Desde que empezó la guerra contra Ucrania en 2022, Moscú ha señalado a una serie de libros como “no recomendables”. Dentro de la misma lista hay diferentes graduaciones, desde la prohibición directa hasta la venta de ejemplares con pegatinas que alientan al ruso medio a no comprarlo. La etiqueta de “agente extranjero”, que el gobierno da a personas u organizaciones que según las autoridades reciben dinero de otros países, tiene una obvia connotación negativa que proviene de la época de la Guerra Fría. Cuando se habla de organizaciones y personas que están en la lista de “innoagent” (el mismo término en ruso), la ley rusa obliga mencionar dicha calificación.
Según ha revelado el diario Novaya Gazeta Europa (que también está en la lista de agentes extranjeros) la lista negra es cada vez más extensa. En ella se acredita que numerosos títulos de autores tanto rusos como extranjeros han sufrido limitaciones, y detalla el porqué de la inclusión en la lista negra y el grado de limitación. Esta prohibición puede ir desde estar totalmente prohibido hasta su retirada de las bibliotecas o la censura de algunas páginas.
Entre los libros señalados autores tan conocidos como el japonés Haruki Murakami, autor de ‘Sputnik, mi amor’ y ‘1Q84’; William Burroughs, célebre por títulos como ‘Yonki’, ‘Queer’ o ‘El almuerzo desnudo’ o la norteamericana Hanya Yanagihara, autora del clásico contemporáneo ‘Tan poca vida’, sobre la amistad y el amor entre cuatro jóvenes neoyorquinos. La literatura catalana también se ha visto afectada: los superventas ‘Yo confesso’, de Jaume Cabré, y ‘El jersei’, de Blanca Busquets, ya no se encuentran en las librerías. ‘Jo confesso’, publicada en 2011, es la historia de un anciano músico que guarda un secreto en su maleta; es una novela sobre la memoria, el franquismo y el Holocausto. ‘El jersei’, de Blanca Busquets, se tradujo al ruso en 2007 (antes que al castellano) y la propia autora comentaba esta semana que la noticia le ha provocado “sorpresa” y “ganas de reír”. “Solo espero que el agente que se lo ha leído se lo haya pasado bien”, afirmó Busquets en Catalunya Ràdio.
La escritora estadounidense Hanya Yanagihara retratada en Madrid. / EMILIO NARANJO / EFE
Según la investigación de Novaya Gazeta Europa, en algunos casos se remarca por qué motivos los libros señalados están en la lista. Es el caso de ‘Te necesito’ de Anna Babyashkina y ‘Rideró’, de Mijáil Zemskov, retirados porque hacen “propaganda ‘antihijos’”, algo que las autoridades rusas no ven con buenos ojos. La relación de Rusia con buena parte de su literatura ha estado siempre caracterizada por las prohibiciones y la clandestinidad. Dos de los clásicos rusos más relevantes del siglo XX, ‘Archipiélago Gulag’ de Aleksandr Solzhenitsyn y ‘Doctor Zhivago’ de Borís Pasternak, fueron publicados en Francia e Italia después de que los manuscritos y sus autores corrieran todo tipo vicisistudes.

La escritora Svetlana Alexievich, que recibió en 2022 el XXXIV Premi Internacional Catalunya, con el president de la Generalitat, Pere Aragonès. / Manu Mitru / EPC
Futuros indeseables
En la misma “lista Fahrenheit” del medio ruso incluso hay una lista de “futuribles” que podrían acabar censurados y/o prohibidos a pesar de que actualmente se encuentran disponibles. Para incluirlos en dicho apartado se tuvieron en cuenta hechos como la cancelación de eventos literarios, la retirada de los ejemplares de estantes o su eliminación de la lista de lecturas obligatorias de los exámenes de secundaria del país. En dicha lista hay nombres como George Orwell, Aldous Huxley, Franz Kafka y Svetlana Alexievich. ‘1984’ de Orwell ganó simbolismo cuando las autoridades rusas restringieron las libertades e incluso se detuvo a un hombre en Ivanovo (cerca de Moscú) que regalaba ejemplares del mismo en la calle. Entonces la policía le acusó de “desacreditar el ejército ruso”.
Otra de las razones por las que se incluyen libros en la lista negra es por “homosexualidad explícita”. Novaya Gazeta no hace mención a dicho contenido aunque cualquier libro, película o serie que tenga este tipo de contenido no es legal en Rusia. Esto es así desde diciembre de 2022, cuando se aprobó la nueva ley contra la propaganda LGBT. El mismo movimiento LGBT se considera un movimiento extremista, al nivel de organizaciones como Estado Islámico. Aunque previamente ya existía una ley similiar, solo se aplicaba para menores de edad, aunque a partir de entonces, se extendía a toda la población. Cuando se modificó dicha ley, las librerías retiraron libros que tuvieron contenido relacionado con el colectivo LGBT y editoriales como LitRes pidieron públicamente a sus autores que reescribieran los libros para modificar su contenido y poder ponerlos a la venta de nuevo.
Comprar un libro de agente extranjero
En la librería algunos libros llevan más protección de la habitual y llevan pegatinas +18 a pesar de que no contienen contenido erótico o de terror. Son libros escritos por agentes extranjeros, y en el envoltorio muchos también lucen esa etiqueta escrita. En casos más extremos, no tan habituales, algunos establecimientos llegan incluso a tapar de forma burda, con papel opaco, la portada, a la par que se escribe en ella “Agente extranjero”. Cuando se pregunta a los trabajadores de las librerías sobre este tratamiento, una de ellas apunta que “ es porque el gobierno no quiere que la gente lea estos libros”.
Aunque este etiquetaje tiene claras intenciones de conducir la lectura de los rusos, afirma la dependienta que se siguen vendiendo estos libros, aunque cree que “menos que antes”. Algunos de los libros de las listas negras se confiscan en el aeropuerto, como es el caso de “Showman” de Shuster. Más allá de libros hay numerosos autores nacionales tildados de “agentes extranjeros” por las autoridades rusas como Mijáil Zygar, la politóloga Yekaterina Shulman, Vladímir Kara-Murzá y Lyudmila Ulitskaya, entre otros . Ser considerado como tal no es algo que tenga que ver con el contenido de la obra, pues Dmitri Glujovski, autor de la famosa saga post-apocalíptica “Metro 2033” recibió la etiqueta aunque su obra no tiene contenido político e incluso sus mayores éxitos literarios salieron años antes del inicio de la guerra de Ucrania. Criticó abiertamente al presidente ruso Vladímir Putin y al mismo conflicto y actualmente reside fuera de Rusia.
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