Crisis silenciosa: el FMI alerta sobre los riesgos sistémicos que ya están en juego

“El bono no refugia, el oro estalla, la deuda ahoga y la volatilidad respira a ritmo de pandemia”. Así podría resumirse el inquietante paisaje que dibuja abril de 2025 en los mercados globales. Una escena que, más que una anomalía, parece una revelación: las advertencias del FMI no eran meras precauciones académicas, sino una especie de presagio financiero.

Javier Molina, analista de eToro, ha puesto palabras a ese diagnóstico incómodo: “Abril desvela las costuras: el FMI podría tener más razón de la que creíamos”. Y al mirar con atención las señales, cuesta no darle la razón.

EL ESCENARIO: UN MERCADO SIN REFUGIO

Abril llegó con turbulencias que no se veían desde lo peor de la pandemia. La volatilidad de la renta variable se disparó, el oro alcanzó máximos históricos y los bonos estadounidenses, tradicionalmente un refugio en tiempos de incertidumbre, fallaron en su papel protector. Al mismo tiempo, el sentimiento del consumidor se desplomó.

Este entorno de desconcierto no surgió de la nada. Detrás se oculta un cóctel de tensiones geopolíticas, guerras arancelarias y desequilibrios estructurales que, según Molina, “activan los focos de riesgo que el FMI viene advirtiendo desde hace meses”.

VALORACIONES ALTAS Y NERVIOS DE ACERO

Una de las alertas más claras del Fondo Monetario Internacional —y que Molina recupera con énfasis— es la persistencia de valoraciones elevadas en los mercados, incluso después de las correcciones recientes. «Las acciones y los activos de crédito siguen cotizando a niveles exigentes, lo que deja poco margen ante cualquier nueva mala noticia».

“Con valoraciones aún tensas, cualquier sobresalto puede ser la chispa que encienda una nueva ola de ventas”, señala Molina. Y si eso ocurre, los primeros en pagar el precio podrían ser los países emergentes: sus monedas debilitadas y sus mercados de acciones vulnerables los convierten en candidatos ideales para fugas de capital y encarecimiento del crédito.

EL APALANCAMIENTO FANTASMA

Pero la amenaza más insidiosa no se encuentra en las cuentas públicas ni en los balances bancarios tradicionales. Está fuera del radar: en el apalancamiento oculto que prolifera entre ‘hedge funds’ y otros intermediarios financieros no bancarios. Según el informe, estos actores se financian agresivamente con préstamos de grandes bancos estadounidenses, hasta alcanzar una deuda que representa el 120 % del capital de máxima calidad (CET1) del sistema bancario.

El riesgo, como explica Molina, es una reacción en cadena: “Basta un movimiento brusco en los mercados para activar llamadas de margen, forzando ventas masivas que podrían dejar pérdidas en los mismos bancos que financiaron el apalancamiento”.

Esta reintroducción del riesgo en el sistema bancario, aunque sea por la puerta trasera, convierte cualquier episodio de volatilidad en un potencial problema de estabilidad financiera. El temido “efecto dominó” ya no es un escenario lejano, sino una posibilidad concreta.

UNA MONTAÑA DE DEUDA SOBERANA

El tercer pilar de fragilidad es más visible pero no por ello menos peligroso: la deuda pública. Hoy, el pasivo soberano mundial equivale al 93 % del PIB global, un récord absoluto. Esta montaña de deuda vuelve cada vez más frágiles los mercados de bonos, sobre todo si se producen ventas forzadas que disparen los tipos y dificulten la refinanciación.

Molina advierte que “las operaciones apalancadas sobre deuda soberana, muy populares entre inversores institucionales, podrían deshacerse súbitamente, provocando un efecto dominó en el mercado de bonos”. En el caso de los países emergentes, el problema se agrava: enfrentan el mayor volumen de vencimientos de la década, con tipos reales en niveles máximos. Y con poco margen fiscal, sus gobiernos se asoman a un abismo de refinanciación incierta.

EL RIESGO GEOPOLÍTICO COMO CATALIZADOR

A todo esto se suma la amenaza más volátil de todas: la geopolítica. Desde conflictos armados hasta guerras comerciales, cada nuevo evento sacude los mercados. Y en un contexto de deuda alta, precios exigentes y apalancamiento fuera de control, cualquier sobresalto puede amplificarse exponencialmente.

Con estos ingredientes, basta una chispa para iniciar una corrección global. Y en ese escenario, la rapidez de respuesta de los bancos centrales y gobiernos será clave”, afirma Molina.

Pero no se trata solo de reaccionar: se trata de anticipar, de tener herramientas fiscales y monetarias listas para evitar que una tormenta se transforme en huracán. Hoy, muchas economías no tienen ese paraguas.

CONCLUSIÓN: UN MES QUE NOS OBLIGA A MIRAR DE FRENTE

Abril de 2025 no es solo un mes más en el calendario financiero. Es un espejo. Uno que refleja con nitidez todas las costuras que se intentaron ocultar bajo la alfombra de las políticas expansivas, los mercados eufóricos y la aparente calma monetaria.

Las advertencias del FMI, que hasta hace poco parecían académicas o exageradas, cobran ahora una inquietante vigencia. “El mercado ya no puede seguir ignorando el peso de sus propias contradicciones”, concluye Molina.

El escenario está servido: valoraciones altas, deuda excesiva, apalancamiento descontrolado y tensiones globales. ¿El desenlace? Aún no está escrito. Pero lo que está claro es que la música ha cambiado, y quien no ajuste el paso, corre el riesgo de tropezar.

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