Entre las muchas tradiciones curiosas que sobreviven en la memoria popular canaria, hay una que destaca por su mezcla de humor, diversión, y según algunos estudios, antiguas prácticas rituales. Se trata del baile del gorgojo, una danza aparentemente inocente que esconde raíces más profundas de lo que parece a simple vista.
Hoy, gracias a proyectos de divulgación como Pequeñas Historias de Canarias (@phdc_23 en TikTok) y a estudios históricos de la Memoria Digital de Canarias, esta singular manifestación cultural vuelve a despertar el interés.
Sobre el baile del gorgojo
El baile del gorgojo era, en apariencia, una fiesta popular de carácter familiar. Mujeres y hombres se colocaban en cuclillas, frente a frente, con las enaguas atadas entre las piernas para formar una especie de pantalón improvisado.
Al ritmo de canciones populares que hablaban de gorgojos, grillos y coqueteos, los participantes daban pequeños brincos acompañados de estrofas como:
Estrofas del ‘baile del gorgojo’, según Siemens Hernandez
“El gorgojo está en la peña,
donde está me jase señas,
que me vaya, que me vaya,
que me vaya a dar con ella.
El baile del gorgojito,
se baila de cuclillas,
doblándose las rodillas
y de brinquito en brínquito.
Anoche te picó un grillo,
yo creí que era un gorgojo,
anoche no lo cogí,
pero esta noche si lo cojo.
Mi gorgojo está entre peñas,
desde allí me jase señas,
que vaya de aquí a un poquito
a bailar con mi gorgojito».
Tal como explican los estudios históricos, los hombres abandonaban su fila para saltar hasta la mujer elegida y bailar frente a ella.
La clave estaba en acelerar el ritmo, provocando caídas accidentales que, entre risas, podían dejar al descubierto las enaguas.
Un eco de los antiguos aquelarres
Según investigaciones recogidas en la Memoria Digital de Canarias de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y citadas por el investigador Domingo García Barbuzano, el folklore isleño especialmente el relacionado con bailes de brujas tiene un origen mucho más complejo.
Tras la conquista de Canarias, en el siglo XV, llegaron tradiciones supersticiosas moriscas, africanas, berberiscas y gitanas que, fusionándose con la cultura aborigen guanche, formaron el núcleo del folklore brujeril canario.
Fiestas como las leilas o las zinguizarras, descritas como celebraciones con zapateados, palmas y canciones de tono lúdico pero con trasfondo ritual, se extendieron entre la población. En este contexto, el baile del gorgojo se convierte en “una de las manifestaciones más importantes del folklore brujeril”, y podría entenderse como una supervivencia disimulada de las danzas de aquelarre.
Una danza que conecta pasado y presente
Acorde al estudio, Luis León Barreto, en su libro Las Espiritistas de Telde (1981) , describe cómo estos bailes se acompañaban de instrumentos tradicionales como el acordeón, el pandero, el flautín y las chácaras, generando un ambiente festivo que, a veces, rozaba lo mágico.
Por su parte, el musicólogo Lothar Siemens recogió partituras de estas melodías, subrayando cómo ritmos como la polca y el tajaraste impregnaban estas celebraciones, adaptándose con el tiempo pero conservando ese espíritu transgresor.
Sobre el baile de brujas en Canarias / Lothar Siemens Hernández
Hoy, gracias a la labor de divulgadores en redes sociales y a los trabajos académicos, resuenan los ecos de ritos ancestrales que forman parte de la historia de Canarias.