendientes para sortear la crisis apenas divergen ligeramente. Carney ha hecho hincapié en la cooperación multilateral y la resistencia económica, mientras que Poilievre se ha centrado en la autosuficiencia nacional y la desregulación. Lo cierto es que ambos candidatos se han moderado en campaña, también Carney que se ha presentado como más pragmático, con propuestas que por ejemplo priorizan la economía sobre el clima, como eliminar el impuesto a las emisiones de carbono para animar la economía.
“La elección se reduce a quién consigue generar mayor confianza para desempeñar la tarea”, resume. Los sondeos de intención de voto apuntan a Carney, que dirigió el Banco de Canadá y el Banco de Inglaterra durante las crisis mundiales, y que se ha presentado como la mano firme necesaria en un periodo volátil. Sin embargo, no es una opinión monolítica. “Muchos jóvenes sienten que no pueden confiar en los liberales, han virado hacia los conservadores. Son los que más preocupados por el coste de vida, ya que creen que nunca se podrán permitir comprar una vivienda”, razona Stephenson.
Ante estos retos, comunes a la mayoría de países de Occidente, la elección de Canadá sentará un primer precedente sobre cómo afrontar el reto diplomático y económico de la guerra comercial y territorial del segundo mandato de Trump. “Hay un deseo natural de cambio, pero no de un viraje 360”, concluye la investigadora.