El 85% de los niños y el 81% de los adolescentes españoles con Trastorno del Espectro Autista (TEA), tienen al menos un síntoma de insomnio, fundamentalmente escaso tiempo total de sueño y una latencia (el tiempo que tarda una persona en dormirse) muy elevada. Cifras que son muy superiores a las de la población neurotípica, donde la prevalencia de los síntomas del insomnio oscila entre un 20% y un 25% en niños y entre un 25% y un 35% en adolescentes. Son resultados extraídos de la ‘Encuesta nacional sobre los problemas de sueño en pacientes’ presentada durante la celebración de la 33ª reunión anual de la Sociedad Española de Sueño (SES) que se celebra en Santiago de Compostela.
«El diagnóstico adecuado y el establecimiento de normas de higiene de sueño específicas es necesario e imprescindible, pero no es suficiente. Por ello debemos instaurar un tratamiento dirigido a conseguir un patrón de vigilia y sueño razonablemente óptimo», ha señalado Milagros Merino, presidenta de la SES, que ha reconocido que buscar la «noche perfecta» es «tremendamente difícil» en estos niños, por lo que también es importante «ajustar las expectativas» que tienen los padres.
Infradiagnosticado
Pese a esos porcentajes tan elevados de síntomas de insomnio, como ha explicado una de las autoras del estudio, Pura Ballester Navarro, investigadora de Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), los trastornos de sueño en general y el insomnio en particular, son un problema infradiagnosticado de manera habitual en pacientes TEA: apenas entre el 2% y el 5% de los encuestados tenía un diagnóstico.
Entre las causas, Ballester Navarro ha citado que, por un lado, algunos síntomas del insomnio pueden confundirse con síntomas nucleares del autismo (como la interacción y la comunicación) o ser enmascarados por estos. Por otro lado, que los problemas que acompañan al TEA como los problemas gastrointestinales o el trastorno por ansiedad, pueden acabar afectando al sueño. Por último, que algunas manifestaciones frecuentes en las personas con autismo como la hipersensibilidad a texturas, olores etc., puede confundir a los profesionales y/o retrasar el diagnóstico de estos problemas.
Los problemas de sueño en la infancia y en la adolescencia no tratados tienden a consolidarse y cronificarse en la edad adulta, dicen los médicos
La experta ha indicado que diversos estudios correlacionan el sueño deficiente con un empeoramiento de los síntomas de las personas TEA. Además, los problemas de sueño en la infancia y en la adolescencia no tratados tienden a consolidarse y cronificarse en la edad adulta: el porcentaje de personas adultas con TEA, con al menos un síntoma de insomnio, asciende al 63%.
Documento de consenso
En el Congreso se ha dado a conocer un documento de consenso -el primero elaborado a nivel nacional y europeo en este ámbito- sobre el tratamiento del insomnio en personas con trastorno del espectro autista menores de 18 años. Liderado por la Sociedad Española de Sueño y la Asociación Española de Pediatría (AEP). Se recogen pruebas de valoración objetivas y subjetivas para el correcto diagnóstico del insomnio y centra su atención en el abordaje de este trastorno del sueño.
Tanto en el insomnio de conciliación como en el de mantenimiento, la primera opción de tratamiento serían las medidas de higiene de sueño y la terapia cognitivo conductual, acompañadas por suplementación con hierro oral en el caso de que los niveles de ferritina en sangre sean menores de 50 mg/L. «Si estas no son eficaces, será necesario recurrir a otras opciones», ha explicado Milagros Merino. En ese sentido, la indicación siguiente sería el uso de melatonina pediátrica de liberación prolongada frente a un insomnio de inicio y mantenimiento o solo de mantenimiento, precisan los médicos.
«Tratar correctamente el insomnio mejora no solo el sueño, sino también los síntomas diurnos del TEA, de manera que el tratamiento del insomnio en menores con TEA es una intervención crucial que puede modificar favorablemente el curso y la gravedad del trastorno, mejorar significativamente la calidad de vida del paciente y su familia, y optimizar las posibilidades de desarrollo y aprendizaje durante etapas críticas del neurodesarrollo», ha explicado el doctor Gonzalo Pin, coordinador del Comité de Sueño y Cronobiología de la AEP y miembro del grupo de trabajo de Pediatría de la SES.